"Han hablado de un Chile nuevo donde todos participen... no veo ese diálogo dentro de la Convención"
El pastor, oriundo de Tomé, mencionó que se la ha jugado por acercarse a todos los sectores y espera que en las próximas semanas los constituyentes apuren el tranco. También se refirió a la agresión que sufrió en su casa.
Por Alma Canales Silva alma.canales@diarioelsur.cl
"Tengo una historia que viene de la izquierda. Mi padre fue marxista. Me puso Luciano por el fundador del MIR, Luciano Cruz, y Ernesto por el Ché Guevara", mencionó Luciano Silva Mora (50). El constituyente de Renovación Nacional, uno de los 37 de Vamos por Chile, contó esa experiencia para graficar que tiene una sensibilidad social coincidente con los sectores de izquierda, lo que le ha permitido tener un rol articulador con los otros sectores ideológicos que integran la Convención Constitucional.
Por eso, dijo, le ha molestado tanto los ataques que ha sufrido sólo por su domicilio político y por su cercanía con el mundo evangélico, ataques que incluso derivaron en el rayado de su vivienda en Tomé, donde reside con su mamá.
"Los vi desde el segundo piso, alcanzaron a colocar un par de frases, cuando los vi me gritaron en mi calidad de constituyente, entonces uno se siente violentado. Los perseguí, ahora veo que fue un error, pero me dio rabia, porque vivo con mi madre que tiene 80 años", detalló.
Mencionó que está un poco preocupado con el avance de la Convención, que tiene 9 meses, prorrogables por otros tres, para elaborar el texto que podría reemplazar a la actual Constitución. Cree que se han entrampado en temas que no debieran ser tan protagónicos, como la declaración vinculada a los denominados presos de la revuelta. Pero, aseguró, confía en que en las próximas semanas se pondrán al día.
-¿Cuál es su impresión de estas semanas de trabajo? El inicio fue bastante accidentado...
-Uno siempre trata de hacerse una idea de cómo reaccionar con buena voluntad en un proceso que se inicia. Me parece que esa desaveniencia callejera estuvo de más y no estoy de acuerdo con aquellos que dicen que hay que darle mucha importancia porque ahí se origina todo este proceso. Me parece que eso es una gran equivocación, porque hay millones de personas que estuvieron en este proceso de cambio y que no son violentas.
Estas dos semanas me tienen un poco nervioso, porque creo que se le ha dado excesiva importancia a una serie de puntos y detalles que no son los que la gente está esperando que nosotros conversemos.
-¿Como cuáles?
-Como poner en tabla como primer punto el sacar una declaración para mover a otro poder del Estado en torno a los presos de la revuelta, lo que produjo muchísima división no sólo al interior de la Convención Constitucional, sino en Chile. Esos temas sí se pueden tocar, pero no debieron haber sido los principales.
Si convencionales nuestros salen a la calle y en vez de darle prioridad a cuidarse para que la convención funcione, los toman detenidos, el vicepresidente sale de la convención, la suspende para ir a buscarlos y toda la opinión pública los mira, claro que van a quitarle legitimidad al proceso que estamos llevando adelante.
-¿Y cómo ve esto?
-Tengo esperanza, pero esas cosas están mal y hay que decirlo. En mi equipo hemos conversado con un montón de gente, como la Federación de Enfermeros y Enfermeras de Chile, con movimientos de padres de familia, como Con mis Hijos no te Metas, hemos hablado de temas de educación, salud, descentralización, que son los que van a cambiar a Chile. Esos son los puntos que la gente quiere escuchar. Es importante que los convencionales nos dediquemos a lo que la gente nos llevó ahí.
-Imagino que los convencionales que plantean esos otros temas creen que esas son las materias para los cuales los eligieron.
-Sin duda, y se respeta, pero tenemos como sensor la opinión pública y si miras las redes sociales y lo que pasa en los medios de comunicación, realmente miran con preocupación esta Convención Constitucional y son ellos quienes nos han dado señas de que debemos dedicarnos a las cosas que son necesarias. Estoy consciente de que parte de la razón por la que existe esta Convención Constitucional es porque gente salió a luchar a las calles (aunque no estoy validando la violencia), pero no me parece que esa es la única razón.
-¿Por qué?
-Aquí hay procesos de cambio social que vienen desde hace muchos años, impulsadas por organizaciones sociales que he nombrado y a ellos tenemos que escucharlos. ¿Vamos a escuchar siempre a los que son más violentos y a la gente que no es violenta no la vamos a escuchar? Me parece que eso sería un error.
Convivencia
-¿Cómo ha sido el diálogo con otros sectores? Para la instalación leí tuits que mencionaban que los constituyentes de derecha estaban atrincherados, aparte, que no compartían. El temor es que se generen dos sectores opuestos y ocurra lo mismo que en el Congreso, donde cada uno defiende su posición y no existe diálogo.
-Efectivamente, por una cuestión de formación, a mi sector le cuesta, pero con un grupo, al que nos denominaron los "pelucones", dijimos que hay que dialogar. Por eso, harta gente, sobre todo de RN y algunos UDI, están conversando con los de la Lista del Pueblo, Independientes no Neutrales, exConcertación y hemos llegado a acuerdos interesantes. Siento que mi sector da muestras de querer conversar. Además, qué vamos a hacer, si la izquierda tiene mayoría absoluta para hacer lo que quiera y en términos de votación han demostrado no ser distintos a lo que ellos critican, seamos justos.
-¿Por qué dice eso?
-Cuando se votó por este intento de reglamento se hicieron indicaciones y las que puso Chile Vamos eran bien técnicas, del mundo del derecho, pero apenas se escuchaba Chile Vamos las desaprobaban, sobre todo sectores ultra radicalizados. ¿Qué diferencia hay entre esa forma de actuar y lo que se critica? Ninguna. Están actuando de manera monolítica, como critican a la derecha.
-¿Cómo evalúa el trabajo de Elisa Loncon? ¿Cree que tiene espíritu dialogante?
-Sí, pero creo que la fuerza detrás de ella es Jaime Bassa. Ella es una fuerza poderosa en términos simbólicos. Es bueno que la diversidad se vea en esta nueva Constitución y ella representa a sectores que han sido excluidos de la sociedad chilena y apoyo eso, pero en términos de llevar la Convención, eso lo hace Jaime Bassa.
-¿Y el diálogo?
-No me gusta que la mesa llegue con los temas medio resueltos y nos llame a votar. Habría querido que nos hubiésemos dado este tiempo (porque hemos perdido mucho) para dialogar más. La Biblia dice que en la multitud de consejos está la sabiduría. Cuando han hablado que queremos un Chile nuevo donde todos participen... no veo ese diálogo dentro de la Convención. Veo que se están planteando temas que se llevan a votación y eso ha causado bastante fricción. Aunque vayan a ganar con votos, porque son mayoría, uno quisiera al menos ser escuchado, poner nuestros puntos importantes. Espero que esta forma de actuar vaya desapareciendo.
-En el caso de la comisión de Ética, que ud. integra, ¿cuáles son los temas centrales que deberían abordarse?
-Esto tiene que ver con la manera en que vamos a hacer los diálogos. Cruza todo el proceso constitucional porque tiene que ver con la manera en la que actuamos, la forma en que votamos, en que nos relacionamos, los discursos que tenemos. Me he dado cuenta que la mayoría estamos por la idea de no hacer algo completamente novedoso, sino trabajar sobre lo que tenemos en la Cámara de Diputados, modificando pero no partiendo sobre cero. Algunos convencionales tienden a pensar que estamos creando un mundo nuevo y que todo hay que rechazarlo porque todo es político y malo, pero no es así. El sentido común nos muestra que cuando quieres mejorar algo tienes que tomar en cuenta lo que hay atrás, lo que otros hicieron antes es una buena base para construir.
Su rol
-En la votación de presidente y vicepresidente primero votó en bloque, pero en segunda vuelta votó para presidente por Patricia Politzer y de vicepresidente por Jaime Bassa. ¿Cómo llegó a esos nombres?
-Cuando conversamos los 37 de Vamos por Chile dijimos que no teníamos votos y que había que aprender a conversar con otros sectores. Yo dije que teníamos que dar señales y había que buscar a gente de centro. Mi sector dijo que es bueno que en la primer votación fuéramos en unidad. Estuve de acuerdo. Bernardo de la Maza fue el único que no estuvo de acuerdo, pero se le respetó. Pero en la segunda votación voté por Patricia Politzer porque me pareció que dentro de lo que había, ella era más de centro, aunque pensamos bien distinto. En vicepresidente voté por Renato Garín, porque conversamos y él me dijo que le interesaba la Ley de la Libertad de Culto. Como le fue mal pensé en Bassa, que es abogado constitucionalista, un hombre que cree en la separación de los poderes.
-¿Y qué pasó?
-Le dije a mi sector que votáramos por él. Dije que si ellos ganaban sin nuestros votos iba a ser malo para nosotros. Desde un comienzo busqué ir al centro, los consensos. La primera semana no fue muy comprendido por mi sector, pero ahora ellos entienden que es bueno que haya personas que juguemos distintos roles. Y ahora a mi sector los veo conversando con todos los lados, porque hay temas que son transversales y requieren acuerdos transversales. Creo que hay que construir una casa común donde todos quepamos.
-Se ha dicho que instalar temas de la comunidad evangélica, como la Ley de Libertad de Culto, es uno de los únicos intereses que tiene para plantear en la Convención Constitucional. ¿Es así?
-Me parece injusto eso. Se lo dicen a un pastor evangélico que ha estado trabajando en el tema social hace muchos años y que mostré alta sensibilidad social durante el terremoto de 2010. En mi programa estaban los ejes que la gente pidió en la marcha de 1,5 millones de personas: un nuevo sistema de pensiones o seguridad social, mejorar la salud de manera radical, una educación gratuita y universal, eliminar el CAE, la recuperación de las concesiones de agua para que sean de verdad de uso público, por encima de las empresas. Incluso hace dos años que he mostrado ideas sobre descentralización.
-¿Y los temas de la comunidad evangélica?
-Sólo por eso tendría el derecho de estar en la convención. Veo gente de los pueblos originarios que están ahí por defender su lengua, sus tradiciones. ¿Y por qué yo tendría que invalidar eso? Hay otros que están por temas de ecologismo, el feminismo. El mundo evangélico es casi el 20% de la población de Chile y hemos tenido un trabajo que no hace ningún grupo social. Nosotros estamos en las poblaciones, siendo cordones de contención al narcotráfico. Ya sería suficiente, pero no es sólo eso. Si bien soy de RN, pertenezco a un sector evangélico súper social y que he demostrado toda mi vida estar interesado en cómo sufren los más pobres.
-¿Su postura es parecida a la de su sector?
-Dentro de vamos Chile, sobre todo en RN, veo mucha diversidad y hay un RN muy social y el hecho de que me hayan aceptado a mí en ese partido habla de la disposición de estar a favor de cambios sociales. Tengo una historia que viene de la izquierda. Mi padre fue marxista y lo dejó porque consideró que estas ideas, que están a favor de la gente, siempre terminan en violencia. Estuve muy entusiasmado con la teología de la liberación muchos años, recorriendo América Latina y sí vi mucha gente de la ultra izquierda comprometida con los más pobres, pero mi padre tenía razón que todo conduce a la violencia. Pero antes que una persona de política de la izquierda, más bien soy un pastor evangélico y me refugié en ese sector que hay en RN, que le abrió la puerta a personas como yo. La centroizquierda no va a tener problemas conmigo en ninguno de los temas de salud, educación, recuperación del agua, pero quisiera que escucharan también mis puntos cuando defiendo ideas que tiene la iglesia evangélica.
Violencia, bienestar y tolerancia
-¿Cómo fue el episodio de agresión que vivió?
-Complicado, porque te roban la paz familiar y dan una mala señal al país. Mucha gente que rechazó este proceso constituyente lo hizo no porque rechazara los cambios sociales, sino la posibilidad de que hubiera mucha violencia. Este tipo de señales, como venir a rayarle la casa a un constituyente, tirarle escupitajos a Cozzi o amenazar a la presidenta Elisa Loncon, le empiezan a dar la razón a estos grupos. Por otro lado, es malo que uno como convencional empiece a recibir comentarios de personas que aprobaron y que dicen "yo no aprobé para esto, aprobé para que escribieran un texto constitucional, para que recuperemos las aguas, mejoremos la salud, que cambiemos rápido el tema de educación".
Cuando llegué el martes le pedí a la presidenta de la mesa que rechazara la violencia. Después una constituyente del PC y Jorge Baradit dijeron algo contrario y recibieron una crítica tremenda a nivel nacional. Creo que esa fue una buena señal.
-¿Había sufrido agresiones de este tipo antes o es la primera a la que se expone?
-Lo han hecho antes, porque soy pastor evangélico. Hoy veo una generación que siendo muy inteligente, sufre cierta anomia, porque tiende a pensar que son el centro de la verdad. Es una generación que no ha tenido otros referentes de necesidad como los que vivimos en los 80, en la dictadura militar. Ellos viven la paradoja de la cual hablaba Tocqueville, que decía que cuando crecen en el bienestar luego se les hace intolerable la desigualdad. Esa contradicción los lleva a ser radicales en su postura de ver la vida. Como hay un cambio cultural de cómo ver la sexualidad, las relaciones humanas, tienden a ser intolerantes con las ideas conservadoras. Estoy de acuerdo en que el mundo LGTBI puede luchar por sus reivindicaciones y si ganan en el mundo de la democracia voy a respetarlo, pero ellos no me pueden quitar mi derecho, ni al mundo evangélico, de tener una propia cosmovisión de vida. Uno no la defiende porque esté en contra del mundo gay, sino porque esta forma de ver la vida permite el desarrollo de estas comunidades que son más pobres, donde abandonó el Estado.