"Que la gente diga en 50 años que todo lo que pasó valió la pena"
El exdiputado recuerda cómo se gestó el documento que puso fin a los días más violentos registrados en Chile durante el estallido social. Cree que los violentos siempre estuvieron y que no van a cejar en sus actos, pero él se declara "optimista".
Por Mauricio Ávila C.
El 18 de octubre de 2019 Mario Desbordes era presidente de Renovación Nacional. Desde día, comenzó a jugar un rol clave en el acuerdo que se firmó la noche del 15 de noviembre y que redundó en un proceso constituyente.
Hoy, como ministro de Defensa, mira hacia atrás y dice que no ha cambiado en nada su opinión sobre los acontecimientos que se desencadenaron ese tercer viernes de octubre. "Mantengo la misma visión. A partir de ese día hubo manifestaciones sociales amplias, masivas, de miles de ciudadanos pidiendo muchas cosas legítimas. Y, en paralelo, también actos de violencia injustificados que tienen que ser condenados y que sigue ocurriendo. Un sector de la izquierda comente un error cuando lo ve todo como legítimo, y uno de la derecha también se equivoca cuando lo ve todo como violento, todo como ilegítimo, en circunstancias de que uno tiene que diferenciar las manifestaciones ciudadanas y la gente en las calles, explotando después de años de que estaban quedando cosas debajo de la alfombra. Y eso creo que es importante diferenciarlo", asegura.
-¿Le parece que la reacción de la clase política estuvo a la altura de lo que ocurrió?
-Cada partido tiene que hacer un análisis de su rol, los dirigentes también. Hubo partidos más reacios a cambios, otros que querían echarlo abajo todo y en el medio habíamos varios que estábamos dispuestos a los cambios, a escuchar, a atender las demandas ciudadanas. Por lo tanto, desde lo que significa Renovación Nacional, creo que el partido estuvo a la altura y la gente lo valora en las encuestas. Fuimos capaces de coincidir con lo que la gente planteaba, de entender lo que la ciudadanía planteaba, porque la mayoría somos personas de clase media, con familia con problemas de pensiones o de salud. Ojalá hubiéramos podido hacer más cambios, pero todos los países tienen limitaciones y llegó un momento en que era más difícil ponerse de acuerdo. Ahora espero que retomemos el impulso reformista, el gobierno y la oposición. Por ejemplo, ojalá podamos sacar la reforma de pensiones.
-El gran valor es que pudieron juntarse después de muchos años y ponerse de acuerdo en algo.
-Sí, es importante eso. Muchos se sentaron obligados, pero se sentaron… otros se sentaron voluntariamente. El otro día me decían que yo había cambiado mucho mi discurso desde el 18 de octubre. Pero la gente que me conoció y escuchó por años coincide en que mi discurso siempre ha sido el mismo y que mi apertura al diálogo ha sido siempre la misma. Lo que pasa es que en octubre hizo más sentido a muchos cuando uno pide diálogo, pide conversar, salir de la trinchera, postergar un poco las legítimas aspiraciones de cada uno de los partidos con tal de buscar acuerdos. Pero habíamos varios en esa dinámica.
-Para el acuerdo, ¿pesó más el temor por la violencia o la masividad de las manifestaciones?
-Puede que alguno se haya sentado por temor. Yo me senté con planteamientos que había hecho públicamente. Por tanto, lo que digo hoy lo dije antes del 15 de noviembre: había que llegar a acuerdo pensando en las miles de personas que estaban en las calles. Hay quienes dicen "mire, no llegó la paz, no se logró nada". Y eso no es cierto. Hasta el 14 de noviembre el país estaba paralizado, todo cerraba a las tres o cuatro de la tarde, la mayoría de las ciudades estaba paralizada y eso al margen de los violentos que destruían todo… las ciudades estaban paralizadas porque había miles de personas en las calles. Del 15 en adelante la gente recogió el guante que significó este acuerdo, nos dio a los políticos la posibilidad de avanzar, la mayoría dejó la calle, excepto los violentos. También lo dije antes del acuerdo, esto no es para los violentos. Ellos van a seguir intentando destruirlo todo. Quiero hacer un punto: los violentos no son gente que esté por el Apruebo o el Rechazo, es gente que quiere frustrar el proceso constituyente porque quieren otra cosa muy distinta. Quieren algo similar a Cuba, a Venezuela, y lo dicen abiertamente, son grupos antisistema que buscan derribar la república que conocemos. Ellos van a seguir, dan lo mismo los acuerdos, las reformas, les da todo lo mismo. En ese contexto, yo por lo menos, me senté en la mesa pensando en los miles de chilenos que nos exigían reformas, cambios, soluciones a los problemas que los afligen, como las pensiones bajas, los medicamentos caros, los abusos públicos o privados. Yo por ellos me senté en la mesa, no por los violentos.
-¿Hubo algún momento en que pensó que se caía el acuerdo?
-Habíamos varios que llevábamos semanas conversando de manera bilateral. Yo fui a la casa de muchos dirigentes en esos momentos. Por lo tanto, sentía que había espacio para ponerse de acuerdo y por eso en algún minuto planteé en la misma noche cuando algunos planteaban que se seguía conversando al día siguiente, convoqué a los periodistas, les pedí que me abrirán los micrófonos y por eso dije de aquí no nos movemos hasta que haya acuerdo y yo sabía que se podía llegar a acuerdo.
-¿Qué fue lo fundamental?
-La flexibilidad que tuvimos distintos sectores. Porque había algunos que exigían todo o nada y esa gente se quedó bajo la mesa, lo que era poner en riesgo el acuerdo. Y a cierta hora del día algunos de los que estaban en el todo o nada se dieron cuenta de que había que ceder y creo que la voluntad y generosidad en cuanto a ceder y acercar posiciones que tuvimos la mayoría fue lo que permitió el acuerdo. Y, además, no escuchar a los que pretendían exigirlo todo o tirar el mantel.
-De cara al proceso constituyente da la impresión de que no es posible un ambiente de acuerdos como el de esa noche. Hay mucha polarización en el ambiente.
-El chiste de los 2/3 es ese. Se ha discutido mucho sobre qué significa. Lo conversamos con Gonzalo Blumel (entonces, ministro del Interior) el 14 en la mañana en el Congreso, antes de conversar con los dirigentes políticos, sobre la experiencia sudafricana. Ellos se odiaban a muerte, venían de muchos años de Apartheid, con Mandela preso por décadas. El odio era enorme, pero los dos tercios obligaron a ponerse de acuerdo. Entonces, si gana el Apruebo lo que va a pasar en el constituyente es que la mayoría que salga electa va a ser gente razonable que va a entender el rol que va a tener, que es extraordinariamente importante y van a estar obligados a ponerse de acuerdo. No va a ser cuestión de querer o no querer. Porque si un tercio puede bloquear al resto, también pasa a la inversa. Lo que va a pasar es que probablemente va a haber unas semanas de tensión, como ha pasado en todas las constituyentes. Va a haber tironeos, pero va a llegar un momento en que se diga "ya, sentémonos, yo estoy dispuesto a aprobar todo esto en la medida que tú apruebes todo esto". Estoy optimista. Estás obligado a llegar a acuerdo.
-¿Es lo que espera la ciudadanía?
-Es lo que nos exige. Y eso es lo otro que hay que entender. Hay que hacer oídos sordos al delincuente que incendia, que tira molotovs y también hacer oídos sordos a la barra brava, a la gente en Twitter que está constantemente haciendo llamados a incendiarlo y destruirlo todo, desde los dos extremos, tanto el loco de patio de usa símbolos nazis como al otro que quiere incendiar el palacio de La Moneda. A ambos extremos no hay que escucharlos y hay que mirar para adelante. Y adelante te vas a encontrar con la ciudadanía que quiere que uno se siente, converse y se pongan de acuerdo. No nos piden otra cosa. Y que de una vez por todas tengamos una Constitución que nos identifique a todos y de ahí para adelante vamos haciendo reformas.
-¿Cómo cree se va a recordar este tiempo, qué va a decir la historia?
-Todavía no sé cómo va a terminar escrito, porque todavía falta el plebiscito, falta la elección de los constituyentes. Lo vamos a saber en año y medio más. Pero yo espero que se recuerde como un período en que Chile cambió para bien, que se inició un período virtuoso de Chile, que una vez por todas salimos de lo que los economistas llaman la trampa del ingreso medio, que estamos casi casi, casi desarrollados, casi en el primer mundo… Yo creo que se puede iniciar un proceso virtuoso y que la gente diga en 50 o 100 años más que todo lo que acabamos de pasar este año difícil valió la pena.