Locatarios de Plaza Perú evalúan estrategias para el desconfinamiento
Mientras algunos amplían sus locales para mantener la distancia social, otros evalúan la incorporación de tecnologías para evitar las filas.
La Universidad de Concepción está sin clases presenciales y en el sector de Plaza Perú lo notan. Antes de la pandemia, gran parte de los miles de alumnos de la casa de estudios penquista abarrotaban los locales de la diagonal Pedro Aguirre Cerda o de las primeras cuadras de Paicaví para comprar almuerzo o, más tarde, para beber algo con los amigos. Ese panorama comenzó a desdibujarse en octubre del año pasado, con el estallido social, y este año, con la irrupción del coronavirus, desapareció.
Ahora, en vez de locales al tope, mesas llenas y gente paseando por el sector, se observa uno que otro repartidor de las aplicaciones que va a retirar pedidos, puertas con micas y separaciones para atender al público manteniendo la distancia social e incluso, rejas con candado. Al menos son dos negocios de calle Pedro Aguirre Cerda en esta última condición.
Los locales que siguen abiertos cuentan que el delivery -única modalidad que está autorizada por el Ministerio de Salud- les ha permitido mantenerse, pero que la situación es compleja. Mientras esperan mayores detalles sobre el plan "Paso a Paso, Nos cuidamos", estrategia anunciada por el gobierno para salir del desconfinamiento, analizan cómo seguirán funcionando y qué cambios tendrán que realizar para funcionar con esta nueva realidad que obliga a la distancia social.
En algo que coinciden es que hay que mejorar las herramientas tecnologías para recibir pedidos y reservas y así evitar que se formen filas y, con ello, las aglomeraciones que pueden propiciar contagios de covid-19.
El problema de las filas
Kinwa llegó en 2019 a Plaza Perú. Su comida vegetariana -vegana en un gran porcentaje- es consumida principalmente por estudiantes y trabajadores del sector. "Esto siempre ha sido un local de comida al paso, comida para llevar, porque no tenemos mesas en el local, pero como ya no hay estudiantes, las ventas bajaron", cuenta Pablo Medina, dueño del establecimiento.
Medina dice que siempre tuvieron el sistema de delivery, pero antes era un complemento y ahora soporta el grueso de sus ventas. Estima que sus ingresos no superan el 35% de lo que percibían antes del coronavirus y el estado de emergencia, ventas que podían llegar a 250 pedidos diarios en los mejores días.
La baja en las ventas hizo que redujeran a la mitad el personal activo. Tenían a 15 personas y unas ocho están en sus casas, acogidas a la Ley de Protección del Trabajo. A las que quedan las van a buscar y a dejar a sus casas, para evitar que se contagien.
Medina ve con escepticismo el plan para el desconfinamiento. "No se quieren aglomeraciones, pero éstas se producirán si se vuelve a clases", plantea. El principal problema que vislumbra en estas condiciones es cómo harán para que se mantenga la distancia social, pues hoy las filas no superan las tres o cuatro personas, pero en tiempos normales, la demanda es de varias decenas.
"Habrá que innovar en la forma de recibir los pedidos y mejorar las tecnologías para que los clientes no hagan fila", concluye.
Con ampliación
La Cocina es un local ubicado en Paicaví, casi llegando a Plaza Perú. Es uno de los más grandes del sector. Su superficie, superior a los 100 metros cuadrados, fácilmente albergaban a 400 personas. Ahora, todo ese espacio está vacío. La entrada está demarcada para ingresar al mesón donde se toma el pedido y, una vez entregado, los clientes deben salir por otra puerta. Afuera se habilitó otra zona donde se entregan los pedidos delivery.
El cambio ha sido enorme y Cristian Ovalle, gerente de operaciones del local, lo grafica así: "Antes de la pandemia nosotros empleábamos a 150 trabajadores, la mayoría de ellos estudiantes y otro grupo de personas, sobre todo la de la cocina, que llevaban más de 20 años en la empresa. Ahora sólo 22 están activas".
Ovalle cuenta que, en promedio, reparten unos 80 pedidos diarios, lo que equivale al 5% de las ventas que tenían el año pasado. Esperan que el panorama mejore en los siguientes meses, sobre todo tras el anuncio que hizo el gobierno para dejar el confinamiento.
Como tienen un espacio amplio, reconoce Ovalle, no tendrán problemas para colocar las mesas más separadas una de otra. Y, si esto no fuera suficiente, ya están haciendo arreglos para habilitar estos metros cuadrados.
El gerente de operaciones indica que están evaluando un sistema mixto, para continuar con el delivery una vez que se permita abrir a los restaurantes y locales nocturnos. "También estamos viendo un sistema de reservas para quienes vengan al local, porque ya no se va a poder hacer fila", agrega.
Mantener el delivery
Una pizarra instalada en la entrada anuncia que el Bar Margarita está abierto. Donde antes había mesas, ahora sólo hay una silla que marca la distancia para hacer los pedidos, y una mesa donde se entregan los pedidos.
Gian Campodonico, dueño del bar, menciona que lo primero que tuvieron que hacer fue ajustar la carta y ofrecer productos que cupieran en los envases que se usan para delivery. También redujeron su personal. De 18 personas pasaron a tres.
Campodonico tiene sentimientos encontrados respecto al anuncio del gobierno del retorno a las actividades. Por una parte espera que la apertura de los locales permita repuntar las ventas, ya que ahora sólo alcanza el 12% de sus ingresos antes de la pandemia. Sin embargo, le preocupan las exigencias que fije la Autoridad Sanitaria.
En su caso, el local tiene poco espacio para las mesas. Por eso, anuncia, está evaluando cómo mantendrá el negocio: "Voy a ver si sigo sólo con delivery hasta que esto se normalice, porque en algunos casos puede salir más caro abrir que mantener cerrado".