Por Makarena Sierra Alcayaga

En lo alto de las montañas andinas, justo donde Chile limita con Argentina, se reúnen cada año 52 talentos de toda América Latina. Tienen la oportunidad de aprender de la mano de músicos y músicas de cámara con excelencia internacional.

Se trata del Festival y Academia Internacional de Música Portillo, que se realiza en el Hotel Ski Portillo, pero que este año -en su tercera versión- se llevará a cabo en formato virtual, entre los días 20 y 24 de enero.

Contará con una parrilla programática que incluye la participación de la "Generación de Oro" de Concepción: el pianista Eugenio Urrutia-Borlando, la violinista Macarena Pesutic, el violinchelista y músico de cámara Jan Müller-Szeraws y la directora artística, Alejandra Urrutia (los tres últimos tocaban en la Orquesta de la Sociedad Bach de Concepción, dirigida en los 80 por el maestro Américo Giusti).

"En Chile y Sudamérica tenemos la suerte de poder tener un festival que reúne a jóvenes de todo el mundo. Será una experiencia, que les dará herramientas y motivaciones para un gran futuro, un recuerdo de por vida", señala Urrutia-Borlando, hijo del primer contrabajista de jazz moderno del país, Luis Urrutia Parra.

Si bien los jóvenes becados tendrán clases exclusivas con un cuerpo de profesores compuesto por Gabriel Betancur (Orquesta Filarmónica de Medellín, Colombia), Beatrice Ovalle (Orquesta Filarmónica del Municipal de Santiago, Chile), Gorgias Sánchez (Orquesta U. Nacional de Cuyo, Argentina) y el reconocido cuarteto internacional American String Quartet (Estados Unidos); una parte de este ecosistema musical también estará abierto al público. En este caso, con las masterclass dictadas por violinistas y cellistas estadounidenses como Steve Miahky, Katri Ervamaa, Kin Kaloyanides Kennedy y Maria Sampen, junto con Sara Mastrangelo desde Canadá, Vivian Sunnarvik desde Noruega y Sabine Bretschneider desde Alemania.

FORMATO NUEVO

Con el objetivo de abrir un canal por el que pueda viajar la música clásica y llegar a nuevas audiencias, se suman una serie de charlas y diálogos con la participación de distintos profesionales invitados, entre el neurocientífico Charles Limb, que mezclará la ciencia y la música.

Asimismo, cada jornada será concluida con conciertos. Para el cierre se estrenará una obra compuesta en pandemia por el músico chileno Carlos Zamora.

De acuerdo con Alejandra Urrutia, todos los nombres fueron seleccionados de acuerdo a la filosofía de la Academia, la que "si bien tiene por objetivo la excelencia musical", también considera la integridad como un pilar clave para un músico. Por esta razón, dice, el repertorio considera clases de liderazgo, coaching y yoga.

"Es un festival holístico. Muchas veces nos concentramos sólo en lo musical y después cuando uno deja de ser estudiante y entra en el mundo real, en el que no es fácil entrar, nos damos cuenta que hay más cosas. Por eso, nos preocupamos que tengan herramientas para enfrentar ese mundo y expandan sus fronteras a otras disciplinas", dice la directora titular de la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago desde 2018.

La organización del evento estuvo en manos de la agencia de artistas Fanjul&Ward, liderada por Alejandra Urrutia, quién en 2019 pudo llevar a cabo su sueño de entregar un espacio a jóvenes en el que se pudieran dedicar a la música por 24 horas.

La producción para esta nueva versión comenzó en noviembre. Una de las ventajas que tendrá el formato remoto es que su alcance se expande mucho más y, en palabras de la directora artística, es una línea de trabajo que considerarán como alternativa viable y simultánea en futuros encuentros.

"Sabemos que no es la mejor manera. Siempre es mucho más humano tener una clase presencial. Sin embargo, también nos hemos dado cuenta en este tiempo que es una posibilidad y será una opción que quedará en el tiempo. Creo que el próximo festival (2022), probablemente habrán espacios que se realizarán online", indicó la también violinista, quien se formó en la U. de Michigan, Estados Unidos, desde 1992.

5 jornadas considera este año el evento organizado por Alejandra Urrutia, que busca potenciar a los músicos en formación.

Este año debuta un espacio dedicado exclusivamente a mujeres: conversatorios en los que se hablará con distintas figuras destacadas de la música.

Por J. C. Ramírez Figueroa

Un vampiro que ha perdido la memoria -y por ende no es consciente de su condición- se pasea por un hospital donde al menos puede rasgar las bolsas de plasma con sus largas uñas. Y aunque se da cuenta que las clínicas son auténticos "McDonald`s de sangre" debe investigar enloquecidamente sobre los seres de su condición pasando por Anne Rice hasta la filosofía griega.

Así comienza el insólito relato del poeta penquista Tomas Harris ("De vampirismo e insomnio") que forma parte de "Quiero la cabeza de Bram Stoker" (Editorial Pan, 2020).

Una antología de cuentos dedicados a actualizar el mito de estos chupasangres, que han asustado y fascinado a varias generaciones.

Son 22 relatos de autores que van desde el uruguayo Ignacio Alcuri (una celebridad de TV y los relatos "pop" en ese país) hasta la reconocida María José Viera Gallo pasando por el narrador colombiano Hank Cohen especializado en lo fantástico, o la académica magallánica especialista en el concepto del mal, Carolina Yancovic.

UN AMPLIO RANGO

"¿Cómo escribir sobre un tema agotado hasta la exacerbación patológica? ¿Un tema que para colmo de males está de moda y que Netflix difunde al resto del mundo como lo más de lo más (…)?"

Es lo que se preguntan los antologadores Ignacio Fritz y Pablo Rumel en el prólogo titulado "No hay lugar común con unos colmillos afilados prestos a morder tu cuello".

Y la respuesta, evidentemente está en esas 325 páginas más el "obituario", donde se presentan a los autores incluidos.

Acá hay un intento por poner en valor la figura de Abraham Stoker (1847-1912), "Bram" para los amigos, que comenzó en este negocio de escribir relatos enfermizos, violentos, insólitos para la sociedad de la época. Una que ni sospechaba que la violencia real estaba a la vuelta de la esquina.

Como si esa perturbación mental de Stoker fuera un anuncio codificado de lo que contendría el siglo XX. "Ahí está la aristocracia en ruinas, los despojos vibrantes de la Revolución Industrial y la nueva cultura de masas, la sublimación del deseo, la represión y la sed de sangre, que también es consumo", escribe la dupla.

ATERRA Y ENTRETIENE

Esta colección funciona como segunda parte de "Quiero la cabeza de sir Arthur Conan Doyle" (Contracorriente Ediciones, 2018) y que busca, entre muchas cosas, armar un mapa alternativo de la literatura chilena, tan deudora de las escuelas de literatura creativa y que parece tan preocupada por las historias de universitarios de San Miguel o experimentos de una frase por página (tendencia que va en retirada al parecer).

Así podemos encontrar una especie de distopía en "Toque de queda", donde una joven es detenida durante la Dictadura y son los agentes los que terminan tiritando de horror en una venganza simbólica digna del mejor Tarantino, a cargo de Aniel Bifros, quien ya había publicado una novela sobre vampiros titulada "El cisne de hielo".

O la vuelta a lo ancestral -y los monstruos como base fundamental en el inconsciente colectivo chileno- en "Kreeh háaten. La luna está furiosa" de Carolina Yankovic. También hay ambientes victorianos ("Mack, the knife" de Sergio Alejandro Almira), western ("Balas de plata" de Michel Web y una regresión a la ya madura nación alternativa de los 90 con referencias a Sonic Youth y Nirvana, a cargo de Juan Calamares y "Los Altermonkees".

Dividida en cuatro partes: vampirología chilensis, los mitos de Drácula, prosas desde la tumba y Drácula Inc, es un "bicho raro" en la literatura nacional. Escrita con cariño y pasión por lo fantástico, consigue entretener, aterrar y dejar pensando sobre qué cosas profetizó Stoker más allá de estos bichos seductores y buenos para la sangre.

La colección puede leerse como la continuación de "Quiero la cabeza de sir Arthur Conan Doyle", que busca armar un mapa alternativo de la literatura nacional.