La Libertad de Prensa en tiempos de crisis
Como cada año, hoy 3 de mayo se conmemora El Día Mundial de la Libertad de Prensa, fecha en la que se da la oportunidad de evaluar este derecho a nivel mundial, defender a los medios de comunicación de los ataques a su independencia, así como rendir homenaje a los periodistas que han perdido sus vidas o resultado heridos en el desempeño de su profesión.
Y, en particular, este año la conmemoración proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, encuentra a la actividad en un momento muy especial a nivel planetario, en circunstancias que al enfrentar la pandemia del coronavirus covid-19 se ha reivindicado la labor de la prensa en medio de la lucha contra la desinformación. Coincidentemente, en nuestro país han aumentado significativamente los niveles de lectoría de los medios y también la credibilidad de la ciudadanía en el rol de la prensa.
Tal como lo sostiene la Sociedad Interamericana de la Prensa, la pandemia que se extiende por todo el mundo representa un gran desafío, aunque la batalla contra la desinformación y las noticias falsas, ya venía de mucho antes. Pero hoy, cuando parte de la ciudadanía esta confinada, necesita más que nunca comprender qué es lo que sucede a su alrededor. Por eso, es fundamental que en estos momentos, las noticias estén respaldadas por una información veraz.
Como se sabe, la desinformación se propaga casi tan rápida como el virus en sí -alentada por el escaso control y anonimato que suelen primar en algunas redes sociales- y los periodistas están llamados a aportar para que no haya una distorsión de la verdad. De ahí que sea tan necesaria une información veraz. Por eso, es importante aferrarse a los hechos, las evidencias y los datos, para evitar -por ejemplo- que se contagie el miedo a través de noticias falsas que pueden producir pánico. Y para que ello ocurra es esencial una prensa libre.
Un rol muy importante, especialmente en los tiempos de emergencia que vivimos, tiene que ver con aportar información que sea creíble y que sea responsable, apoyando también a fomentar un adecuado comportamiento ciudadano en materia de salud pública. Es en estas circunstancias cuando el lector más valora una información bien chequeada, que ayude a reducir la incertidumbre -especialmente en el caso del covid-19, por tratarse de una enfermedad nueva y de tremendo impacto global- y que además pueda fomentar un debate local de calidad en torno, por ejemplo, a las medidas que se están tomando para hacer frente a la pandemia en la Región.
Sin duda, el desafío es grande, porque se debe considerar el cuidado de siempre, por ejemplo, para evitar las estigmatizaciones, respetar la debida confidencialidad de los pacientes y, en general, mantener los estándares deontológicos propios del ejercicio periodístico.
Si bien la libertad de prensa requiere la preservación de la autonomía frente a intereses particulares, los medios estamos llamados a realizar una permanente revisión de nuestros métodos, sin perder de vista el necesario contacto con la ciudadanía a la cual se informa, pero sin olvidar también que una base de su trabajo es no caer en el populismo ni pretender que el ejercicio periodístico sea una permanente búsqueda de la aprobación o simpatía del público.
El periodismo de hoy en día sufre muchas presiones de agentes que tratan de tomar los medios de comunicación o intimidarlos con el fin de dificultar a los periodistas su labor e influir así en la circulación de información. Aquello, por cierto, no es nuevo. De hecho, José Santos Tornero, riojano y uno de los primeros propietarios de El Mercurio de Valparaíso -en el Siglo XIX- relata con singular atractivo en su libro "Reminiscencias de un editor" (1889) su mala relación con los gobiernos del general Manuel Bulnes y de Manuel Montt, así como las restricciones y presiones que implicó para el ejercicio editorial la ley de Imprenta promulgada en 1846, bajo el gobierno de José Joaquín Prieto.
A las presiones gubernamentales, se suma el auge de las tecnologías de comunicación y de las principales empresas de Internet, que plantean otro desafío al periodismo independiente y, por ende, al valor que tiene la libertad de prensa para la sociedad.
Estos acontecimientos hacen que el papel del periodismo en las sociedades sea más inconfundible y valioso que nunca, razón por la cual también se está intensificando la acción en favor de la independencia de los medios de comunicación y del periodismo en todo el mundo.
El 3 de mayo es también una fecha para recordar a los gobiernos de turno acerca de la necesidad de respetar su compromiso con la libertad de prensa y evitar episodios recientes como las declaraciones del ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien afirmó que "el trabajo de la prensa es ese, vender cosas en base a inventar mentiras", poniéndose al nivel de las críticas más arteras en torno al rol de esta actividad para las sociedades.
Se debe recordar que es la Constitución Política de la República la que garantiza la libertad de expresión como la libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio. Un derecho que, evidentemente, requiere también una gran responsabilidad que cumplir.
Avance del covid-19: un momento crítico
Más allá de la necesaria discusión en torno a las medidas que aplica el Gobierno para hacer frente a la pandemia, todo indica que por estos días se viven momentos cruciales para comprender si nuestra sociedad está realmente preparada para lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha llamado una fase de "nueva normalidad", concepto que se está replicando en países como Chile y que se vincula al regreso gradual a actividades de diversa índole, pero tomando los máximos resguardos sanitarios.
Se trata de comprender que la forma de relacionarnos, de interactuar en las ciudades, de transportarnos, no podrá ser como era antes del inicio de esta crisis. Y aquello, en virtud de lo observado en los últimos días en las calles de ciudades como Concepción, parece no estar lo suficientemente claro.
En efecto, cuestiones tan simples como mantener la distancia social (al menos un metro, aunque lo ideal estaría en torno a los dos metros) no se cumplen en situaciones como las filas de ingreso a farmacias, centros comerciales o servicios públicos. El mal uso de la mascarilla es otro problema muy común, lo cual hace que la utilización de este elemento dé una peligrosa sensación de falsa seguridad, que también hay que combatir.
Un problema que se observó con especial intensidad en los últimos días, sobre todo en los paseos peatonales del sector céntrico, fueron las aglomeraciones, en parte generadas por un comercio ambulante desbordado, donde no hay cuidados mínimos de higiene, se manipulan los productos con total desprotección y tanto compradores como vendedores se exponen al riesgo de contagio.
En ese escenario, evidentemente que resulta preocupante que en el inicio de esta nueva fase del enfrentamiento de la pandemia -necesaria, por cierto, para evitar una mayor crisis social y económica- se tome sencillamente como el regreso a un estado de cosas tal cual era antes del inicio de la emergencia.
Por ello, es tan importante que exista un refuerzo comunicacional potente, para insistir en el mensaje a la comunidad en torno a la necesidad de cuidarnos entre todos, evitando conductas irresponsables y comprendiendo el nuevo estado de cosas.
Los datos entregados ayer por el Ministerio de Salud -con 1.427 nuevos casos certificados mediante el examen PCR, 425 pacientes en unidades de cuidados intensivos, 324 con ventilación mecánica y 62 de ellos en estado crítico- deben ser una poderosa luz de alerta para dejar muy en claro que la crisis no ha terminado.
También se debe reforzar la idea de que cualquier medida que se aplique a nivel gubernamental no tendrá el efecto esperado si no se cuenta realmente con la adhesión de la ciudadanía, para respetarla y hacer que los incumplimientos sean solo situaciones aisladas.