La necesaria protección a los menores
En los últimos años se ha podido apreciar un aumento de las noticias referidas a la pedofilia, la pornografía infantil, el grooming (acoso sexual a menores vía Internet) o el homicidio de niños, como podría ser el caso del pequeño Tomás, que se está investigando. Lamentablemente, los ataques a menores parecieran ser prácticas mucho más extendidas de lo que se cree. Ello explica que de forma permanente se desmantelen redes de pedofilia o de pornografía infantil. Significa que algo anda mal en nuestra sociedad.
Por eso, ha sido necesario ir adecuando las leyes a las nuevas exigencias, pero a la vez es necesario prevenir estas situaciones, lo que obliga a replantearnos qué actitud debemos tener respecto de la prevención de estos hechos.
A mediados de 2019, se aprobó una indicación presentada por el Gobierno a un proyecto de ley para que los delitos sexuales contra menores no prescriban. Con la legislación anterior, había un plazo de cinco años para investigar estos delitos y diez años cuando se trataba de crímenes. Hay que considerar que cuando las víctimas son niños, sienten un comprensible temor de denunciar y en muchas ocasiones sólo se atreven a hacerlo cuando han pasado años y el delito ha prescrito. Ese cambio en la legislación se produjo en momentos en que el país estaba conmocionado por el caso de la menor Ámbar Lezcano, de un año y medio, quien murió al ser abusada.
De acuerdo con algunas publicaciones que se han realizado en los últimos años, se cree que en todo el país al menos siete mil niños y niñas son explotados sexualmente, ya sea por la misma familia o por quienes operan redes del tráfico y comercio sexual. El abuso de menores es una forma de maltrato que incluye un amplio espectro de acciones entre un niño y un adulto. Es un delito deleznable y en aumento, si se considera que significa robar la inocencia y marcar la vida de un menor. En estos casos, se corta su línea de desarrollo sicológico y ese daño se observa en su etapa adulta.
El abuso de menores, la pedofilia y sus actividades anexas son prácticas mucho más extendidas de lo que se cree. Basta recordar el bullado caso Spiniak, que salió a la luz pública en 2003. En 2012 se puso en marcha un paquete de medidas para combatir los abusos contra adolescentes y niños, por lo que se puede solicitar de forma gratuita información acerca de personas que hayan estado involucradas en este tipo de delitos, a través de la página web del Registro Civil. La legislación incluso inhabilita de por vida a los condenados por esos delitos a ejercer cualquier empleo directamente relacionado con niños.
También la Iglesia Católica se vio estremecida por diversos casos de abusos que se han conocido y de los que se acusa a miembros del clero, lo que incluso llevó al Papa Francisco a intervenir directamente en el tema y a admitir que no habían reaccionado con prontitud y eficacia frente a las denuncias. Este tipo de pedofilia es un delito que en los últimos años se ha conocido en diversos países. Probablemente existía desde hace mucho tiempo, pero en la era de la información y de las comunicaciones, ya casi nada puede ser silenciado. Una denuncia atrajo a la siguiente y finalmente los casos salieron a la luz pública.
Estos son delitos con una alta tasa de reincidencia, de manera que la sociedad no puede permanecer indiferente y debe proteger a sus menores. De la misma manera, era necesario hacer imprescriptibles estos deleznables delitos en la legislación, para resguardar a los niños, contribuir a la seguridad, la integridad física y psicológica de ellos, y sobre todo castigar a los autores. Sin embargo, también los padres deben redoblar sus esfuerzos por protegerlos y disminuir al mínimo la oportunidad de verlos expuestos a estos ataques. Los abusos sexuales de menores no son errores o pecados que se pueden perdonar sino graves delitos que deben ser perseguidos por la justicia y cuyos autores y encubridores merecen ser castigados.
El abuso de menores es una forma de maltrato que incluye un amplio espectro de acciones. Es un delito deleznable y en aumento, si se considera que significa robar la inocencia y marcar la vida de un menor. En estos casos, se corta su línea de desarrollo sicológico y ese daño se observa en su etapa adulta.