"La distancia fue nuestro principal problema, no podíamos tomar los test con la rapidez requerida"
El profesional relata la situación que enfrentó la comuna a partir de mayo y que significó un peak de 90 casos de covid-19 en dos semanas. Se realizaron tomas de muestras para exámenes a domicilio, pero los resultados demoraron por la lejanía.
De acuerdo al último Informe Epidemiológico Covid-19 entregado por el Ministerio de Salud, en la última semana solo hubo un nuevo contagio en la comuna de Alto Biobío.
La disminución de casos era uno de los objetivos del cordón sanitario aplicado durante un mes en la zona y que concluyó el pasado viernes 11. La medida se aplicó luego del explosivo registro de contagios que tuvo como peak la última quincena de mayo, cuando en dos semanas la cifra llegó a 94.
El médico Alfonso Lépez ejerce desde hace casi cuatro años y medio en la zona y es uno de los cinco facultativos que integran el Cesfam Ralco, el único de la comuna. Junto al recinto de salud, operan ocho postas rurales, que conforman en su totalidad la red de atención primaria municipal.
"Cuando partió la pandemia en marzo, se empezaron a realizar cambios. Al principio atendíamos las urgencias de todo tipo, pero después empezamos a hacer un listado de todos los pacientes que necesitaban atención más urgente en domicilio", explicó el médico. Agregó que luego elaboraron un registro de todos los pacientes que debían ver en abril y mayo, citando a quienes tenían menos riesgo de contraer el virus a atenciones que se deban con todos los resguardos necesarios.
En marzo la municipalidad local habilitó una barrera sanitaria de manera autónoma, donde se informaba a quienes viajaban al lugar que la situación y se les entregaba información educativa sobre el coronavirus, además de tomar temperatura para ver si era necesario derivarlo al Cesfam.
"Por la geografía de la comuna y por la cultura de vida de las personas, sobre todo porque los jóvenes salen a trabajar por temporada, sabíamos que en el momento en que hubiera casos no serían pocos, sino que de inmediato serían varios y aumentarían rápido", explicó.
Añadió que los caminos son prácticamente dos y hay buses que transitan llenos todos los días. Esto, sumado a la costumbre de reunirse en familia o tener actividades juntos, como nguillatunes o funerales, "todos eventos muy simbólicos que era difícil que se dejaran de realizar".
-El primer caso se registró en mayo, ¿cómo abordaron esa situación?
-El brote comenzó en una familia en Callaqui, donde hubo un funeral y ahí se contagiaron varias personas. El segundo brote fue de trabajadores temporeros de Angol, que vinieron a la zona en buses, como dos semanas después del primero. Llegaron acá ya contagiados y nos dimos cuenta porque una persona bajó del bus a preguntar qué hacer porque sabía que un compañero de trabajo había dado positivo unos días antes. Le hicimos el examen y salió positivo. De ahí fue todo muy rápido, porque eran como 80 y tantas personas a las que había que tomarle el examen más los contactos de cada uno.
-¿Fue posible hacer un seguimiento de casos o de contactos estrechos?
-Sí, pero fue complicado porque se nos dijo que la Seremi de Salud sería la encargada de hacer el seguimiento del caso y darnos los contactos estrechos para seguir nosotros. Vinieron al día siguiente, pero el informe no fue tan rápido, así que tuvimos que empezar a hacer todo el seguimiento de los casos. En el primer brote en Callaqui, que está a 10 o 15 minutos desde Ralco, el plan era tener los contactos estrechos y si comenzaban con síntomas aplicar el examen, pero finalmente se empezó a tomar los exámenes a todos los contactos estrechos de inmediato y a domicilio, con un equipo de toma de muestras que se organizó en el mismo Cesfam.
-Se organizaron al interior del Cesfam entonces.
-Claro y eso fue muy práctico. Nos dividimos porque también hay que llenar toda la documentación de los exámenes, es un proceso que debe cumplir una serie de informes e incluso subirlo a la página de epidemiología del Ministerio de Salud. Lo más difícil fue cuando se empezaron a dar casos por la ribera del río Queuco, donde había trabajadores temporeros, porque había desde habitantes de Pitril, que es la primera comunidad que queda como a 15 o 20 minutos, hasta Butalelbún, que queda como a una hora y media.
-¿La distancia complicó el proceso de testeo de casos?
-La distancia fue nuestro principal problema, porque no podíamos tomar los test con la rapidez que se requería. Ojalá hubiéramos podido tomar las 80 y tantas muestras en uno o dos días, pero nos demoramos dos semanas en tomarle sólo a los casos índice, y después a algunas personas a las tres semanas. Entonces sabíamos que algunos ya iban a dar negativo porque había pasado el tiempo. Igual les fuimos dando la información sobre el resguardo y el aislamiento necesario.
El médico Alfonso Lépez destacó que tuvieron apoyo del Servicio de Salud Biobío, que envió un móvil para los traslados, pero lamenta que "nos demoramos demasiado en aplicar los test y si hubiera sido antes, también habríamos tenido mejor trazabilidad".
Aseguró que si bien fue un periodo complejo, durante las últimas dos semanas los casos han disminuido y que los habitantes de la comuna están siguiendo todas las recomendaciones. Por ello, llamó a evitar los traslados hacia la zona, considerando el gran porcentaje de adultos mayores que vive en la comuna y la necesidad de mantener las cifras de contagios a la baja.