El verdadero significado de la Navidad
La Navidad ha sido tiempo de celebración, de alegría y de mucho consumo. Sin embargo, las condiciones especiales en que enfrentaremos este año la celebración, tras diez meses de pandemia de covid 19, con las consecuentes medidas de confinamiento de las personas, indican que debería ser la oportunidad propicia para el reencuentro con nosotros mismos y con la familia.
Estas festividades debieran tener un contenido más espiritual que comercial, considerando que se recuerda el nacimiento de Jesús y del significado que tiene -o debiera tener- para el mundo cristiano. En las últimas décadas, la sociedad se ha encaminado hacia el consumo y parece que este año, pese a las limitaciones, no fue la excepción. Es una realidad que no podemos desconocer. La actividad comercial tiene un fuerte movimiento en esta fecha y los negocios se prepararon para incentivar las ventas navideñas y de fin de año. Ya el año pasado habían enfrentado condiciones adversas, debido a los ataques a los locales, saqueos e incendios, tras el llamado estallido social, oportunidad en que el comercio tuvo que blindar sus vitrinas, no pudo exhibir la mercadería traída especialmente para la temporada, y por muchos días los comerciantes tuvieron que bajar sus cortinas anticipadamente, ante las manifestaciones violentas.
Diciembre es tradicionalmente el mejor mes para las ventas del comercio, y para lograr estos niveles, las empresas contrataban personal extra y extendían su jornada de atención, incluso los fines de semana. En esta oportunidad, las condiciones fueron diferentes. Pocos locales contrataron personal adicional y el nivel 2 del plan Paso a Paso, no permitió abrir los fines de semana, salvo los negocios del rubro alimenticio. Tal vez por eso, la avalancha de consumidores se concentró en los días hábiles.
No obstante, seamos o no creyentes, conviene destacar el mensaje más profundo del cristianismo: amar al prójimo como a sí mismo. La frase es profunda y resume los más altos logros que un ser humano podría tener: primero conocerse, es decir, entenderse para superarse y sobre eso amarse. Al tiempo, replicar ese ejercicio con quienes nos rodean. Se trata de juicios categóricos y en esa perspectiva, observamos que no siempre se observa la práctica de tales valores.
Esta Navidad debe ser una oportunidad para pensar en lo que somos, lo que estamos haciendo y hacia dónde encaminamos nuestra vida, la de nuestras familias y la relación con los demás. Debería ser tiempo de celebración, de solidaridad y de acogida a los demás, en especial a los más necesitados. Pero vivimos en tiempos en que pareciera que cada oportunidad que se le presenta al ser humano para fomentar su individualismo y su egocentrismo, no pasa inadvertida. Pareciera que la espiritualidad se declara en retroceso. Si bien las familias se vieron inmersas en el ajetreo de las compras, esperamos que también sea un tiempo para dejarse llevar por los sentimientos de solidaridad, dejando fluir nuestro afecto, cariño y comprensión con alguien que necesite de nosotros. Una interesante reflexión en este día debería conducirnos a ver qué lugar le está dando el ser humano a los valores que se dice que busca promover. Y lo importante es inculcarlos en los niños, para tratar de sacarlos de la fiebre materialista, porque cada año el significado de la Navidad se va perdiendo en el consumismo en que está inmersa la sociedad.
Esperamos que las familias se den tiempo para dejarse llevar por los sentimientos de solidaridad, dejando fluir nuestro afecto, cariño y comprensión con alguien que necesite de nosotros. Honremos al Salvador que vino a dar la vida por la humanidad. Puede ser un momento de encuentro, de amistad, de compartir el dolor, de acompañar al desamparado, de entregar una palabra de aliento al que lo pasa mal en esta pandemia, o aconsejar a quienes no han tomado el mejor camino. En eso, no debe perderse el foco, incluyendo a los menores, quienes suelen replicar las malas actitudes de los adultos, dejando de lado el verdadero sentido de esta fecha.
Estas festividades debieran tener un contenido más espiritual que comercial, considerando que se recuerda el nacimiento de Jesús y del significado que tiene -o debiera tener- para el mundo cristiano. La sociedad se ha encaminado hacia el consumo y este año, pese a las limitaciones, no fue la excepción.