Aumento de vendedores callejeros
Llama la atención el gran incremento de vendedores callejeros que ocupan las principales calles céntricas de Concepción, y que por estos días prácticamente se han apoderado del Paseo Peatonal. Se trata de ambulantes que en forma ilegal se instalan con carros, tarimas, canastos o en el suelo, ofreciendo una gran variedad de productos. Desde hace muchos años ha existido presencia de vendedores en las calles, pero durante esta situación de pandemia el problema ha recrudecido y hay un descontrol.
Cada cierto tiempo las autoridades realizaban campañas para combatir la venta ilegal en las vías públicas, aunque sin lograr resolver del todo este problema. Por el contrario, siempre aparecen más vendedores, nacionales e inmigrantes, que se instalan en el Paseo Peatonal, en las inmediaciones del Hospital Regional, en esquinas como Freire con Rengo y Caupolicán con Los Carrera y que en la práctica se han apoderado de esos lugares.
Por años se plantearon muchas soluciones, desde la ubicación de los ambulantes en lugares establecidos, hasta la dictación de la ordenanza del municipio penquista que estableció multas a los compradores, medida que fue de difícil aplicación. El problema persiste y con más fuerza. A juzgar por la cantidad de personas que ejercen esta actividad, la venta callejera es un buen negocio, considerando que no pagan impuestos, patentes o arriendo. Basta con apropiarse de un lugar, que posteriormente es reclamado como derecho adquirido.
Aparte de la ilegalidad que significa la venta ambulante no autorizada, es sabido que en torno a esta actividad prolifera la delincuencia, que aprovecha la congestión que se produce en las aceras. En el pasado, la acción de Carabineros respondía a un clamor ciudadano con respecto a cómo los vendedores se apoderaban de las aceras, y también de parte de algunas calzadas, para realizar su actividad no autorizada. Hoy el Paseo Peatonal se ha transformado en una especie de mercado persa. Pero además, por estos días de pandemia resulta muy riesgoso, porque ahí no se respetan medidas como la distancia física, el lavado frecuente de manos o, en ocasiones, el buen uso de mascarillas.
Es cierto que la venta ambulante ilegal es un problema de larga data, que afecta a todas las ciudades. Cada cierto tiempo se acentúan los reclamos de los comerciantes establecidos porque los ambulantes obstruyen las entradas a los negocios, a las galerías y la circulación de los transeúntes, creando condiciones para que opere la delincuencia. Dicen que los ambulantes realizan una competencia desleal, considerando que no pagan permisos y no cumplen con las leyes, como a ellos se les exige.
Se recuerda que en septiembre 2019 la Corte de Apelaciones de Concepción acogió un recurso de protección que entonces presentó el Centro Comercial Bulevar Gascón, por el aumento de comerciantes ambulantes que se instalaban en los accesos a éste, y ordenó al municipio penquista realizar una mayor fiscalización, tanto respecto de los vendedores callejeros como del acopio de basura y materiales en las cercanías de esa galería. Del mismo modo, instruyó a Carabineros para que adoptara medidas para terminar con esa situación.
El comercio callejero ilegal ocupa espacios, dificultando el libre tránsito de personas y generando aglomeraciones. Sin duda, provoca la inequidad que rompe las normas de competencia económica, por los beneficios que logran al actuar fuera de las normas, reglamentos y leyes regulatorias, en perjuicio del comercio legalmente establecido. Por eso, es importante no relajar los controles y a la vez los consumidores deben asumir que esta actividad seguirá proliferando en la medida que haya compradores para esos productos vendidos informalmente y respecto de los cuales no hay ninguna garantía. Asimismo, representa un riesgo de transmisión de covid 19, desde el momento en que no se respetan las medidas preventivas que todos ya conocen.
El comercio callejero ilegal ocupa espacios, dificultando el libre tránsito de personas y generando aglomeraciones que suelen facilitar actos delictuales. Sin duda, provoca la inequidad que rompe las normas de competencia económica, por los beneficios que logran al actuar fuera de la legalidad.