Mala evaluación de los sistemas de salud
Si se analizan las principales preocupaciones que tienen los ciudadanos, probablemente se llegaría a una larga lista, aunque con distintas prioridades. Sin embargo, habría algunos temas centrales que no podrían estar ausentes, como las dificultades de acceso a la salud y su deficiente calidad, algo que en forma recurrente revelan las encuestas; los problemas de la educación y sobre todo el endeudamiento de los jóvenes que egresan de las universidades; la delincuencia e inseguridad; las pensiones insuficientes así como las bajas remuneraciones y el desempleo.
Desde hace tiempo que en diversos sondeos el tema de la salud es mal evaluado por la ciudadanía. Recientemente, el Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello dio a conocer la Encuesta Nacional de Salud 2020, en la cual el sistema obtiene la peor nota de experiencia usuaria de los últimos diez años, bajando desde una nota 4,2 (2019) a un 4.0 y acumulando una baja de 0,4 puntos en una década.
El académico de ese instituto, Javier Labbé Cid, ha señalado que la caída en la evaluación del último año afectó principalmente a los beneficiarios de las Isapres, que bajaron de un 4,3 a un 4,1, mientras que los beneficiarios del Fonasa bajaron de un 4,1 a un 4.0. De acuerdo con la encuesta, las percepciones de deficiencia en la salud se notan mayormente entre las personas de 18 y 40 años, que se sienten más afectadas. Por nivel socioeconómico, el grupo más alto (ABC1) ha sido el más crítico con la situación que enfrentan como cotizantes de la salud privada (Isapres).
Si se consideran los atributos evaluados, el estudio dice que los más castigados fueron la infraestructura, el monto pagado y el tiempo que dedicó el médico a la atención, mientras que respecto a la oportunidad o prontitud en la atención, los servicios más castigados fueron la entrega de exámenes y la prestación en los Servicios de Atención Primaria de Urgencia (Sapu).
Es cierto que la inversión en el sector salud se ha incrementado fuerte en las últimas décadas, pero la percepción que tiene la gente es que los problemas no se resuelven. Porque no basta con dictar leyes que extiendan la asistencialidad si no están creadas las condiciones para atenderlas. El Auge es un caso típico. Las listas de espera son largas y en algunos casos los pacientes prefieren ir por una atención particular e inmediata, que esperar meses y hasta años que corra la lista, con riesgo para su salud. En algunas zonas, por ejemplo, la falta de médicos especialistas y la presión por cumplir con los plazos de atención de patologías Auge son los principales factores que hacen que el sistema de salud hospitalario sea crítico en muchos establecimientos. Da la impresión de que la salud no sólo necesita de recursos, sino también deben resolverse problemas de gestión, falta de camas y de médicos, situación que, con algunos matices, hace crisis en cada ciudad.
El descontento que hay con los sistemas de salud es preocupante si se contrasta con el aumento del presupuesto sectorial, lo que significa que la sensación de desprotección es grande, y que a juicio de algunos expertos se trabaja con modelos de atención equivocados que no resuelven las necesidades de las personas y, por otro lado, estimulan el gasto. De ahí que se requiere una gran transformación de la lógica con la cual actúan el sistema público y el privado.
Desde hace más de una década se viene hablando en el país de la necesidad de cambiar los modelos de atención, para adecuarlos más al perfil epidemiológico y demográfico de la población, considerando que nuestra sociedad ha envejecido y se han extendido las expectativas de vida. De acuerdo con las encuestas, cada vez más los ciudadanos indican que deben destinar una mayor parte del presupuesto hogareño a los gastos en salud y medicamentos, en especial para los adultos mayores. En consecuencia, los sistemas de salud hay que abordarlos en forma integral, al igual que las propuestas de reformas para ajustarlos a las necesidades reales.
El Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello dio a conocer la Encuesta Nacional de Salud 2020, en la cual el sistema obtiene la peor nota de experiencia usuaria de los últimos diez años, bajando desde una nota 4,2 (2019) a un 4.0 y acumulando una baja de 0,4 puntos en una década.