Relacionan deficiencia energética en viviendas sociales con riesgos a la salud
No poder mantener el confort térmico entre 18°C y 23°C aumenta las posibilidades de desarrollar enfermedades respiratorias y según estudio de la UBB, en el Gran Concepción muchas familias viven con temperaturas menores a 14°C.
Calefaccionar y mantener temperaturas confortables en el hogar durante el invierno no es un capricho, sino una necesidad. En efecto, satisfacerla tiene directa relación con el bienestar integral de las personas.
Distintos reportes de expertos confirman que las condiciones térmicas del ambiente pueden propiciar el desarrollo de enfermedades o cuidar la salud, siendo el parámetro de entre 18°C y 23°C el recomendado por la Organización Mundial de la Salud y considerado de confort térmico; bajo los 16°C aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias y a menos de 12ºC de las cardiovasculares.
Lamentablemente, la pobreza energética, la imposibilidad de acceder a confort térmico, afecta a muchas familias chilenas y hace proyectar un escenario crítico para su salud de cara al invierno, aumentando afecciones respiratorias y gasto médico, lo que puede ser especialmente grave este año si se suma a la pandemia del covid-19. Eso advierten los resultados de un reciente estudio liderado por el doctor Alexis Pérez, académico del Departamento de Ciencias de la Construcción de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Bío-Bío (UBB), en el que también participan Sergio Contreras del Departamento de Estadística de la casa de estudios y José Alí de la Universidad de Costa Rica, y que fue aceptado en la revista científica "Energy and Buildings" para su publicación.
El proyecto Fondecyt Postdoctoral cuenta con apoyo de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la UBB, y es un trabajo respaldado por el Grupo de Investigación Confort Ambiental y Pobreza Energética UBB, y tras monitorear 41 viviendas sociales en comunas del Gran Concepción y encuestado a 112 residentes, halló que más de 30% no cuenta en sus viviendas con la calidad constructiva y/o la capacidad económica necesaria para un adecuado confort, y que un amplio porcentaje de personas viven en sus casas con temperaturas inferiores a 14°C.
SITUACIÓN DE POBREZA
Según comenta el doctor Alexis Pérez, en el estudio entienden a la pobreza energética como la dificultad de mantener los hogares en temperaturas mínimas confortables y satisfacer sus necesidades energéticas a un costo asequible. "Existe consenso de que la pobreza energética nace como consecuencia de los altos precios de la energía, bajos ingresos familiares, edificios con baja eficiencia energética y electrodomésticos ineficientes", explica al respecto.
Así, el objetivo de la investigación era "evaluar las temperaturas de las viviendas con un modelo de confort térmico adaptativo creado para los usuarios de viviendas sociales y establecer su relación con el estado de la vivienda, los sistemas de calefacción, el gasto en energía y medicamentos, las enfermedades respiratorias y otras variables", detalla, usándose como parámetro el "tiempo en confort", que alude al tiempo en el que se expresa la satisfacción con el ambiente térmico.
Así, en el estudio se detectaron tres grupos en cuanto al confort térmico. Uno conformado por quienes cuentan con viviendas en buen estado y un gasto de energía superior a $70 mil mensuales, que representa más del 20% del salario mínimo en Chile, y les permitiría alcanzar un confort térmico adecuado; el grupo respondió con menos personas enfermas por problemas respiratorios durante el último año. Además, están quienes cuyas viviendas y gasto en energía hacen que sus condiciones de confort sean intermedias, con horas de disconfort que son menos del 35% y una inversión de entre $30 mil y $70 mil al mes; estos enferman entre dos y tres veces al año. El tercero, los menos favorecidos, residen en hogares con temperaturas bajas debido a su mal estado y mayor impacto en la salud, pues han enfermado más de tres veces el último año con gastos médicos superiores a $20 mil; en este grupo se encuentran los adultos mayores de 60 años, quienes reportan un mayor número de enfermedades respiratorias y de gasto en fármacos, y también son las personas de menores ingresos por su edad y por tanto los más vulnerables.
Considerando lo anterior, el líder del estudio comenta que un tercio de los encuestados no fue capaz de mantener su vivienda en confort al menos el 80% del tiempo y más de una quinta parte fue incapaz de hacerlo al menos 65% del tiempo. Sólo 10% pudo mantener el confort más del 90% del tiempo.
MODELO Y CAMBIOS
Los modelos de confort adaptativo que se usaron, según aclara el doctor Pérez, se basan en la tendencia natural de las personas a adaptarse al medio ambiente y permiten un rango más amplio de temperaturas confortables, a diferencia de otros modelos. El creado se puede aplicar a viviendas sociales ubicadas en el centro-sur de Chile cuando los otros modelos no pueden representar adecuadamente las expectativas térmicas de los residentes de bajos ingresos, explica, ya que apunta a reflejar mejor la tendencia a adaptarse a las condiciones exteriores cuando la calefacción apenas se usa debido a sus limitaciones económicas.
Por ello, Pérez asegura que este modelo puede ayudar a evaluar situaciones de pobreza energética, identificando viviendas que se encuentren más de 10% del tiempo bajo su límite inferior de confort, por tanto vulnerables a enfermar.
No es un tema menor y así como el estudio deja de manifiesto la gran vulnerabilidad energética que hay en Chile, evidenciada en el Gran Concepción, también lo importante de disminuir la pobreza energética. Es el desafío que la Agenda Energía estableció en 2014 por el gobierno de la época, buscando reducir en 50% para el 2035 y 100% al 2050.
Cambios en las políticas públicas, por ejemplo en el ámbito de la construcción de viviendas sociales sería clave: la normativa actual no contempla la instalación de sistemas de calefacción o refrigeración, y hay distintos factores de las infraestructuras que disminuyen la eficiencia energética, en consecuencia afectan el confort térmico y la salud. "Futuras investigaciones debieran establecer requisitos y prácticas de construcción que eviten las temperaturas bajo el umbral mínimo definido con el menor consumo de energía para los ocupantes y la generación de programas en viviendas existentes para mejorar su confortabilidad térmica en base al modelo de confort térmico empleado en esta investigación", concluye al respecto el doctor Pérez.