Por Sebastián Grant Del Río

¿Hacia dónde transita la poesía? es una pregunta que cabe en momentos como los presentes, de pérdidas sentidas y ausencias que, sin duda, se van a notar. El camino poético apunta a ser mejores personas, experiencias que suman y ponen a Omar Lara entre aquellas buenas almas, que optan por dejar esta realidad de una dimensión, a veces, injusta.

El poeta queda, en el presente que escribe. De ahí que el legado del vate lo represente para los próximos tiempos. Los que vendrán, y de los que Omar Lara se ausentará en presencia, que no en espíritu.

A los 80 años, cumplidos recién el 9 de junio pasado, y con una actitud vital hasta el final, el nacido en Nueva Imperial en 1941, murió ayer en horas de la madrugada, por complicaciones derivadas de una insuficiencia cardiaca. Había ingresado al Hospital Las Higueras, en Talcahuano, hace una semana.

"Me parece que Concepción pierde un gran referente cultural, porque él no es solo un poeta, sino que alguien una persona trascendente que trabaja en la revista Trilce, nacida en Valdivia, y que creo la ha revitalizado tremendamente en Concepción, editando varios números. Es una revista con una continuidad inédita (…) Es bien brillante aquello y hace que en Concepción tengamos una revista de ese carácter. Una persona súper amable y que siempre tiene una sonrisa para el otro, fue un gran seductor. Siento una gran admiración por él y cariño, era un personaje de la ciudad, en una donde hacen falta los personajes", resumió María Nieves Alonso, profesora en la carrera de Pedagogía en Español en la UdeC.

Quien fuera directora de Extensión y Pinacoteca (1998 a 2014), destacó la calidad poética de Lara.

"Fue siempre un poeta maduro, lo cual se capta desde sus primero poemas, que también son bueno. Y en su antología -"Nohualhue. Ida & Vuelta. Poesía 1964-2016, Lara Ediciones, U. de La Frontera, Temuco, 2017) muestra una madurez luminosa, rigor semántico y una levedad e intensidad estética realmente notable. En general, es un poeta que tiene esa gracia de ser uno con mucha levedad, lo cual tiene que ver con la experiencia detrás de estos poemas. Utiliza muy bien el lenguaje metafórico, pero nunca excede la arbitrariedad del lenguaje poético. Es sutil y a la vez tiene mucha visibilidad su poesía", sintetiza la académica.

POETA ACTIVO

La última década, Omar Lara tuvo una constante labor, a través de distintos proyectos, en Artistas del Acero.

Arnoldo Weber, gerente de la entidad acerera hace más de 20 años, cuenta que Lara fue clave para instalar y desarrollar la actividad literaria. "Sin duda, fue un gran aporte, y desde que se instaló con nosotros (2010) empezó a proponer ideas de desarrollo sobre temas literarios, a través de diferentes propuestas", comenta, destacando la Feria Internacional del Libro, con cinco versiones desde 2015 (hasta 2019 previo a la pandemia) y el Encuentro Internacional de Poetas, realizada en paralelo, con la presencia de autores de Uruguay, Argentina, Bolivia y Perú, entre otros países, sumando más de 100 invitados.

Una de las instancias presentes y esperadas, desde 2017, fueron "Los jueves será", taller literario para gente joven y tercera edad. "Allí Omar realizaba talleres literarios y publicaba a los alumnos, que tenían un libro al final del curso (Ediciones Lar)", destacó, palabras que también se extienden al Taller de Dramaturgia

"Tenía una caraterística súper importante, compartía sus conocimientos con todo el mundo. Además, tenía la gran virtud de contar con redes literarias muy grandes a nivel mundial lo que permitió conocer a muchos escritores en Concepción", dijo.

80 años tenía el poeta. Sus funerales se avisarán oportunamente y está siendo velado en el Cementerio General.

Por Tulio Mendoza Belio

Ha fallecido Omar Lara (1941-2021) y la poesía pierde a un habitante esencial de esa otra voz cada día más necesaria. La casa del poeta ha cerrado sus puertas para que el "cuerpo final" (título de uno de sus libros mayores), se transforme en uno presente que inicie ese otro viaje que, si lo seguimos leyendo, será siempre de ida y vuelta.

¿Y qué sentido tiene todo esto que nos pasa? Ya Omar Lara lo dice en uno de sus poemas: "La poesía/ ¿Para qué puede servir/ Sino para encontrarnos?"

Pero esta pregunta-respuesta que es como un abrazo y una bienvenida, despliega su hondo significado, como lo hace toda gran poesía. Cuando ese "encuentro" adquiere, paradojalmente, un significado más acotado: encuentro en el lenguaje, en la memoria, en la solidaridad, en la justicia, en la amistad, en el amor.

El poeta Omar Lara funda desde la palabra y con ella, un espacio signado por un profundo sentido humano y romántico (en la mejor acepción de este término: la constante búsqueda de la libertad, la conciencia del yo, la obra "abandonada", nunca finita, en el sentido de Valéry y de Borges).

Así podemos entender que la fabulación en Portocaliú, ese espacio lariano, esa casa hospitalaria de puertas abiertas, ese contratexto, ese espejo de nosotros (así como Macondo en García Márquez o Comala en Juan Rulfo), sea siempre la celebración de ese encuentro, esa sonrisa que nos falta o que nos duele dar y que Omar Lara nos regala para ser mejores.

COINCIDENCIAS

Recuerdo esta idea, porque en 2017 nos llegó su libro antológico "Nohualhue Ida & Vuelta. Poesía 1964-2016" y esta es la casa real de filiación sanguínea: "Nohualhue", bello vocablo que encierra e irradia todo aquello que el lar evoca, convoca y provoca. ¡Qué bello territorio ha construido Omar Lara entre estos paisajes fundacionales de las dos casas de su poesía!

Así como José Saramago nos cuenta en su emocionante discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura 1998, que el hombre más sabio que conoció en su vida fue su abuelo Jerónimo. Un campesino que criaba cerdos y que no sabía leer ni escribir y que de él aprendió el arte y la magia de la escritura gracias a las historias y a los sucesos que muchas veces le contó bajo una higuera.

Así , también el poeta Omar Lara nos dice: "Siempre digo que la influencia mayor fue la de mi abuelo Juan, un campesino y carpintero, que sabía de las cosas más que todos los sabios y me las decía con su silencio, que era más elocuente que cien discursos".

Desde esta perspectiva, cobra vigencia el íntimo sentido que emparenta el fundamento de los inicios literarios de Saramago y Lara, y un nuevo significado para comprender en una dimensión más situada, lo que se ha llamado "larismo" (de "lar": hogar, casa).

Otra feliz coincidencia es que este término tenga una relación fónica con el apellido del poeta y que su editorial se llame LAR: Literatura Americana Reunida.

PALABRA Y PENSAMIENTO

En Chile, como sabemos, es Jorge Teillier quien, en sus conocidas proposiciones de 1955, desarrolla la poesía de los lares: "afirma que el poeta es un hermano de las cosas, habitante del mundo que siente nostalgia de la infancia y del paraíso perdido; su tarea es conservar el recuerdo del orden inmemorial de las aldeas y los campos, de un mundo familiar, humano como dijera Rilke" (Carrasco, 1990: 75).

Sin embargo, ese nuevo sentido de la poesía lárica, es además ruptura en Omar Lara: "Y no somos nostálgicos/ Y si somos nostálgicos/ Lo somos del mañana./ No de ayer." ("Papeles de Harek Ayun", p.42).

Y "Trilce" su prodigiosa y mítica revista, también su centro cultural. Bello vocablo que se debe, como sabemos, al libro fundacional del poeta peruano César Vallejo Mendoza: "Trilce".

¿Neologismo de "triste" y "dulce"? ¿El nombre de una flor de Santiago de Chuco? No hay unanimidad al respecto. Lo cierto es que las páginas de esta imprescindible revista, traducen lo triste y lo dulce de la vida, y se ha transformado en una flor poética: "Así es la vida, tal/ como es la vida", escribe Vallejo.

La nostalgia del mañana es un deseo vehemente, un juego de tiempos, una lágrima y una sonrisa, la esperanza siempre. Mi celular guarda el último mensaje que me envió, el martes 18 de mayo a las 9:20: "A este pueblo que despierta hay que darle palabra y pensamiento."