Estudian cómo prevenir los terremotos de origen humano
Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts crearon un nuevo enfoque para reducir el potencial de ocurrencia de temblores provocados por procesos de extracción de gas o petróleo, entre otros.
Algunas actividades ligadas a los procesos de extracción de gas y petróleo tienen el potencial de desencadenar terremotos. Ante esta realidad, un equipo de científicos ha credo un nuevo enfoque para reducir esos temblores de tierra, explica un estudio que publica Nature.
Este trabajo puede ayudar también a reducir y prevenir los movimientos causados por la fracturación hidráulica ("fracking") y otras actividades humanas como el llenado de depósitos de agua y acuíferos o el almacenamiento de dióxido de carbono en formaciones geológicas profundas.
El equipo, dirigido por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), demostró que se puede reducir el número de terremotos que se producen en un campo petrolero activo, en esta ocasión el de Val d'Agri (Italia), de la firma Eni.
Los resultados indican que los operadores pueden gestionar con éxito los terremotos ajustando las tasas de inyección de agua, en función de la geología subyacente.
El bombeo de grandes volúmenes de fluido en el suelo, puede desencadenar terremotos potencialmente dañinos, dependiendo de la geología subyacente.
Un problema que se ha producido en algunas regiones productoras de petróleo y gas, donde las aguas residuales, a menudo mezcladas con petróleo, se eliminan inyectándolas de nuevo en el suelo.
La sismicidad desencadenada es un problema que "va mucho más allá de la producción de petróleo", al que habrá que hacer frente si se quiere inyectar de forma segura dióxido de carbono en el suelo, indicó el autor principal del estudio, Bradford Hager, del MIT.
Heger recordó que "durante un tiempo, las regiones productoras de petróleo de Oklahoma tuvieron más terremotos de magnitud tres que California, debido a todas esas aguas residuales".
PEQUEÑOS TERREMOTOS
Un problema similar surgió en Val d'Agri (sur de Italia) cuando se detectaron cientos de pequeños terremotos después de que los operadores del campo inyectaran aguas residuales en un pozo abandonado en 2006.
El equipo utilizó información detallada, acumulada por la empresa petrolera a lo largo de años de explotación en Val d'Agri, una región tectónicamente activa.
Los datos incluían información sobre el registro de terremotos que se remonta al año 1600, la estructura de las rocas y las fallas y el estado del subsuelo.
Los investigadores integraron estos datos en varios modelos y cuando los ejecutaron utilizando registros de 1993 a 2016, las predicciones de la actividad sísmica coincidieron con el registro de terremotos durante este período, validando su enfoque.
A continuación, ejecutaron los modelos hacia adelante en el tiempo, hasta 2025, para predecir la respuesta sísmica de la región a tres tasas de inyección diferentes: 2.000, 2.500 y 3.000 metros cúbicos por día.
Las simulaciones mostraron que podían evitarse grandes terremotos si los operadores mantenían las tasas de inyección en 2.000 metros cúbicos al día, un caudal comparable al de un pequeño grifo.
Los operadores del campo de Eni aplicaron la tasa recomendada por el equipo en el único pozo de inyección de agua del campo petrolífero durante 30 meses, entre enero de 2017 y junio de 2019.
En este tiempo, el equipo solo observó unos pocos eventos sísmicos diminutos, que coincidieron con breves periodos en los que los operadores superaron la tasa de inyección recomendada.