La adicción a los celulares y redes sociales
De acuerdo con las cifras del INE, en Chile hay más de 27 millones de celulares, es decir, hay más aparatos móviles que habitantes, lo que explica que cada uno tenga más de un móvil, y que incluso los niños cuenten con ellos. Esa hiperconectividad llegó para quedarse, pero estar online las 24 horas, sobre todo en este período de pandemia, ha contribuido a aumentar el stress y la ansiedad que ya agobia a muchos, especialmente de quienes restan horas de sueño o del relajamiento real por convertirse en adictos a los celulares. En consecuencia, cada vez más personas buscan tratamiento psicológico para superar su dependencia de la tecnología.
Expertos indican que la adicción a los teléfonos celulares, tablets o videojuegos, se ve reflejada en una serie de efectos negativos para la salud física y mental de las personas, como dolores en el cuello y muñecas, mala postura, ansiedad, depresión, trastornos de sueño y dependencia a los dispositivos.
También ha surgido la nomofobia o el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil o a quedar desconectado porque se agotó la batería. Un estudio de la empresa Oracle Marketing Cloud reveló que las personas chequean su móvil hasta 150 veces al día, de manera que si bien la tecnología nació para facilitar la vida de las personas, trayendo enormes beneficios para la vida laboral y social, algunos pasaron a transformarse en adictos de ella y han adoptado hábitos nocivos que se arraigan cada vez más. Esas personas caminan y cruzan despreocupadamente calles con la cabeza gacha y los ojos puestos en la pantalla. O bien, dejando de interactuar en forma presencial con familiares o amigos por estar conectados vía celular.
Pero donde se enfrentan las mayores complicaciones es en el comportamiento de los niños, pues algunos se han hecho dependientes de los móviles y de las tecnologías en general, especialmente en este período de pandemia de covid-19, lo que ha reducido sus tiempos de estudio, ha afectado la atención, la concentración y dificulta el aprendizaje.
También un informe publicado en el Journal of Social and Clinical Psychology, de la Universidad de Florida, concluyó que, después de salir de la red social, el estado anímico de las personas se torna depresivo. A la vez, un estudio realizado antes de la pandemia, por la Universidad de los Andes, señaló que al menos siete de cada diez adolescentes chilenos usaban su celular regularmente en la sala de clases, y seis de cada diez admitían que ello afectaba su rendimiento escolar. La encuesta señalaba también que éstos reciben su primer teléfono, en promedio, a los diez años de edad, aunque hay un porcentaje significativo (38%) que lo recibía entre los 7 y los 9 años, y que en promedio, lo utilizaban durante siete horas al día, aunque el 20% lo ocupaba entre ocho y diez horas diarias, y el 10% lo usaba más de doce horas cada jornada. Según los autores de la investigación, el celular no cumplía con ninguna función educativa, pues se empleaba principalmente para escuchar música, jugar e intercambiar mensajes por WhatsApp.
El psiquiatra alemán Manfred Spitzer ha señalado que hay una "demencia digital", que afecta de preferencia a niños y jóvenes, tanto de forma cognitiva como emocional. Son más vulnerables las personas jóvenes, que desean tener siempre la última versión tecnológica, con lo que sienten que mejora su estatus y su autoestima. En Estados Unidos, donde los adolescentes mantienen una constante revisión de su teléfono, dos accionistas de Apple llamaron a la compañía, en una carta abierta, a proteger a los usuarios más jóvenes, de esta "demencia digital".
Pero algunos expertos sostienen que se podría buscar la forma de promover el uso del celular con fines educativos, con algunas aplicaciones que podrían ser útiles en la sala de clases, ya que se prevé que los menores se las arreglarán de alguna forma para burlar las prohibiciones. Es necesario -entonces- que los padres asuman un rol activo en el acceso de sus hijos a la tecnología.
Donde se enfrentan las mayores complicaciones es en el comportamiento de los niños, que se han hecho dependientes de los celulares, especialmente en este período de pandemia de covid-19, lo que ha reducido sus tiempos de estudio, ha afectado la atención, la concentración y dificulta el aprendizaje.