Entre los múltiples problemas ambientales que afectan al planeta, la contaminación por plásticos es uno de los principales, alertó el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (2019). Grandes enemigos son los elementos de plástico desechables y su reducción es clave en una lucha que puede contar importantes victorias como la ley para eliminar las bolsas plásticas en Chile o la prohibición de los plásticos de un solo uso como cubiertos, bombillas y platos en la Unión Europea para el 2021.

No obstante, los avances podrían tener retrocesos a raíz de la pandemia del covid-19. Aunque la mejora en la calidad del aire y las aguas o una capa de ozono más sana han sido efectos positivos que los expertos han evidenciado por las acciones de aislamiento social y restricción del movimiento a nivel global, un escenario opuesto es el de los plásticos, según advierte José Miguel Arriaza, director de la Escuela de Ingenierías de Base Tecnológica de la Universidad San Sebastián (USS).

La razón es el aumento exponencial del consumo de implementos sanitarios de material plástico y desechables como mascarillas, guantes o batas impermeables para protegerse de la enfermedad, tanto a nivel hospitalario como doméstico en todo el mundo, y cuyo uso cotidiano-frecuente probablemente irá al alza en la medida que más personas dejen el confinamiento para retomar su "vida normal".

Para cuantificar, recientemente se informó que en el Principado de Asturias de España estos desechos que no se pueden reciclar y su camino puede ser un vertedero o la incineración, sumaron 185 toneladas durante abril. Por ello, sostiene Arriaza, la contaminación que existe por botellas y otros residuos plásticos se podría ver incrementada por la masiva utilización de artículos que por estos días son de importancia vital, pero que podrían tener un efecto letal para el medioambiente si no se tienen los cuidados necesarios al botarlos, ya que asegura que "si los plásticos no son bien manejados y depositados en lugares autorizados, traerán como consecuencia un importante daño en nuestro ecosistema".

REALIDAD REGIONAL

La Región del Biobío no puede ignorar el escenario de contaminación por plásticos, sobre todo su presencia en el océano, una de las más grandes preocupaciones medioambientales, sobre todo los microplásticos, pues pueden tener severos e incluso aún desconocidos impactos en los ecosistemas y seres vivos.

Previo a esta crisis, un proyecto de investigación Fondecyt asociado a la USS y publicado en la revista científica internacional "Marine Pollution Bulletin", reveló altos niveles de contaminación en las playas de Dichato, Coliumo, Penco, desembocadura del Río Biobío y los sectores Bellavista y El Morro de Tomé. Esto, a través de una medición de fragmentos de partículas por metro cuadrado durante la primavera de 2017 y el verano del 2018.

Una de las investigadoras fue la doctora Karla Pozo, experta en temas medioambientales y académica de la Facultad de Ingeniería y Tecnología, y explica que las muestras se realizaron en las zonas altas (donde ponen la toalla los veraneantes), intermedias y bajas (donde se rompen las olas) de las playas. "Todas las playas de la región están sucias y los niveles de plásticos se concentran en el verano, producto del aumento de turistas, y en las zonas altas, lugares donde se asientan los veraneantes", advierte.

IMPACTO EN LA SALUD

También investigó los contenidos estomacales de 6 especies de peces de importancia comercial en la Región. Fueron divididos entre peces pelágicos (jurel, sardina y merluza) y de la costa (róbalo patagónico, jerguilla y pejerrey). Y como resultado, en el texto publicado se lee que "las especies de la costa muestran una mayor presencia de microfibras de plástico (71%) comparada con las oceánicas (29%), siendo un riesgo de exposición para la población, en caso de consumo".

Sobre esto, la doctora Pozo explica que "los microplásticos son pequeños fragmentos de plástico de un tamaño menor a 5 milímetros" y muchos son "generados por la degradación de residuos sólidos como botellas y bolsas, entre otros", aclara. Su particularidad y peligrosidad es que se esparcen por el mar, viento e incluso llegan a mezclarse con la arena de la playa, y por su tamaño o colores son confundidos con alimentos por muchas especies marinas que las ingieren, por lo que la investigadora puntualiza que "podríamos ingerirlos mientras comemos mariscos, inhalamos el aire o, incluso, cuando consumimos alimentos envueltos en envases plásticos". Son distintas vías de exposición a estas partículas y, en efecto, un estudio publicado en la revista "Environmental Science and Technology" indica que los humanos consumen, aproximadamente, entre 39 mil y 52 mil partículas microplásticas al año.

Y los efectos de los microplásticos en la salud humana no han sido aclarados, pues la científica precisa que "el estudio del cuerpo humano y la exposición a estos elementos son temáticas muy amplias y complejas, ya que son múltiples los parámetros y procesos internos que necesitan evaluación".

BUENAS PRÁCTICAS

La emergencia sanitaria global y las medidas implementadas para su control pueden complejizar cumplir metas establecidas en la lucha contra el plástico, ya sea por retraso en los planes de diversas organizaciones o porque no se habían considerado los residuos hospitalarios como problema, como la prohibición de los plásticos de un solo uso en Europa.

¿Qué hacer? Bajar los brazos no es opción y junto a las responsabilidades de los países en términos de normativas está la individual, enfatiza José Miguel Arriaza. Y si mascarillas y guantes desechables seguirán siendo de uso habitual, además de un manejo adecuado en su desecho "por el momento lo importante es promover buenas prácticas que nos permitan disminuir el uso de plásticos de un solo uso, como por ejemplo preferir los envases retornables", recomienda para concluir.

El lanzamiento de la Misión Demo-2, que iba a llevar a dos astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional (EEI) desde suelo estadounidense por primera vez desde 2011, fue suspendido ayer debido a las condiciones climatológicas en el Centro Espacial Kennedy, en Florida, y se realizará el próximo sábado.

La alta nubosidad y una tormenta eléctrica en la zona llevaron a cancelar el despegue quince minutos antes de que se produjera. El lanzamiento estaba previsto para las 16.33 hora local (también en Chile)cuando iba a despegar desde la plataforma 39A del Centro Espacial Kennedy con el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el vicepresidente Mike Pence entre los testigos presenciales.

Al informar el aplazamiento, la NASA dijo que 25 minutos después de la ventana de lanzamiento se habrían producido las condiciones propicias.

"Podemos ver algunas gotas de lluvia en la ventana y hemos supuesto que lo de fuera estaba demasiado cerca de la plataforma de lanzamiento en el momento en el que no debería estar. Lo entendemos y apreciamos el trabajo de todos aunque estamos un poco alicaídos. Aun así, son cosas que pasan y volveremos a intentarlo el sábado", dijo el astronauta Robert Behnken desde la cápsula. Behnken y su colega y amigo Doug Hurley son los protagonistas de la Misión Demo-2.

Inicialmente, las previsiones meteorológicas auguraban un cincuenta por ciento de probabilidades de que se pospusiera el lanzamiento y al no mejorar, habrá que esperar hasta las 15.22 del sábado para la siguiente ventana de lanzamiento. Después de dos horas a bordo de la cápsula los astronautas volvieron a las instalaciones del Centro Espacial Kennedy donde pasarán los próximos días junto a sus familias e iniciarán los preparativos para el nuevo despegue.

El clima parece que mejorará de cara al sábado y las probabilidades de que se produzcan las condiciones climáticas propicias aumentarán hasta el 60%, según indicaron los expertos tras la cancelación del despegue. La tormenta tropical Bertha que se formó durante la mañana del miércoles a lo largo de Carolina del Sur, y el dinamismo del clima en el estado de Florida fueron dos de las principales razones por la que SpaceX y la NASA decidieron posponer el despegue.

La misión Demo-2 certificará la validez de los sistemas de lanzamiento de vuelos espaciales de SpaceX para la futura comercialización de la órbita terrestre tras viajar a la EEI y pasar entre seis y 16 semanas realizando investigaciones y analizando el funcionamiento de la nave.

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