Estrés y frustración: los sentimientos que predominan entre profesores
En la encuesta aplicada a 842 docentes -un 32,3% de la Región de Biobío- los profesionales de la enseñanza dieron a conocer las emociones derivadas de las singulares condiciones en que se realiza el proceso formativo.
La educación remota llegó -a partir de marzo de 2020- de manera muy imprevista a raíz de la pandemia, lo que impidió planificar su instalación. Y los más afectados por esta situación han sido los estudiantes y sus profesores, que han perdido un importante espacio de interacción y formación, imposible de reemplazar a través de la virtualidad.
Frente a este escenario, el Centro de Investigación y Mejoramiento de la Educación (CIME), de la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo, realizó un estudio, durante el 2020, que recolectó datos acerca de la experiencia de la educación remota durante la pandemia, a través de una encuesta online. La respondieron 842 profesores (82% mujeres y un 18% de hombres), en su mayoría entre los 30 y 49 años.
De estos docentes, 35.4% reporto trabajar en establecimientos públicos, 33,2% en subvencionados, 25% en particulares, y 5,6% en otro tipo de dependencia. La mayor parte de los profesores provenía de la Región Metropolitana (41,2%) y un 32,3% se desempeña en la Región del Biobío (32,3%).
EMOCIONES NEGATIVAS
Según explicaron los autores, los resultados arrojados por el estudio son preocupantes, ya que se reporta una alta frecuencia de emociones negativas experimentadas por los profesores. Al preguntarse sobre las emociones más comunes durante la educación remota en pandemia, el 77% de los docentes reporta sentir estrés, 49,8% frustración, 41% angustia y 31,4% impotencia (ver gráfico).
La Dra. Daniela Bruna, docente Investigadora del CIME, manifiesta que "estas emociones se asocian a malestar, por lo que vale pena preguntarse, especialmente a nivel de los líderes del sistema educacional, cómo podrían estar impactando estas emociones en los estudiantes y qué medidas se deberían tomar para apoyar a los profesores en la elaboración estas emociones, que podrían tener una influencia negativa en su salud mental".
Con respecto a la presencia de sintomatología en este ámbito, los profesores reportan sentir principalmente ansiedad (59%), insomnio (55,1%), irritabilidad (29,8%). En relación a estos resultados, la Dra. Verónica Villarroel, directora del CIME, plantea que "sin duda la presencia de estas emociones puede tener efectos nocivos, especialmente cuando se cronifican, generando aversión y desmotivación hacia el proceso educativo. Es relevante que, tanto docentes como estudiantes, perciban la clase como un espacio de encuentro, que los contiene emocionalmente y entrega seguridad".
Villarroel explicó que por eso desde el CIME proponen que los establecimientos se preocupen de las emociones que rondan en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y que promuevan la generación de espacios protectores de salud mental. "No basta con asegurar la asistencia y la cobertura curricular, el aprendizaje no es sólo un proceso cognitivo, sino que es muy influido por lo socioemocional", sostuvo.
RANGOS ETARIOS
La Dra. Viviana Hojman, docente investigadora del CIME, comentó que los resultados indican que los profesores de mayor edad presentan mayor sintomatología en problemas de salud mental.
La hipótesis es que los docentes más jovenes tienen un mayor dominio de las herramientas tecnológicas, ya que se encuentran más familiarizados con éstas.
Por otro lado, se evidencian diferencias significativas entre los establecimientos. El Dr. Roberto Melipillán, colaborador en este estudio, manifestó que "se observa una tendencia, en la cual los docentes provenientes de establecimientos públicos se sienten más desanimados, mientras que los docentes de establecimientos privados se sienten más estresados. Sería importante profundizar en este hallazgo, a través de estudios cualitativos que permitan comprender con mayor profundidad, desde la perspectiva de los propios profesores, por qué habrían estas brechas".