Trump nomina a la jueza Barrett para la Suprema a semanas de las elecciones
En medio de las tensiones por los comicios de noviembre, el mandatario oficializó la polémica postulación de la magistrada conservadora al puesto que quedó vacante tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg.
Desde la Casa Blanca, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump anunció la nominación de la jueza Amy Coney Barrett al puesto que quedó vacante en la Corte Suprema tras la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, con el objetivo de poner un histórico sello conservador en el máximo tribunal cuando faltan pocas semanas para las elecciones y cuando el mandatario ha intensificado sus reparos al voto por correo y ha puesto en duda una transición pacífica si llega a perder.
"Hoy es mi honor nominar para el Tribunal Supremo a una de las mentes legales más brillantes de nuestro país", dijo Trump en su declaración a la prensa. El mandatario elogió de manera extensa los logros académicos de Barret y bromeó diciendo que el proceso de confirmación que se avecina "debería ser fácil" y "extremadamente no controversial". Ningún candidato a la corte ha sido considerado tan cerca de una elección presidencial, con la votación anticipada ya en marcha. Por lo que Tump alentó a los demócratas a aceptar su nominación rápidamente y "abstenerse de ataques personales y partidistas".
Barrett dijo que estaba "verdaderamente honrada" por la nominación y agregó que estará consciente de quién estaba antes en el puesto y elogió a Ginsburg. "Se ha ganado la admiración de las mujeres en todo el país y, de hecho, en todo el mundo", declaró durante su discurso.
El probable cambio en la composición de la Corte, que pasaría de Ginsburg, que es un símbolo liberal, a Barrett, una jueza ultraconservadora, sería el mayor cambio ideológico desde que Clarence Thomas remplazó a Thurgood Marshall hace casi tres decenios.
Si es confirmada por el Senado, Barrett será una esperada recompensa para los conservadores. Los senadores republicanos se preparan para las audiencias de confirmación y el voto en el pleno se espera para antes del día de las elecciones.
Los demócratas esencialmente carecen de poder en el Senado para impedir la votación. El líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, dijo que el Senado votará "en las próximas semanas" sobre la confirmación de Barrett, y agregó que Trump "no podría haber tomado una mejor decisión" al nominar al juez de la corte de apelaciones.
EL PERFIL DE BARRETT
El nombre de Amy Barrett ya había sonado para cubrir una anterior vacante en el Supremo hace dos años y esta vez cobró de nuevo protagonismo al prometer Trump que sería una mujer quién ocuparía el puesto de Ginsburg.
Actualmente jueza del Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de EE.UU., la abogada de apenas 48 años parece perfecta para la administración de Trump: defensora de las políticas antiaborto, contraria al programa Obamacare y religiosa católica declarada. De llegar al máximo tribunal se convertiría en la integrante más joven en ocupar uno de sus nueve puestos vitalicios.
Barrett, madre de siete hijos, dos de ellos adoptados en Haití, casada con el exfiscal Jesse Barrett, salió airosa en su audiencia de confirmación en 2017, en la que se hizo polémica una pregunta de una senadora demócrata sobre el dogma, en alusión a la religión, y la ley. "Si me pregunta si me tomo en serio mi fe y si soy católica fiel, lo soy, aunque enfatizaría que mi afiliación personal a la iglesia o mi creencia religiosa no influirían en el desempeño de mis deberes como jueza", respondió Barrett.
La futura posible nueva integrante del Tribunal es una reconocida crítica del fallo con el que el Supremo legalizó el aborto en 1973 y ha apoyado las restricciones a esta práctica promovidas en los últimos años por ultraconservadores y republicanos, que con la posible nueva mayoría en el tribunal ahora ven posible revertir la decisión original.
Igualmente, ha sido proclive a apoyar la Segunda Enmienda, que protege el derecho a poseer y portar armas, y en junio pasado respaldó, al disentir de sus colegas, la norma de "carga pública" implementada por el Gobierno de Trump que castiga a los inmigrantes beneficiarios de ayudas oficiales que aspiran a obtener su residencia en este país.