La necesidad de cuidar los recursos hídricos
Los recursos hídricos y la gama de servicios que prestan, juegan un papel clave en el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la sostenibilidad ambiental. El agua propicia el bienestar de la población, el crecimiento y tiene un impacto positivo en la vida de las personas, al incidir en cuestiones que tienen que ver con la seguridad alimentaria y energética, la salud humana y el medio ambiente.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha llamado a celebrar cada 22 de marzo el Día Mundial del Agua, actividad que se realiza desde 1993, con el fin de destacar la importancia de ese elemento en el desarrollo sostenible, incentivando a las personas a hacer un uso responsable, tanto en las empresas como en los hogares. Nuestro país ha enfrentado durante la última década una sequía que afecta los cultivos del agro y la ganadería en varias regiones, y que impacta en la disponibilidad de alimentos, por lo que el cuidado del agua debe ser una prioridad. Dependemos de ese elemento para la salud pública y el progreso; es esencial para la seguridad alimentaria y energética, y sustenta el funcionamiento de las industrias.
Desde 2010, las napas subterráneas se han estado secando, al igual que las vertientes y los riachuelos de nuestra región. En las comunas rurales, los afectados han debido racionar el agua en acciones cotidianas, cuestión que los habitantes de los centros urbanos no alcanzan a dimensionar, a menos que vean cómo se estrechan los caudales de los ríos, como es el caso del Biobío. En zonas rurales esto se traduce en que los cursos de agua se están secando, lo que afecta a miles de personas, que no cuentan con disponibilidad suficiente para enfrentar sus necesidades diarias y para regar sus cultivos.
La Comisión Nacional de Riego destinó más de 7 mil millones de pesos durante 2020, para la bonificación de proyectos de riego tecnificado, obras civiles, entre otros, lo que permitió incrementar la superficie regada y también la ejecución de una mejor agricultura en la Región del Biobío. Los dineros se canalizan a través de diversos concursos que dispone durante todo el año la comisión para regantes, agricultores y organizaciones de usuarios. Las autoridades han informado que ya se encuentra disponible el calendario de concursos para el presente año.
Es evidente que ha habido un cambio en el régimen de lluvias, porque cuando en invierno caen precipitaciones fuertes, se concentran en muy poco tiempo, por lo que el agua escurre superficialmente y no se infiltra para recargar los acuíferos. Eso parece explicar los problemas que hay en la captación de aguas subterráneas, especialmente cada verano. Hay que considerar también que los procesos de urbanización han ido modificando los patrones de drenaje de los terrenos, lo que reduce la infiltración, el agua no se absorbe y -por el contrario- hay más posibilidades de desbordes de los ríos en invierno.
Chile será al 2040, el único país latinoamericano con estrés hídrico alto debido a la forma en cómo se gestiona el agua y a la falta de gobernanza. La megasequía exige actuar rápido para avanzar hacia una solución. El cambio climático es una realidad innegable. Y mientras nuestra zona enfrenta el déficit de lluvias desde hace casi una década, en el norte de Chile, la desertificación avanza sin cesar. Son situaciones que deben llevarnos a enfrentar esta realidad. Es un trabajo que puede tener muchas dimensiones. Primero, la comunidad científica y académica, a través de propuestas tecnológicas que impulsen una agricultura sustentable y capaz de enfrentar el cambio climático, mientras el Estado busca asegurar estándares ambientales y entregar el apoyo necesario para mejores prácticas que hagan sostenible la conservación y recuperación de suelos. También las personas en todo ámbito deben tomar conciencia del impacto que puede provocar cualquier actividad que realizan, más si se trata de aquellas reconocidas como atentatorias contra el medio ambiente. El cuidado del agua nos compete a todos y debe partir desde la base, en cada hogar.
La Comisión Nacional de Riego destinó más de 7 mil millones de pesos durante 2020, para la bonificación de proyectos de riego tecnificado, obras civiles, entre otros, lo que permitió incrementar la superficie regada y también la ejecución de una mejor agricultura en la Región del Biobío.