Viene de la página anterior
-El Tira es insomne. ¿Podrá dormir o volverá a escribir de él?
-Mira, cuando escribí la primera no sabía que haría la segunda. Cuando hice la segunda no sabía que haría una tercera. Hice la cuarta sin saberlo, e incluso cuando hice la tercera dije nunca más, es una trilogía y no se aceptan más.
-¿Cómo cree que lo hace para tener lectores tan distintos? A usted lo conocen y lo leen grandes y chicos.
-Quizás es la sinceridad para escribir. El público nota cuando uno escribe para vender, o cuando escribe porque tiene que escribirlo, porque le sale de las tripas. Yo vendo mucho, pero no escribo para vender. La gente siente eso. Un escritor busca que lo lean, pero no a todos los leen. Hay algunos que lo leen las mujeres y los hombres no; hay otros que los leen los viejos y los jóvenes no; hay otros que leen los ricachones y los pobres no. Yo soy un afortunado, porque mis libros gustan transversalmente. A veces llegan niños con libros para que los firme; llega gente adulta y viejitos de noventa y tantos años, llegan diputados, senadores, llega gente de la construcción y empleadas domésticas. En la forma está el arte. Yo no estoy escribiendo nada nuevo, sólo estoy escribiendo de forma distinta.
- Usted es una persona inquieta. ¿Cómo lo ha hecho con la pandemia?
-Escapando del tiempo. Y la única forma que sé de escapar del tiempo es escribiendo. Yo me levanto todos los días a las 5 de la mañana, y me ducho, tomo té y me pongo a escribir. En el año y medio de la pandemia escribí 3 novelas cortas. Escribía de la mañana a la noche sin parar.
-¿Cómo llegó a escribir novelas cortas?
-Descubrí que cuando uno envejece se van acortando las novelas. Y eso le pasa a todos los escritores. García Márquez, Philip Roth. Uno envejece y es un eyaculador precoz de libros.
-Usted debe ser el último de los escritores importantes chilenos de oficio. Los que no pasaron por la universidad. ¿Qué le entregan a la literatura?
- Un escritor autodidacta, lo que tiene para entregar y hacer su trabajo son las herramientas que tiene: la memoria, la experiencia, la intuición y la imaginación. En esos 4 elementos se basa el autodidacta, o por lo menos yo. En cambio, el intelectual trabaja con su máster, con su título, con la pura cabeza no más trabaja. Yo para escribir no solo uso la cabeza, sino que escribo con la cabeza, el corazón, las tripas y los cojones.