Nuevo cambio de timón en la Intendencia
Esta semana ha cerrado con la confirmación de un nuevo cambio en la Intendencia de la Región del Biobío, con lo cual Patricio Kuhn Artigues se convierte en el tercer jefe de Gobierno Regional durante la segunda administración del Presidente Sebastián Piñera, mientras que Sergio Giacaman García cierra su periodo de un año y siete meses en el cargo -asumió en abril de 2019- lapso en que le tocó enfrentar circunstancias extraordinariamente complejas, con el denominado "estallido social", los graves episodios en la Provincia de Arauco y el manejo de la pandemia como hitos centrales.
Se trata, por consiguiente, del término de una gestión donde el ahora exintendente -obligado por las circunstancias- debió dedicarse principalmente a enfrentar situaciones emergentes, más que a enfocarse en la mirada de mediano y largo plazo que tanto requiere una región para proyectar su desarrollo. Sin embargo, el perfil dialogante con el que la exautoridad buscó caracterizar a su gestión desde el primer día y su experiencia previa en el área social, le permitieron cumplir una buena labor en los momentos más complicados que debió enfrentar, especialmente a partir de la crisis de octubre de 2019, periodo en que fue capaz de abogar -pese a las contrarias circunstancias- por hacer privilegiar el diálogo, la canalización democrática de las demandas y evitar una escalada mayor en el clima de enfrentamiento, lo que pudo haber tenido peores consecuencias.
A juicio del propio Giacaman -entrevistado por El Sur en la edición de Reportajes de hoy- ese proceso concluyó el 25 de octubre de este año, con el plebiscito constitucional y por eso, a diferencia de lo que ocurrió hace un año, cuando evitó renunciar para explorar una candidatura a gobernador regional, esta vez sí decidió dar un paso a un costado con miras, desde la perspectiva política, a asumir una candidatura parlamentaria, además de impulsar algunos proyectos personales.
Y si la salida del anterior intendente regional, Jorge Ulloa Aguillón, estuvo marcada por una serie de sucesos que evidenciaron el complejo momento político que le tocaba vivir, como resistencias al interior de su propia coalición, descoordinaciones con el nivel central en episodios como la emergencia por los incendios forestales y -lo más relevante- una insuficiente capacidad de tomar con fuerza el liderazgo en temáticas consideradas claves para el futuro de la Región, esta vez la partida del jefe de Gobierno Regional se caracteriza por ser voluntaria y -de algún modo- reflejar también la dureza del periodo vivido recientemente.
Con todo, el hecho que exista un nuevo cambio de timón en la primera autoridad regional no es una buena noticia, especialmente en una Región que sumará a su tercer intendente en menos de tres años. La transición se produce en días que la zona enfrenta muy difíciles momentos, a partir de la necesidad de mejorar las cifras asociadas a la pandemia del covid-19 -el riesgo de que algunas comunas vuelvan al confinamiento total, con las gravísimas consecuencias sociales y económicas que eso tiene, es muy alto- y la necesaria reactivación económica.
Al respecto, varios gremios productivos de la zona habían enviado a principios de la semana un mensaje directo a Sergio Giacaman, pidiendo a través de una declaración pública que no concretara su salida del cargo. El temor que plantearon fue que las iniciativas se ralenticen y que el acople del nuevo jefe de Gobierno Regional y sus equipos, especialmente en la coordinación con el nivel central, pueda significar una menor rapidez en la concreción de las iniciativas comprometidas en aspectos tan relevantes como la generación de empleos a través de las inversiones públicas.
Un factor clave, además, de lo que se observa como desafío para el nuevo intendente, Patricio Kuhn, dice relación con el periodo de transición que se vivirá a partir de la elección de gobernador regional el próximo mes de abril. Aquello -la reforma democratizadora más importante a nivel subnacional luego de la elección directa de los consejeros regionales- es indudablemente una tremenda responsabilidad, especialmente porque a partir del año 2021 será una actualidad elegida por la ciudadanía la que tendrá a cargo las riendas de la Región.
La coordinación tanto a nivel regional como desde la zona con el nivel central serán procesos de alta complejidad que requerirán mucha capacidad de negociación, flexibilidad y, ojalá, un mejoramiento de la gobernanza público-privada que permita que los destinos de Biobío no dependan tanto de los ciclos y vicisitudes de la política, sino sobre todo de lo que los propios actores relevantes del territorio definan como una estrategia de desarrollo sustentable, inclusiva y participativa. Algo que, es de esperar, implique que estas autoridades validadas democráticamente sí cuenten con un mayor promedio de permanencia en el cargo y no estén sujetos, por un lado, a los vaivenes de la dependencia funcionaria del nivel central y, por otro, a las aspiraciones electorales que pueden adelantar el término de los periodos al frente de la administración de los gobiernos regionales.
El hecho que exista un nuevo cambio de timón en la primera autoridad regional no es una buena noticia, especialmente en una Región que sumará a su tercer intendente en menos de tres años y enfrenta un periodo muy difícil, con cifras asociadas a la pandemia del covid-19 muy altas y la necesidad de asegurar el avance de la necesaria reactivación económica.