Afirman que el aislamiento puede ayudar a replantear los roles de género
Por patrones culturales, las mujeres suelen tener la carga de los quehaceres domésticos y la crianza, lo cual podría verse exacerbado con el encierro. Pero esta puede ser la instancia para que los hombres se involucren más y que aquello no sea considerado "un favor".
Nadie es inmune a los efectos en la salud mental que la crisis sanitaria y la situación de aislamiento social producto de la pandemia de covid-19 puede tener en el presente y futuro. Incertidumbre, preocupación, ansiedad, frustración, rabia, tristeza y temor que se pueden traducir en insomnio o cuadros agudos de estrés e incluso cronificarse y hasta gatillar trastornos como depresión.
El ser testigos de lo que está sucediendo, no saber lo que pasará ni de qué manera puede afectar en lo personal y la manera en que se han visto modificadas las rutinas habituales por la suspensión de clases de los hijos, el teletrabajo y el encierro permanente para evitar contagios, hoy afecta a muchos.
Y es por los patrones culturales que prevalecen en Chile que la carga física, mental y emocional podría ser mayor en las mujeres, según plantea Cecilia Gutiérrez, psicóloga de la Unidad de Desarrollo Organizacional de la Dirección de Gestión Estratégica de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC).
DISMINUIR ESTRÉS
Es el rol -en realidad varios- que las mujeres han asumido a lo largo del tiempo en la sociedad y familias, muchos marcados por los estereotipos de género, lo que se atribuye a ello.
"Somos trabajadoras, pero a la vez madres, esposas, tías, primas, nueras, abuelitas, vecinas, miembros de un comité, etcétera. Son múltiples roles los que cumplimos y la mayoría al servicio de los demás. Aprendimos a 'hacerlas todas' y en este contexto de confinamiento en nuestros hogares claramente estamos sobreexigidas, lo que afecta aún más nuestra salud", explica.
Cumplir las responsabilidades laborales estando en casa, acompañar a los hijos mucho más tiempo que antes cuando iban al colegio, porque ahora están yendo a clases virtuales desde sus hogares, cuidar y organizar todo lo doméstico, preocuparse del bienestar de los integrantes de la familia, son parte de los deberes que si bien en muchos casos no difieren de lo habitual de la ya "antigua normalidad", y que era altamente estresante, ahora se expresan en formas distintas y más agobiantes. Eso es lo que justamente se debería evitar y la psicóloga plantea que "lo esencial es reducir las expectativas o exigencias", por ejemplo, reduciendo "el nivel de estrés habitual en torno a lo doméstico, identificando las labores imprescindibles de las que no son y, por supuesto, aumentar la participación de los distintos integrantes de la familia en la planificación y ejecución de las tareas domésticas", sostiene.
COMPARTIR, NO APOYAR
Aquí es donde el llamado es a construir ambientes donde todos colaboren, que los hijos participen y tengan alguna responsabilidad aunque sea tan simple como ayudar a ordenar la mesa para el almuerzo. Y esta es también una oportunidad para deconstruir los roles de género, porque no hay algo que sea exclusivo de ellas o ellos; los hombres, sean parejas o hijos varones, también pueden y deben aportar y no porque estén haciendo un favor. "La idea no es apoyar, sino compartir", enfatiza Cecilia Gutiérrez. En una casa en que conviven distintas personas resolver lo doméstico debe ser tarea de todos, en una familia donde están presentes mamá y papá ambos tienen la responsabilidad de cuidar y contener a los hijos.
Favorablemente, para la profesional ese paradigma de que la casa y la crianza de los niños era de exclusiva responsabilidad de la mujer, mientras que el hombre miraba esos quehaceres pasivamente y se ocupaba de está cada día más erradicado en las familias. No obstante, aún quedan conductas, quizá pequeñas, que dan cuenta que los estereotipos de una u otra forma están presentes.
En este camino, para avanzar, planificar y compartir las tareas domésticas, realizar turnos y cuidar que todos tengan tiempo para descansar y distraerse, es una buena idea según Héctor Abarca, académico de Trabajo Social de la UCSC.
Además, en su opinión, cuando en una pareja que convive existe participación activa en los quehaceres cotidianos y responsabilidades se contribuye a construir una mejor relación afectiva y emocional.
CORRESPONSABILIDAD
PARENTAL
La misma lógica opera para la crianza y es la base de la "corresponsabilidad parental", donde no todo el cuidado y atención recae en la madre, sino que el padre participa activamente y juega con su hijo o hija, revisa sus tareas y les guía en sus desarrollos, prepara sus comidas, administra medicamentos y educa emocional y afectivamente, además de atender sus necesidades y contener. Algo que se hace no por ayudar, sino porque es un deber como papá.
Otro punto a favor para una crisis sanitaria que obliga a quedarse en casa (en la medida que las funciones laborales lo permiten) es que se puede transformar en una oportunidad de tener una parentalidad mucho más activa según lo planteado para los varones, pero que mamás y papás que en lo cotidiano no solían pasar tantas horas de sus días junto a su hijo o hija, ahora sí pueden. Así, según expresa Abarca, se puede pasar mucho más tiempo con la familia, ya sea compartiendo quehaceres y también conociéndose o conectando, lo que a veces es complejo cuando tras largas jornadas de trabajo se llega a casa con mucho cansancio y, muchas veces, con la necesidad de cumplir tareas pendientes del hogar o trabajo.
En este sentido, el trabajador social sostiene que pasar más tiempo con los hijos permite a padres y madres conocer sus intereses y saber cómo potenciar sus habilidades, pero sobre todo fortalece la conexión emocional y afectiva.
Al centrarse en el papá, plantea que "al hacerse cargo de las tareas de cuidado, los padres también aumentan su propia seguridad al constatar que pueden llevar adelante tareas de crianza y su autoestima también se fortalece. Y finalmente, se darán cuenta de que las peticiones y los juegos de los hijos e hijas harán que afloren habilidades que incluso no tenían idea que estaban, como por ejemplo dibujar, crear historias, cocinar, construir muebles y muchas otras cosas".
Desde allí, se detiene en que cuando "niños y niñas o adolescentes ven a sus padres involucrados en las actividades domésticas y de crianza", incluso cuando habitualmente no lo hacían, "contribuirá a modelar una nueva configuración de los roles de género. De esta forma, los hijos e hijas podrán incorporar la idea de que tanto hombres como mujeres pueden y deben hacerse cargo de las tareas de mantención del hogar y de crianza", concluye.