Comodidad en el mundo virtual no reemplaza ganas de tener clases presenciales
Una pandemia les instaló en una realidad distinta a las expectativas de los jóvenes y la esperada nueva vida universitaria hoy se reduce a una pantalla.
Ver nuevas caras en un nuevo lugar, enfrentarse a experiencias en un mundo desconocido, vivir el "mechoneo" e incluso aprender a vivir solos y lejos de la familia en una ciudad distinta. El ingreso a la universidad, luego de terminar la educación escolar y rendir la Prueba de Selección Universitaria, es sin duda uno de los hitos más importantes del ciclo vital y es por ello que genera nerviosismo y ansiedad, pero también alegría y emoción en los "mechones" que cada año dan este paso al llegar marzo.
Este 2020 estaría marcado por una situación distinta, la nueva generación de universitarios ya había vivido postergaciones y dificultades al rendir el examen para ingresar a educación superior y la fecha de ingreso también sería posterior a lo usual a raíz de medidas tras la crisis social; pero no pensaron que, además, serían sorprendidos por una grave crisis sanitaria en los albores de su vida universitaria.
Todo lo que anhelaban se redujo a plataformas digitales y una pantalla, en vez de trasladarse desde su hogar a la casa de estudios deben desplazarse desde su cama al escritorio donde está su computador, llegar a la sala de clases está a un click de distancia, sus únicos puntos de encuentro son hoy las aplicaciones y redes sociales.
EXPECTATIVA VERSUS
REALIDAD
No hay opiniones opuestas, los "mechones 2020" comparten el sentir de que la realidad es totalmente distinta a la expectativa que tenían, a lo que pensaban que iba a ser, a cómo querían que fuera ser universitarios.
Montserrat Novoa (20 años), de Chiguayante, ingresó a Medicina Veterinaria en la Universidad Santo Tomás de Concepción y estaba muy ansiosa y emocionada por empezar por fin a estudiar en la universidad, por conocer esa vida que ya habían experimentado sus hermanos mayores, por desenvolverse en un mundo nuevo y aprender junto a personas nuevas.
En San Pedro de la Paz, Sebastián Albornoz (18 años), lo que más sentía era curiosidad por descubrir y vivir lo que se imaginaba "como algo totalmente diferente a lo que uno acostumbraba en el colegio" al empezar sus estudios en Ingeniería Civil Industrial en la Universidad del Desarrollo de Concepción.
Compartiendo dicha opinión, la joven Simona Guajardo (18 años), además añade la emoción de trasladarse desde Chillán para vivir sola en la capital penquista para poder estudiar Medicina en la Universidad de Concepción, la carrera que siempre soñó. Acostumbrarse a estar lejos de su familia, a comenzar una nueva vida por su cuenta, aprender a ser cada día más independiente.
Para el estudiante de Medicina Veterinaria en la Universidad San Sebastián, Roberto Godoy (18 años), de Chiguayante, superar los desafíos e incluso dificultades de ser universitario, consciente que es muy distinto a ser escolar, le tenía expectante.
Por eso, no pensaron que la educación a distancia, asistir a clases virtuales estando en su hogar, sería el hito que marcaría el inicio de la vida universitaria. Aunque saben que fue una medida necesaria e importante para no aplazar los procesos formativos y al mismo tiempo resguardar la salud, no desconocen que además de ser una noticia inesperada, la frustración o decepción acompañó la recepción e incluso los primeros días de clases.
NATIVOS DIGITALES
Según concuerdan, el aprendizaje en línea es una modalidad que no habían utilizado, con la que no estaban familiarizados y a la que tuvieron que adaptarse, pese a que son de la generación "nativos digitales", que crecieron con la tecnología al lado y su desenvolvimiento en el mundo virtual es cotidiano.
En dicha cercanía con las nuevas tecnologías y dispositivos digitales la mayoría ve una ventaja comparativa respecto a otras generaciones que también han debido adaptarse a esta nueva modalidad de funcionar de forma remota, como los profesores que están a cargo de su enseñanza o sus padres que han estado teletrabajando desde sus casas.
Una virtud que reconocen en su generación es que "sabemos cómo manejar las plataformas de manera intuitiva, aunque no las conozcamos, a diferencia de muchos profesores, que son personas mayores que nosotros y les cuesta más", afirma Roberto Godoy.
Sebastián Albornoz se detiene en que otro punto a favor es que como las redes sociales son un espacio que la mayoría utiliza y valida para interactuar con otros, donde se sienten cómodos, se les ha facilitado la comunicación y generar vínculos con sus pares para hacer grupos de trabajo o sentir que se pueden conocer. "Haber hecho amigos primero a través de medios digitales y luego conocerlos en persona era una experiencia que tenía, entonces no es algo nuevo ni tan raro para mí", cuenta. Y es algo que sabe que comparte con gran parte de su generación.
Tanto así, que sienten que han generado verdaderas redes de apoyo y colaboración. De hecho, Simona Guajardo cuenta que "pese a que no nos conocemos en persona, considero que hemos generado un grupo humano muy unido con mis compañeros" y Montserrat Novoa resalta que "con mis compañeros nos ayudamos mucho".
Lo que destacan es que existen herramientas que les permiten aportar a que lleven una vida universitaria lo más cercana a la realidad posible y que han sabido aprovechar con fines académicos, fraternos y recreativos. Whatsapp, Zoom o Meet de Google, entre otras aplicaciones, se han transformado en el hall de la facultad, en su sala de clases, en el área de estudio o descanso común, en el punto de encuentro para compartir una inquietud o una conversación coloquial, en un espacio para generar reuniones distendidas para pasarlo bien.
CRÍTICA
La ventaja generacional frente al uso de las tecnologías ha llevado a que también los nuevos universitarios sean más críticos con las falencias del sistema, pues concuerdan en que no ha funcionado de forma infalible por razones como que se estén usando muchas plataformas distintas para diferentes fines, que han habido dificultades de soporte en la infraestructura digital que por tan altas demandas y que falta capacitación de los docentes. Pero reconocen que, en casi todos los casos, se ha avanzado y mejorado en relación al principio.
Pero también llaman a considerar que no por ser nativos digitales la educación en línea les es naturalmente fácil y cómoda.
Roberto Godoy enfatiza que "no todas las personas de mi edad tienen la misma capacitación con la tecnología, porque depende mucho de la forma de crianza o dónde estudió y también de los propios gustos. No por ser de esta generación son todos fanáticos de las tecnologías, redes sociales o videojuegos", y aunque mucho les guste eso tampoco significa que la educación a distancia sí: "aún estoy estresado, no me he acostumbrado y no creo que me acostumbre. Y por lo que he hablado con mis compañeros compartimos ese sentir".
Montserrat Novoa, cuya mayor duda al inicio era saber si lograría aprender con este formato, siente que "no se me ha complicado, pero una desventaja es que en la casa no se logra la misma concentración que en una sala de clases, porque hay muchos distractores".
Otra crítica es que los mechones 2020 reconocen la inequidad en las condiciones para un aprendizaje en línea efectivo, por causas como problemas de conectividad a internet o acceso a dispositivos digitales, falta de espacios apropiados en las casas e incluso el tener que también cumplir responsabilidades como cuidar a hermanos pequeños.
ANHELO: CLASES
PRESENCIALES
En efecto, si bien para algunos la experiencia ha resultado mejor que para otros, hay quienes están más satisfechos con la forma en que ha funcionado la modalidad, los jóvenes están lejos de creer que con este formato, con cómo se ha implementado el sistema, sea el óptimo para entregar enseñanzas y por eso no lo elegirían permanentemente. Así, la declaración unánime es "lo que más ansío es pronto comenzar con las clases presenciales", para Roberto Godoy, Montserrat Novoa, Sebastián Albornoz y Simona Guajardo, y así por fin empezar esa vida universitaria en la que tanto pensaron y esperaron.
Resulta que por mucho que estos jóvenes que son de una generación que conoce el valor de las tecnologías, que con plena naturalidad navegan por internet y se comunican por redes sociales, que acostumbran a tener el mundo a un click de distancia y no conciben un mundo sin internet ni teléfonos inteligentes, para ninguno el mundo virtual reemplaza al real.
Saben que hay que cuidarse, pero también que en todas las carreras, en todas las etapas de la educación de una persona hay asignaturas o materias "que requieren de la práctica, de la experiencia en vivo, y que no es igual aunque los profesores hagan su máximo esfuerzo por entregar una experiencia lo mejor posible a través de los medios digitales", finaliza Simona Guajardo.