Cómo hacerle un dribling al SARS COV-2
Los hongos habitan un amplio rango de ecosistemas desde las zonas climáticas en el Ártico hasta el Antártico. Sus cuerpos fructíferos o setas se desarrollan sobre diferentes sustratos, pudiendo ser encontrados en hojas, madera, materia en descomposición, estiércol y suelo. El interés del hombre hacia los hongos, ya sea por su importancia culinaria, medicinal o por los efectos psicotrópicos producidos por sus metabolitos secundarios, es bastante antiguo, y las manifestaciones de la presencia de éstos en la Tierra han sido reportados desde hace miles de años.
Los hongos han jugado un rol importantísimo para la subsistencia del hombre, debido a que las especies comestibles han cumplido un rol significativo en la alimentación, la salud y el desarrollo de la civilización humana. Por esta razón, hoy en día son considerados por la Organización Mundial de la Salud como superalimentos, ya que su aporte nutricional es potencialmente beneficioso para la salud y se asocia a un estilo de vida saludable, además su consumo es cotidiano, porque forma parte en la elaboración del pan, la cerveza, el vino, el yogurth y los quesos.
Este alimento otorga una fuente abundante de proteínas, grasas, fibras y una variada gama de compuestos químicos medicinales que presentan actividad antibiótica, antiviral, antitumoral, inmunomoduladores, antiinflamatorias, antidiabéticas; algunos bajan el colesterol y otros disminuyen el apetito cuando se consumen. Los compuestos más importantes obtenidos desde los hongos son la penicilina (antibiótico), derivada del Aspergillus penicillium; el ergot (vasodilatador), obtenido de Claviceps purpurea; las giberelinas, hormonas vegetales obtenidas de Gibberella fujikoroi, y algunos azúcares como los polisacáridos 1-3 B-Glucanos, que estimulan y fortalecen el sistema inmune y que se obtiene de los champiñones. Los ácidos ganodericos, grifolano y lentinanos, compuestos antitumorales y también anticancerígenos e inmunomoduladores, antiangiogénica y antiinflamatoria, provienen desde el hongo reishi, maitake y shiitake.
Si bien en Chile tenemos la tradición de consumir este superalimento en otoño y primavera, se estima que tan solo comemos unos 400 gramos per cápita al año, un volumen bajo, a pesar de que poseemos un número de más de 3000 variedades. Las especies típicas que se recolectan son el loyo, gargal, changles, digueñes, morchellas y callampas de Pino. El número de recolectores dedicados a esta actividad en la región del Biobío suman 20.724 personas y 16.951 corresponden a la región de Ñuble. Aunque el número de recolectores es alto, sigue siendo una actividad de sobrevivencia, debido a que en Chile aún no cultivamos nuestras propias setas. Por estas razones Koyantu (Red productora de hongos comestibles) junto Cidere Bío Bío, pensamos que en este año de pandemia, se presenta en un momento de inflexión para el planeta y nos invita a transitar hacia un cambio de hábitos alimenticios, de un proceso de autosostenibilidad y reutilización de nuestros residuos, fomentando el reciclaje, instaurando un nuevo modelo productivo en nuestro país, que incorpore el consumo y el cultivo de especies de hongos con propiedades medicinales, cuyos efectos pueden incidir positivamente en nuestra salud, ya sea estimulando nuestro sistema inmune, mejorando nuestra calidad de vida y por medio del consumo de estos superalimentos hacerle un dribling al SARS COV- 2 y enfrentar las futuras epidemias planetarias.
Ms Ciencias
Biológicas, Koyantu (Red productora de hongos comestibles), encargado
Medioambiental Empedrado.
Pedro Ramírez, gerente de
Cidere Bío Bío