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Aunque ocurrido hace más de una década, indudablemente, el terremoto del 27 de febrero de 2010 continúa marcando la vida de quienes son parte del relato del Biobío.

No es extraño, cada cierto tiempo, escuchar historias familiares y de cercanos sobre las vivencias derivadas de la fatídica madrugada. Y es que, a 11 años del evento 8.8 grados, el momento y lo que vino luego continúa vivo en la memoria de los habitantes del Gran Concepción y sus alrededores.

Luego del sismo y posterior tsunami, que azotó la orilla territorial , con el pasar de los meses, la zona se fue levantando e intentado volver -lentamente- a la normalidad.

Al mismo tiempo, comenzaban a gestarse diversos proyectos en áreas como el teatro, la danza, la música y el sector patrimonial. El objetivo no era otro que encontrarse y buscar una salida.

El sector patrimonial, en muchos casos, fuertemente golpeado por las consecuencias de la naturaleza en sitios históricos y de vital importancia como el RAM Poderoso, el Museo Pedro del Río Zañartu o el Cementerio General de Concepción.

Contra la naturaleza, la música penquista dio con los acordes, líricas y melodías para protagonizar una de sus épocas doradas, después de los 90. El aún recordado ciclo "Tras bambalinas", fue cuna de un gran número de bandas que marcaron la década en la zona (Niño Cohete, Los Brando y Julia Smith, entre otros).

En el caso del teatro, el mismo sísmico año nació el Festival Internacional de Teatro del Biobío, instancia que aún continúa aportando en los derroteros de la escena dramática penquista.

Y al mismo tiempo, vivencias del evento marcaron el contenido y desarrollo del montaje "Amanecerá con escombros sobre el suelo", obra documental que reúne cinco testimonios de sobrevivientes de aquella madrugada.

Uno de los aportes surgidos a raíz del desastre natural fue el ciclo musical "Tras bambalinas", mientras que el patrimonio sufre todavía por el RAM Poderoso.

Nacieron como colectivo el mismo año, pero con otro sentido del movimiento, uno de carácter mucho más artístico y amigable, que el que azotó fuertemente a la zona hace justo 11 años. En este caso, enfocado en la danza contemporánea, a través de sus caminos, formas y expresiones. El colectivo Escénica en Movimiento emerge aquel 2010 producto de las fisuras e impactos que deja el 27F.

"A partir de ahí nuestro trabajo ha sido sistemático en las áreas de creación y formación en la danza contemporánea", resumen sus gestores sobre un trabajo que hoy los tiene convertidos en un centro cultural -desde 2012- de importante presencia en la Región y el país. "Nuestra misión es profesionalizar las artes escénicas y sus distintos formatos", indican sobre un camino que partió con el estreno la obra "... Y escaparon del peso de la oscuridad" (2016).

En paso del tiempo les permitió apuntar áreas de formación (EMFOCO), creación, investigación escénica y vinculación territorial, a través de Corredor Sur y el Festival Internacional de Danza Contemporánea LOFT. "Hemos dado visibilidad a la danza actual, formar audiencias y profesionalizar la práctica de ésta a nivel regional", acotan quienes hoy integran una entidad que desde 2018 ha sido considerada con aportes financieros, a través del Programa Otras Instituciones Colaboradoras del Ministerio de las Culturas.

Ciclos musicales hay muchos, hubo y seguirán siempre. Más en una ciudad tan identificada con esta expresión como es Concepción.

Sin embargo, pocos han marcado tanto a la zona como el ya legendario "Miércoles tras bambalinas". Iniciado post terremoto como una forma de reactivar la escena local independiente, la iniciativa gestada por Isabella Cichero y Mauricio Melo tuvo como escenario la ex Sala Dos en la galería Lido. "Nunca pensamos que se iba a transformar como en un albergue de huérfanos de noche, de música en vivo, de cultura y de arte (...) Más allá de música, albergó teatro, danza e, incluso, astrología", recuerda Cichero.

Por su escenario pasaron bandas que marcaría la década posterior de la escena, como unos novatos Julia Smith o Niño Cohete. Al mismo tiempo, este ciclo fue el precursor de lo que luego haría Melo con los ya también míticos "Conciertos del gnomo".

Precisamente, en el ex Santos Dumont radica parte del éxito de la iniciativa, quien fiel a su estilo, conectaba los sentires del público con los grupos invitadas. Con 101 versiones, 63 en la sala, el ciclo llegó a su fin a mediados de 2011. "Fue un escenario absolutamente autogestionado y sin ningún fin más que dar un espacio. Era un lugar que jugaba con la transversalidad del público y el escenario (...) Pasaba todo en el mismo lugar", resume la gestora cultural.

El terremoto también dejó su huella en las tablas locales, especialmente, con la obra de teatro documental "Amanecerá con escombros sobre el suelo".

Con 85 minutos de duración y estrenada en 2019, es un montaje producido por el Teatro Biobío y dirigido por Ítalo Gallardo y Pilar Ronderos, de la compañía La Laura Palmer.

Apoyada en material audiovisual, documental y biográfico, la trama gira en torno a los relatos de los sobrevivientes Juan Pablo Aguilera, Susana Badilla, Alicia Escudero, Cecilia Parada y Guillermo Meneses. Una experiencia íntima y reflexiva en torno a una de las tragedias naturales más grandes de los últimos 50 años, siendo un importante ejercicio de memoria colectiva.

Otro de los hitos del 27F que continúa, es el Festival Internacional de Teatro del Biobío, instancia que este año vivirá su 12ª edición.

Nacido en noviembre de 2010, fue resultado de un Fondart que fue adjudicado por Isabella Cichero, Muriel Miranda y Hugo Covarrubias. "Invitamos a compañías como La Pato Gallina o La Mala Clase, a un proyecto que sigue en marcha y que vivirá una nueva edición el próximo mes", comenta Cichero.

Hasta 2013, el evento representó al 45% de la oferta teatral anual del Biobío, posicionándose como uno de los más importantes de la Región.

Una de las grandes consecuencias que dejó el 27/F fue el daño patrimonial, el que continúa haciendo estragos y que -en algunos casos- no ve pronta solución.

Compleja situación es la que vive el RAM Poderoso. Contemporáneo del Titanic, construido en 1911 -en Liverpool- y dado de baja en 1988, el remolcador de alta mar fue declarado Monumento Nacional dos años más tarde.

En 1994 llega a Talcahuano y desde ese momento, bajo la administración de la Corporación Monumento al Trabajo Marítimo RAM Poderoso, la embarcación sobrevivió como un museo flotante, convirtiéndose en un hito de la comuna puerto.

Desde 2010 ha sido golpeado año a año por la ola del olvido, volcado frente a lo que era la ex Aduana de Talcahuano. Una situación que deteriora día a día el barco y que lo hace casi irrecuperable.

La inversión para levantarlo es cercana a los dos millones de dólares, monto imposible para la entidad y que condena al RAM al deterioro sin retorno.

Un presente similar vive el Museo Pedro del Río Zañartu, edificio que -a 11 años del terremoto- evidencia las consecuencias del sismo. Con pilotes de madera que sujetan parte de su estructura, si bien existen proyectos para su restauración, el tiempo avanza y no hay grandes cambios.

Situación completamente diferente es la que vive hoy el Cementerio General de Concepción, espacio que sufrió numerosos daños en algunas de sus tumbas. En un trabajo liderado por la corporación Semco ha logrado recuperarse del cataclismo.

El mausoleo de Herminio González, el de la familia Castellón, el de Pedro del Río Zañartu y el mausoleo del General José María de la Cruz, entre otras históricas tumbas, sufrieron en diferente índole. Hoy viven un nuevo presente, pues ellas son o se encuentran en pleno de proceso de declaratoria como Monumentos Históricos.