Jóvenes explican a la gente cómo cuidarse del covid-19
En Biobío por ahora funciona una cuadrilla sanitaria, la que partió sus recorridos a mediados de octubre. Ya ha hecho 43 visitas a sectores donde hay brotes y lugares con aglomeraciones de personas, en los que informan sobre las medidas de seguridad o cómo desinfectar la casa.
Por Alma Canales Silva / alma.canales@diarioelsur.cl
Mientras retiene en sus manos una cabeza masculina de goma, color café, de pelo oscuro, ojos cerrados y que tiene puesta una mascarilla celeste, desechable, de tres pliegues, Pablo Pizarro se acerca a una pareja que está sentada en la plaza de Armas de Talcahuano. Ambos tienen puesta su mascarilla y conversan. Camila Morales, su compañera de trabajo, les pregunta cómo están, cómo se han sentido, cómo les ha impactado la pandemia. La pareja le responde de buena forma, le dicen que han estado bien, que salieron a tomar aire después de tanto encierro. Camila les cuenta que con su compañero son funcionarios de la Seremi de Salud. Específicamente, trabajan para el Departamento de Promoción de Salud y desde el 13 de octubre han estado recorriendo la Región, educando a la comunidad sobre el uso correcto de la mascarilla, cómo protegerse del covid-19, cómo sanitizar el hogar.
Camila es la coordinadora de la cuadrilla sanitaria que la subsecretaria de Salud, Paula Daza, presentó en la Región el 25 de octubre. Pero ellos ya venían trabajando hace dos semanas en esto.
Andrea Leonelli, enfermera asesora del Departamento de Promoción en Salud de la Seremi, cuenta que desde que se decretó el estado de excepción constitucional, el 18 de marzo, ellos han estado entregando información a la población sobre el covid-19 y cómo prevenirlo. Lo de las cuadrillas sanitarias es una estrategia que implementó el ministerio hace unas semanas para reforzar la educación vinculada a cómo prevenir el virus con las medidas de protección y la correcta sanitización de espacios, y que les permitió acotar este trabajo y darle directrices precisas.
En el caso de Biobío, la nueva estrategia del Minsal llevó a contratar a 11 personas para hacer este trabajo de difusión. Esto demanda una inversión de $13.770.000 mensuales, aproximadamente.
En la Seremi esperan en las próximas semanas que este número se amplíe, para que puedan crear nuevas cuadrillas y así multiplicar el trabajo.
Recorridos
La cuadrilla sanitaria está compuesta por profesionales de diversas áreas. Hay periodistas, trabajadores sociales, técnicos en prevención de riesgo, nutricionistas, profesores. Su jornada parte el lunes a las 8 de la mañana. Ahí inician el recorrido por el territorio definido previamente.
Para hacer esta definición, explica Andrea Leonelli, analizan la situación comunal vinculada a cantidad y localización de brotes, en cuál fase del plan Paso a Paso están y los mapas de calor, que cruzan la información de los lugares concurridos con aquellos donde se han presentado más contagios. Luego distribuyen qué lugares visitarán cada día.
Como son pocos integrantes, aún no hay personal suficiente para repartirse simultáneamente por la Región. Se enfocan en una comuna por día y como trabajan de lunes a sábado, abarcan seis por semana. El lunes estuvieron en Los Ángeles, el martes en Negrete, el miércoles en Talcahuano. El jueves y viernes lo destinaron a la provincia de Arauco, específicamente en Contulmo y Cañete, y cerraron el sábado en la Provincia de Concepción, en la Vega Monumental de Concepción.
Cuando llegan a un lugar se despliegan en parejas o tríos. Cuentan con dos fantomas, que son estas cabezas de goma que utilizan para mostrar de forma práctica y segura cómo usar y retirar las mascarilla y cómo el covid-19 puede ingresar al organismo.
En el centro de las ciudades recorren lugares muy visitados, como las plazas, el ingreso a los bancos, de las tiendas, el supermercado. También van a los barrios. Ahí la dinámica es diferente. Generalmente, comenta Leonelli, se coordinan con los dirigentes sociales para que ellos puedan difundir entre los vecinos que este grupo de personas de la Seremi de Salud estará en el sector. A veces también los acompañan. Hasta el momento la recepción ha sido buena, asegura.
Otro de los lugares que visitan recurrentemente son las ferias. Camila Morales, a modo de anécdota, relata que cuando llegan, los feriantes les dicen "otra vez nos encontramos", mientras se ríen. Ellos ya los identifican, porque al igual que los integrantes de las cuadrillas, quienes venden frutas y verduras suelen rotar en las ferias libres de la provincia.
"Con ellos tenemos una buena relación, ya nos conocen, pero a veces con la gente que va a comprar es más complicado porque no todos tienen buena disposición", reconoce.
Como ejemplo, Pablo Pizarro relata que en Talcahuano se acercaron a una mujer que apenas los vio les dijo que no le interesaba, sin escuchar si quiera de qué se trataba. Para mala suerte, agrega, se le acercaron más parejas de funcionarios. Todos recibieron la misma respuesta.
A la fecha han interactuado con 9 mil 354 personas en 23 de las 32 comunas, aunque hay algunas que han visitado más de una vez, indica Leonelli. En total han hecho 43 viajes.
Andrea Leonelli plantea que "solicitamos más recursos, los que estarían aprobados, y estamos esperando que lleguen para poder contratar más personal. Lo ideal sería tener una cuadrilla por provincia". Esto, afirma, les permitirá mejorar la cobertura y reforzar de manera más constante la información entregada.
Enseñar, no multar
La cuadrilla está compuesta por una docena de personas. Todas están uniformadas, con chaquetilla azul y gorro, con el logo del gobierno y letras bordadas que dejan claro que trabajan para la Seremi de Salud. Su aparición no pasa inadvertida. Por eso, cuando llegan a un lugar, la primera reacción de la gente es acomodarse la mascarilla, pues piensan que son fiscalizadores y que, por ende, los pueden sancionar.
Al principio, a mediados de octubre, era algo así, pues la cuadrilla estaba conformada por fiscalizadores de la Seremi. La asesora del Departamento de Promoción de Salud explica que antes de salir a las calles se les hizo una capacitación, principalmente para cambiar el chip de la sanción por uno con énfasis en la información.
Cuando contrataron a personas con dedicación exclusiva para la cuadrilla, los fiscalizadores volvieron a sus funciones habituales. Los nuevos trabajadores recibieron instrucción tanto en temas sanitarios como en otras temáticas que detectaron en los mismos recorridos. La gente a veces les pregunta sobre cómo acceder a bonos o realizar denuncias de violencia intrafamiliar.
Camila Morales recalca que no son fiscalizadores. Su rol es educar, no multar. Por eso, cuando se acercan a alguien lo primero que hacen es preguntar cómo están.
"Hay mucha gente angustiada, que se pone a llorar. Están angustiados porque no tienen trabajo, tienen problemas económicos, algunos no ven a sus familiares hace tiempo, otros están encerrados hace meses, también hay poca claridad respecto a qué va a pasar con el virus y un exceso de información que perturba", relata Morales.
Pablo Pizarro, su compañero, añade que el tiempo que ocupan con cada persona es variable. Pueden ser tres minutos, en los que entregan los tips básicos sobre cómo usar y retirar la mascarilla para no contagiarse, diferencias entre los tipos de mascarilla, la importancia del distanciamiento físico y cómo usar adecuadamente el cloro para sanitizar las viviendas, o hasta media hora. "Hay personas que a veces sólo quieren desahogarse, que las escuchen", afirma.
Todo el equipo tiene la misma disposición, pues tienen claro que la salud mental se ha visto bastante comprometida durante la emergencia sanitaria.
Cambio de conducta
Talcahuano es una de las 14 comunas de la Región que está en la fase 2 del plan Paso a Paso. Eso implica que en esos territorios hay cuarentenas, las que se aplican sólo los fines de semana.
Es miércoles, cerca de las 13 horas, y en la plaza de Armas, frente a la municipalidad, pasa gente. En uno de los tableros de ajedrez construidos en la esquina de Bulnes con Sargento Aldea, dos mujeres se instalan con sus colaciones. Se sientan una frente a la otra, se retiran la mascarilla y almuerzan.
Cerca de Aníbal Pinto, a mitad de cuadra, dos mujeres y un niño de unos seis años se sientan. Las mujeres, ambas con mascarilla, observan al pequeño, sin el implemento, mientras juega. En una banca, al medio de la plaza, una pareja toma sol mientras la mujer saborea un barquillo.
Todas estas situaciones son las que observan los funcionarios de la cuadrilla cuando llegan a la plaza. Seleccionan a las mujeres con el niño. Al verlos acercarse, la mamá toma la mascarilla y se la coloca al pequeño, que se aleja para seguir jugando mientras los funcionarios de la Seremi le dicen a las mujeres cómo cuidarse para no contagiarse ni contagiar a otros.
Camila y Pablo, a unos metros de distancia conversan con la pareja que come helado, a unos 50 metros de la primera pareja con la que interactuaron, que se toma una foto. Él se mueve la mascarilla. No se la quita, sólo la empuja hacia abajo, para que se le vea bien la cara mientras captura la selfie. Cuando captura la foto, toma la mascarilla del centro y la sube. Tal como le enseñaron que no debía hacerse.
Por eso Andrea Leonelli cree que la difusión de medidas debe reforzase. Los cambios de comportamiento deben reforzarse constantemente, plantea.