Seguridad en las vacunas contra el covid-19
Hace unos días se informó que el laboratorio sueco-británico AstraZeneca y la Universidad de Oxford detuvieron la fase 3 de las pruebas que desarrollaban de su potencial vacuna contra el covid-19, tras detectar posibles reacciones adversas en un participante del estudio en el Reino Unido. Es una medida que se debe tomar cuando hay una enfermedad potencialmente inexplicable en las pruebas, con el fin de ver la forma de minimizar cualquier impacto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 176 proyectos de vacunas en curso en el mundo, de los cuales 34 están en ensayos clínicos, lo que significa que empezaron a ser probados en seres humanos. Entre estos, ocho se hallan en la fase 3, la más avanzada, etapa que requiere la participación de al menos 30.000 voluntarios, para extraer la información sobre la eficacia del producto y confirmar que es seguro.
La carrera de las vacunas ha desatado una competencia entre estados, que están aportando miles de millones de dólares a las investigaciones, y también de los grandes laboratorios farmacéuticos que quieren encontrar la inmunización. Asimismo, hay muchos intereses en juego. Si bien la revista médica británica The Lancet publicó un estudio preliminar sobre la vacuna rusa conocida como Sputnik V, que mostró que desarrolla una respuesta inmunitaria sin efectos indeseables graves, otras voces, principalmente de Alemania y EE.UU., han puesto en duda su eficacia. Incluso la OMS ha recomendado el uso sistemático de corticoides para los pacientes que sufren de una forma severa o crítica de covid-19 ya que reduciría la mortalidad, aunque un informe publicado en la revista British Medical Journal detalló los resultados de varias pruebas y advirtió que el uso de esos corticoides no es recomendable en el caso de los pacientes con síntomas leves.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha dicho que ese organismo no avalará una vacuna contra el coronavirus si no es segura y eficaz, y que si bien hay unas cuantas que son prometedoras, no serán utilizadas hasta que se haya establecido que superaron exitosamente todas las pruebas. Sin embargo, no están en condiciones de garantizar un plazo para que las inmunizaciones estén a disposición del público, pero lo más probable es que habrá que esperar hasta mediados de 2021 para realizar vacunaciones masivas eficaces y seguras contra el covid 19. Es muy probable que haya más de una vacuna disponible y que las que salgan al mercado podrían ser utilizadas en distintos grupos de población.
Estos ensayos clínicos no son nuevos, pero en este caso plantean el dilema de cuán ético es infectar a un grupo de personas voluntarias con un virus que produce una enfermedad para la cual no hay cura y de la que se desconocen sus efectos a largo plazo, aunque esto sea para acelerar la producción de una vacuna. Hace unos meses se señaló que tres mil chilenos podrían participar voluntariamente en esas pruebas y que será el Instituto de Salud Pública, junto con un comité ético, que determinará los requisitos para tomar parte. La estrategia de participación de Chile en estas pruebas se basa en buscar alianzas internacionales para realizar estudios clínicos de fase 3, luego de haberse aprobado las fases anteriores para ver la efectividad de la inmunización. Se quiere garantizar el suministro oportuno de una vacuna que sea segura y efectiva, con ensayos clínicos colaborativos dirigidos por la comunidad científica nacional. La participación en estas pruebas conllevará una negociación de un suministro preferente, en el caso de que resulten exitosas, de 10 millones de dosis en el primer año y podrían llegar hasta 60 millones de dosis en el curso de tres años.
Pero es importante no alimentar falsas esperanzas en la población mundial, respecto de estas vacunas aún en ensayo, porque esto puede aumentar la complacencia frente al virus y hacer que se descuiden gestos básicos de prevención, como la distancia social, el uso de mascarillas y el lavado de manos.
La carrera de las vacunas ha desatado una competencia entre estados, que están aportando miles de millones de dólares a las investigaciones, y también de los grandes laboratorios farmacéuticos que quieren encontrar la inmunización.