La conservación del patrimonio arquitectónico de una ciudad ha sido siempre un punto importante a considerar a la hora de hacer planificación y diseño urbano, especialmente porque se trata de espacios que a través del tiempo se van transformando en lugares con los cuales los habitantes se van identificando, quedando anclados en la memoria colectiva de las personas y constituyendo un valor que se debe preservar y proteger.
Concepción no está ajeno a este comportamiento. Durante los últimos meses y a raíz de la discusión ciudadana que se ha dado en torno a la actualización del Plan Regulador Comunal (PRC), que pretende limitar considerablemente la altura de edificación, se ha vuelto común escuchar argumentos que vinculan esta limitación con la conservación del patrimonio de la ciudad.
Sin embargo, es importante aclarar que no todas las edificaciones, por muy antiguas que sean, pueden ser consideradas un patrimonio digno de proteger. De hecho, para que una obra de arquitectura pueda ser considerada patrimonio arquitectónico a nivel nacional, debe cumplir con lo establecido en la Ley N° 17.288 de Monumentos Nacionales y Normas Relacionadas.
Otras alternativas disponibles para esta conservación son la Ley y Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, que permite, a menor escala, que el PRC declare un edificio como "Inmueble de Conservación Histórica", dadas sus características arquitectónicas o de valor cultural, sin contar con una declaratoria de Monumento Nacional. También puede declarar una "Zona Típica" o construcciones de Conservación Histórica.
Es así, que los Instrumentos de Planificación Territorial, como los PRC, pueden entonces identificar y establecer en distintas categorías, y en el marco de la normativa vigente, cuáles son los elementos y obras de arquitectura que cumplen con las condiciones para constituir patrimonio. Los que no cumplen con estas condiciones, no lo son, aunque alguien quisiera así considerarlo.
Por otro lado, mantener el patrimonio intocable, y sin un uso acorde a su emplazamiento y su relación con el contexto, es condenarlo a su deterioro y segura desaparición. Ejemplos en nuestro centro histórico hay varios, como son el emblemático Mercado de Concepción o el antiguo teatro del liceo Enrique Molina, que gracias a una intervención concertada de entidades públicas y privadas, al menos ahora está siendo protegido del vandalismo.
Lo interesante, es que en este caso la Ordenanza Local del PRC también puede permitir que una obra declarada patrimonial tenga la posibilidad de ser intervenida en distintos grados, y por lo tanto, poder ser adaptada a nuevos usos que le otorguen una utilidad y un mayor tiempo de vida, así como también la posibilidad de convivir con estructuras y edificios contemporáneos. Incorporar la modernidad al patrimonio construido y viceversa, parece ser, en consideración a la historia de nuestras ciudades, una tarea necesaria y primordial.
La misión de arquitectos y planificadores, así como también de los que invierten en la ciudad, es reconocer junto con la ciudadanía que puede existir un valioso patrimonio arquitectónico, que junto con preservarse, debe conservarse, mantenerse, usarse y articularse con nuevos usos y nueva arquitectura, que en el futuro constituirá seguramente el patrimonio de las generaciones futuras.