"Escribir es parecido a pintar, a cantar"
La artista María Edwards debutó en la literatura con "Después de la niebla". Es un caleidoscopio de recuerdos que muestran el delicado mundo de una pequeña criada en el sur de Chile tras la quiebra de su padre.
Por Alejandra Delgado
"Soy una isla. La tercera de cinco hermanos. Cuatro mujeres y un hombre, el 'por fin', como bautizaron mis padres al menor, después de cuatro intentos fallidos de tener un varón".
Quien habla es la protagonista de la novela "Después de la niebla", una niña observadora y solitaria, quien a través de breves fragmentos que van y vienen nos sumerge en una memoria cargada de revelaciones. La niña es una isla dentro de una familia numerosa que vive en un lago del sur de Chile. Esa niña es María Edwards y su excéntrico entorno de infancia es su historia.
La idea de escribirla tomó vuelo en su cabeza tras una conversación con una amiga suya cineasta con la que compartían una infancia similar. Ella le pidió que escribiera su historia con la intención de algún día hacer una película.
"Me recomendó contactar al escritor Mauricio Electorat, y así lo hice. Cada viernes, por dos años, nos juntamos para que yo le leyera lo último que había escrito y él hiciera observaciones o simplemente se matara de la risa con las historias tristes de mi infancia. Compartimos el humor negro y nos hicimos amigos", cuenta.
Ocurrió que un día el autor de "La burla del tiempo", en una reunión con la editorial Alfaguara comentó que una de sus talleristas estaba escribiendo "algo bueno".
"Creo que nunca sucede, un escritor recomendando a otro escritor, menos en esta escala. Al par de meses me escribió la editora Paz Balmaceda para ver mi texto. No estaba terminado, pero firmé un contrato con Alfaguara y seguí trabajando con Mauricio", dice Edwards.
Con el autor como mentor, escribió durante meses una hora al día, todos los días. Sentada en una mínima mesa que es su velador, mientras sus hijas iban al colegio. Este viaje se inició en 2018 y entre ediciones varias y una pandemia mundial, luego de cuatro años su libro ya está disponible en librerías desde comienzos de agosto.
"Visto nuevamente de rosado. Es un buzo entero de algodón. Todas tenemos uno, pero de diferentes colores. Usamos botas de goma sin calcetines. Tomo cualquiera, a lo más me quedan gigantes. Puedo andar días en traje de baño", dice la protagonista en uno de los pasajes del libro.
MINIMALISMO
María Edwards, nació en Santiago, en 1977. Estudió Arte y se especializó en ilustración botánica en el Real Jardín Botánico de Edimburgo. "Escribir es parecido a pintar, a cantar", dice.
-Siendo tu primer libro ¿qué es lo que más te costó al momento de narrar?
-Mi primer libro me salió fácil, como una especie de dictado mental que fui colando por años. Las observaciones de la naturaleza se repetían cada vez más enfocadas y claras. O escenas sutiles de soledad o desamparo propias de la infancia. Todo lo había rumiado por años, dándole forma a este relato, que es mi historia de infancia. Lo más difícil, tal vez, fue atreverme a sentir que valía la pena compartir mi historia.
-¿Cómo se filtra tu oficio de ilustradora botánica en tu pluma?
-Me sirve haber estudiado Arte para escribir. Ahí aprendí a comunicarme con imágenes, ahora describo imágenes. La escritura apela, al igual que la pintura, a tus emociones. Y eso me interesa. Me gustaría ser minimalista, trato de no exagerar, no quiero atosigar, quiero dar un tiempo para pensar. A veces, en este libro me pasaba que las pausas eran tan potentes como los textos. Fue un ejercicio de equilibrio zen la edición. Paz Balmaceda tuvo la gracia de transformar el texto en fragmentos y en lograr esta especie de caleidoscopio de imágenes que conforman el relato. Cuando lo vi, entendí que no era una novela propiamente tal, sino más bien un relato poético.
¿Cuáles son tus rutinas de escritura y tus lecturas de formación?
-Siempre tuve interés por la lectura. Leí todo lo que tuviera por delante con tal de escapar a la realidad. Empecé con "La isla del tesoro" de Robert Louis Stevenson, después seguí con Kafka y Kundera, libros de la biblioteca de mis padres. El poeta que más me influyó en la manera de narrar tan simple y bella fue Leonard Cohen. Para acompañarme a escribir este libro leí a Modiano, a Duras y a Teiller. Hoy leo a Proust.
Uno de los ejes de la historia es una crisis familiar y el impacto de esta en la protagonista: "Perdimos la casa de la higuera y la piscina. Se la llevó el banco, dijeron. Mi padre terminó en la cárcel y nosotros nos fuimos a vivir al garaje de la casa de una tía en Providencia. Una vez cumplida la condena partimos con lo puesto a vivir al sur".
"Soy la niña de mi libro", responde concisa cuando a la pregunto de si se siente reflejada por la protagonista. Un personaje que evoca las tristezas y los miedos infantiles.
-¿Qué representa para ti ser publicada?
-Nunca pensé escribir un libro, menos todavía que me buscaran para publicarme. Yo nunca en mi vida había escrito nada. Que me haya publicado es un reconocimiento que valoro y que reconozco me hace sentir afortunada. Me siento parte del mundo. Mis expectativas están cumplidas y sobrepasadas. Escribí un libro que me hace sentir más humana. Descubrí otra forma de expresarme.