"Es obvio que con la pandemia hubo un quiebre vital de la trayectoria escolar"
A horas del regreso masivo a clases presenciales, la socióloga sugiere sincerar "a qué escuela queremos volver". También aborda la educación en la Constitución, las nuevas brechas y el peligro de recuperar aceleradamente el tiempo perdido.
Por Mauricio Ávila C.
Ad portas del reinicio masivo de las clases presenciales, la Agencia de la Calidad de la Educación (ACE), uno de los pilares de la nueva institucionalidad para la enseñanza en el país, está expectante -igual que todas las comunidades educativas-, respecto de cómo será el regreso de alumnos y docentes, de las huellas que la pandemia dejará en las trayectorias académicas de los y las estudiantes del país y de cómo será la educación luego de que se controle el coronavirus.
Paulina Araneda es sicóloga y magister en Comunicación y Educación y en su calidad de presidenta del Consejo de la ACE dice que Chile está en un momento histórico debido a que, por el contexto tanto sanitario como político, tiene la posibilidad de reflexionar y rediseñar lo que hasta antes del covid-19 se entendía por educación.
-¿Cuál es la expectativa de la Agencia ante el retorno a la presencialidad?
-Es poder volver a mirarnos las caras. Poder reencontrarnos, poder generar un sinceramiento de lo vivido, de lo aprendido y poder abrir conversaciones en las comunidades educativas que nos permitan establecer cuáles son los desafíos por delante y cómo generar condiciones y soluciones que nos sean pertinentes para todos y todas.
-Será un momento marcado ante todo por la emocionalidad, ¿no?
-Sí, tenemos una oportunidad bien notable de poder hacer de esto un espacio de sinceramiento de lo vivido y de lo que están viviendo, y de lo aprendido. Yo quisiera hablar de lo que hemos aprendido y que desde ahí podamos protegernos mutuamente. Saber lo que uno ha vivido es un factor protector y evidentemente eso tiene un tono emocional que hay que resguardar y reconocer.
-¿Y qué se ha aprendido en la pandemia?
-Es lo que hay que preguntarles a las comunidades: qué cosas han aprendido. Hemos tenido una preocupación muy legítima y genuina de lo que significa para una niña o un niño no estar en clases presenciales, pero no necesariamente hemos reconocido que, por muy traumáticas que sean algunas situaciones, siempre hay elementos que emergen y que son relevantes y valorables, y que tienen que ver con logros que ellos han obtenido, como los espacios de autonomía, de poder encontrase con los demás, de expresar los afectos, de poder entender lo que es este espacio de la educación a distancia. Creo que hay muchas cosas que ellos pueden reflexionar sobre sí mismos y que sería muy importante que pudiéramos escuchar. Lo mismo pasa con los docentes. No creo que esto sólo sea de los niños, sino que más bien estoy pensando en que podamos compartir qué aprendió el docente de esto. No solo qué vivió, qué vive, con un aprendizaje que le va a servir para lo que viene de su vida profesional. Si pudiésemos hacer ese tipo de conversación, nos vamos a proteger para el futuro, pero además lo que definamos como estrategias van a ser mucho más sólidas, porque vamos a reconocernos en nuestras propias capacidades y recursos.
-¿Desde la perspectiva de la agencia hay preocupación por el aumento de la brecha? Es un hecho que hubo disparidad en el acceso a la conectividad, por ejemplo, sin mencionar los diferentes contextos familiares.
-Yo espero que no solo desde la Agencia nos preocupemos de esto. La Agencia da cuenta de la información que las mismas escuelas han pedido. La Agencia ha hecho un trabajo impecable con la prueba Diagnóstico Integral de Aprendizaje (DIA), en que lo socioemocional está integrado. Yo sí creo que evidentemente tenemos una brecha que no sólo es en términos de logro de aprendizaje, sino en también la experiencia de aprender, de no haber tenido socializada una cultura escolar que es tan importante, que puede llegar a aumentar el riesgo de las desafecciones.
Hay un estudio que señala que hay un porcentaje muy importante de estudiantes que declaran que han aprendido lo mismo o más que antes de la pandemia, y eso que me parece que es un alivio también tiene que ver con volver a preguntarse si es lo mismo o más. Entonces, ¿cuál es el aporte y cómo la escuela se establece como este espacio comunitario donde me encuentro y me desarrollo con otras personas? Eso es lo que está en juego. Evidentemente, eso tiene brechas, en términos del aislamiento, en términos de cuán enriquecido está mi entorno y en cuánto no, y cómo eso ha incidido en cómo estoy viviendo lo que estoy viviendo. Tiene brechas en cuanto a si ahora estoy aprendiendo lo mismo que antes de la pandemia. No es que hoy no he logrado aprendizaje, es que ya venía así.
Como país tenemos una gran oportunidad de sincerar lo que todos veníamos conversando y que la pandemia logró visibilizar. Hoy tenemos un desafío país de cómo estimulamos a que nuestros niños y niñas vuelvan a las escuelas, de cómo les confirmamos sus capacidades para aprender, de cómo estimulamos aprendizajes críticos en el ámbito social. Eso es parte de las preguntas que desearíamos que se hicieran.
-Por definición, la Agencia necesita mediciones para entregar orientaciones al sistema educativo. En ese sentido, ¿les afecta la nueva suspensión del Simce?
-El Simce es una prueba de alta calidad. Yo diría que es uno de los instrumentos más sólidos que existen en la región, de todas maneras, y probablemente uno de los más sólidos a nivel mundial. Pero los instrumentos son útiles en tanto son pertinentes al contexto en que se están moviendo. Cuando una prueba te brinda información que no da cuenta del contexto, que es el que estamos viviendo, entonces no tienes que usarlo sino buscar otras alternativas. Y por eso no es que el Simce no sirviera, sino que no se hizo porque no era útil, no era pertinente para el contexto que estamos viviendo el sistema.
-¿Qué feedback han recibido de los profesores en la antesala del retorno?
-Lo más distintivo desde la agencia ha sido esta voluntariedad, esta masiva decisión e interés por sumarse y tener toda la información de los diagnósticos integrales de aprendizaje. Eso me parece que es notable. Creo que dice relación con un sistema que pide información pertinente, que no es que no quiera tener evaluaciones. Muy por el contrario, lo valora. En las comunidades educativas hay altas preocupaciones en cuanto a cómo abordar lo que viene. Qué es lo que viene y cuál es la forma en que queremos enfrenarla. Yo quisiera señalar que tal vez una pregunta que me hace mucho sentido es que podamos conversar y sincerar a qué escuela queremos volver. No podemos negar lo vivido. ¿La misma que teníamos?, ¿queremos volver atrás? Si hay algo que los sistemas escolares pueden hacer es conversar sobre lo obvio. Y lo obvio es la pandemia y que hubo un quiebre vital de la trayectoria escolar. Lo obvio es que nos hagamos cargo de eso y elaboremos y miremos juntos hacia adelante. Ese es un tipo de espacio que no estamos acostumbrados a sostener. Me preocupan los profesores insistiendo
"Tenemos una gran oportunidad como país de sincerar lo que todos veníamos conversando y que la pandemia logró visibilizar. Tenemos un desafío de cómo estimulamos a que nuestros niños y niñas vuelvan a las escuelas".
"Me preocupan los profesores insistiendo en que tienen acelerar el tranco para lograr lo que no han logrado en todo este tiempo, cuando en realidad los procesos de aprendizaje requieren tiempo".