Baja participación electoral en la Región
Es evidente y preocupante la baja participación ciudadana en las elecciones del 15 y 16 del presente mes, en las cuales se eligieron gobernadores regionales, constituyentes, alcaldes y concejales. El fenómeno de alta abstención se dio en todo Chile. En el caso de nuestra Región del Biobío, sólo el 41,2% del padrón electoral concurrió a votar, cifra que equivale a 549 mil personas, lo que significa una nueva baja respecto a las últimas elecciones, tanto del plebiscito de octubre (47,8%), como de las parlamentarias de 2017 (47,1%).
Las mayores bajas de participación se vieron en Talcahuano (13%), San Pedro de la Paz (13%), Los Ángeles (13%), Concepción (12%) y Hualpén (12%), mientras que comunas alejadas de los grandes centros urbanos dieron el ejemplo y fueron las que registraron mayor aumento en la presencia en las urnas, como Alto Biobío (26%), Contulmo (22%), Quilaco (20%), San Rosendo (17%) y Quilaco (15%).
En el plebiscito de octubre de 2020, la participación nacional casi llegó al 50%, tal vez por el simbolismo que tenía la consulta respecto de si era necesario aprobar o rechazar la idea de tener una nueva Constitución Política del Estado. Sin embargo, la elección reciente también tenía una gran trascendencia, por la posibilidad de elegir a quienes serán los redactores de la nueva Carta Magna, y a sus nuevas autoridades comunales y regionales.
Fue el 23 de enero de 2012 cuando se promulgó la ley 20.568, que reguló la inscripción automática y voto voluntario, con la que se pretendía resolver el problema de la alta abstención electoral. Pero no ha sido así y si bien con esa medida subió el padrón electoral, en la práctica los votantes efectivos van en caída, lo que revela las debilidades del sistema. Así, la abstención ha sido la principal protagonista en los diversos procesos electorales.
Tras cada elección, los dirigentes políticos tratan de hacer una autocrítica, que en el caso de los comicios del 15 y 16 de mayo ha sido transversal, pues el electorado se inclinó de preferencia por postulantes independientes, entendiendo que hay un fuerte rechazo a los partidos. Pero pocos logran asimilar y reconocer que desde hace tiempo se aprecia una falta de sintonía con los problemas reales que tiene la gente y que esperan que sean solucionados. Hay quienes plantean que las campañas electorales, lejos de mostrar los programas de las candidaturas, se enfocan en una guerrilla verbal de ataques y descalificaciones.
Preocupa la baja participación, porque significa que muchas personas se ponen al margen del mecanismo electoral. Tal vez quieren manifestar así su desencanto por la forma de hacer política. No obstante, ello debilita la democracia y da menos sustento y legitimidad a quienes son elegidos. El sistema democrático requiere de coaliciones gobernantes y opositoras fuertes, pero esto se altera si más de la mitad de los ciudadanos prefiere quedarse fuera, porque ellos serán finalmente los que se beneficiarán o perjudicarán con las iniciativas que aprueben las autoridades.
Tal vez la clase política no ha sabido interpretar las expectativas de los electores. Las encuestas han revelado que la desilusión de jóvenes y adultos se fundamenta en que no ven que sus problemas reales estén considerados en las agendas temáticas de los partidos. Esto significa que cada vez menos personas se identifican con las coaliciones tradicionales y se resisten a participar, tema que exige un estudio profundo. La democracia debe protegerse con valores positivos, como un electorado que participe y vote de manera consciente e informada, ya que en caso contrario será presa de populismos de izquierda o de derecha, que generan más daños que los que se quieren superar.
Ante el desencanto y la desconfianza ciudadana hacia la actividad política, hay quienes creen que es necesario volver al voto obligatorio y aspectos normativos que regulen el comportamiento cívico de los ciudadanos, en vez de orientar los esfuerzos de autoridades y políticos hacia un trabajo más destinado a reencantar al electorado.
En el caso de nuestra Región del Biobío, sólo el 41,2% del padrón electoral concurrió a votar, cifra que equivale a 549 mil personas, lo que significa una nueva baja respecto a las últimas elecciones, tanto del plebiscito de octubre (47,8%), como de las parlamentarias de 2017 (47,1%).