Alarmante nivel de violencia en Quidico
La quema de cuatro viviendas, acompañada del ataque al retén de Carabineros y las amenazas sufridas por personal de salud -todo ocurrido la noche del martes pasado, jornada calificada como "de terror" por los vecinos- ampliaron la alerta sobre la compleja situación que enfrenta Quidico, localidad costera de la comuna de Tirúa que se ha convertido en un símbolo de la violencia que afecta a la Provincia de Arauco
Quidico se ubica a 188 kilómetros al sur de Concepción y registra una población de 1.800 personas, que residen en 815 viviendas, 508 de ellas en la zona urbana.
Es conocida por ser una caleta de pescadores artesanales ubicada en el sector norte de la comuna de Tirúa y también por su condición de balneario, lo que explica la existencia de decenas de casas de veraneo y el hecho que -hasta hace poco- mezclaba la actividad pesquera con la turística, como fuente de ingresos para muchos de sus habitantes.
En el plano histórico, se reconoce que allí existió un antiguo lof, formado por familias lafquenches. Durante la Ocupación de La Araucanía -en 1865- se levantó allí un fuerte y en 1870 se instaló la Sociedad de Minas de Carbón de Arauco.
La zona se ha visto especialmente afectada este año por hechos de violencia. Recién iniciado enero -el día 5- vecinos del sector Palo Blanco informaron que a eso de las 7 de la mañana un grupo de encapuchados se tomaron un predio y robaron unos 70 vacunos. Decenas de los animales fueron encontrados después acribillados.
Una semana después, una vivienda resultó destruida por la acción del fuego tras un atentado incendiario registrado durante la madrugada. Vecinos reportaron que antes y después del ataque se sintieron disparos en el sector. Luego de siete días, el 19 de enero, otra vez ocurrieron hechos de extrema violencia: un grupo de desconocidos incendió un inmueble situado cerca del cementerio de la caleta y nuevamente se reportaron ráfagas en medio del atentado.
El 21 de enero, en tanto, dos viviendas fueron quemadas en el quinto evento de estas características en lo que iba del año. Los hechos ocurrieron en la avenida costanera y en el sector sur de la localidad, afectando a viviendas de veraneo.
Con un catastro total de 56 casas destruidas por atentados -más de un 10% del total de inmuebles del sector urbano- y la intensificación de los ataques incendiarios en el último tiempo, es evidente que se requiere de acciones mucho más efectivas para hacer frente a grupos de personas que están operando allí absolutamente al margen de la ley, con el consiguiente efecto de creciente temor en la comunidad.
Son múltiples los testimonios que en la última semana dieron cuenta de que el Estado de derecho no está operando en la localidad, donde -por el contrario- sus habitantes han estado a merced de hechos como la ocupación ilegal de viviendas, uso de armas de fuego, amedrentamientos e incendios intencionales. Una situación que a primera vista parece increíble por su gravedad, pero que está ocurriendo con alarmante frecuencia en el cono sur de la Región del Biobío.
Frente a ese escenario, la semana recién pasada el gobierno -a través de la coordinación de la Macrozona Sur- dio a conocer que se acelerarán medidas incluidas en una planificación ya definida, que busca mejorar la respuesta estatal ante tal nivel de violencia. Se mencionó que esto incluiría el refuerzo de personal policial, mejoramiento de infraestructura y de equipos de Carabineros.
Lamentablemente, suele ocurrir que aquellos anuncios no logren los efectos deseados y, adicionalmente, las investigaciones que se inician para intentar hallar a los responsables de estos sucesos -algunos de ellos incluso identificados por las propias víctimas- no avancen con la celeridad esperada ni presenten resultados concretos que se den a conocer a la ciudadanía. Por ello es tan importante insistir en que situaciones como la que se vive en Quidico son sencillamente inaceptables y no pueden tener justificación alguna debido a que transgreden las más mínimas reglas de la convivencia social.
Lamentablemente, suele ocurrir que aquellos anuncios no logren los efectos deseados y, adicionalmente, las investigaciones que se inician para intentar hallar a los responsables de estos hechos -algunos de ellos incluso identificados por las propias víctimas- no avancen con la celeridad esperada ni presenten resultados concretos.