Crisis sanitaria, crisis educativa: hacia la mejor convivencia familiar-escolar posible
Efectos en salud física y mental de las personas; colapso en los sistemas de atención de salud y el fuerte golpe sufrido por la ya alicaída economía chilena. Como la pandemia del covid-19 ha traído una cadena de males, el sistema escolar no podía quedar ajeno a su transitar. Nefasto momento, pues asumamos que la salud de este paciente no está en las mejores condiciones para enfrentar tamaño desafío. Recordemos los varios meses de total inactividad estudiantil que tuvieron, durante 2019 miles de escolares chilenos producto del paro docente, situación que jamás se recuperó en función del tiempo y condiciones realmente necesarias para los aprendizajes mínimos del año. Y las recurrentes alteraciones producidas por las revueltas sociales vividas desde octubre, que, reduciéndome exclusivamente a lo funcional, condenaron el año escolar a un cierre forzado de "recuperación" que a duras penas permitió concluir con los mandatos administrativos de los directores.
En este contexto de salud del sistema escolar, en pleno embate del coronavirus, surge como una luz de esperanza la tecnología; esa notable manifestación de la inteligencia de algunos humanos. Y aparece fuerte con voces no tan nuevas como las clases online, aprendizaje a distancia o aulas digitales, todas presentes hace tiempo en la caja de herramientas del sistema escolar, pero que, por alguna extraña razón, sólo hasta ahora se están tomando realmente en serio.
No obstante, a pesar de que hoy se habla más en serio de todos los soportes educativos que ofrecen aplicaciones y la web en general, surgen dilemas instantáneos que tenemos que atacar con toda nuestra fuerza, ya que, de no ser así, la expectativa se verá tristemente opacada. Entre estos viene bien exponer el hecho de que a la fecha vemos establecimientos cuestionados por el aparente exceso en la asignación de tareas para su desarrollo en el hogar, como también, dependencias que tardaron excesivamente en reaccionar, en su mayoría del sistema público. De inmediato surge la simple pregunta "¿por qué es así?", que no se responde tan simplemente.
Pero, en este momento me preocupa mucho más el cómo lograremos esbozar una solución, cómo saldremos juntos de esta trama de complejidades negativas, y ante esa duda solo sé, con plena seguridad, que esta salida requerirá la mayor voluntad posible en que todos los actores contribuyan desde sus roles a salir de la crisis.
En ese juego de acciones, el Estado deberá guiar, coordinando y fijando las reglas base para enfocar y darle sentido a la educación digital que como nunca representa la opción más viable. Por su parte los colegios y escuelas deben implementar, desde sus directivos hacia las plantas docentes, todas las directrices y capacitaciones necesarias online, tal cual lo han estado haciendo inteligentemente las universidades, para que se logre el uso eficiente de los poderosos recursos web. Los padres, con buena fe, muy necesaria en estos tiempos, informándose de estos procesos, acompañando el trabajo en casa entendiendo que su orientación es el logro de metas, donde los grandes lapsos de tiempo disponibles deben ser racionalizados y organizados para superar el ocio no productivo. Y, los estudiantes como nunca tendrán que demostrar que las tecnologías que tienen en sus manos no son meros factores de juego, sino unas de las herramientas más útiles y poderosas que hemos tenido a nuestra disposición en toda la historia.
En este nuevo escenario de convivencia familiar-escolar, la tecnología puede darnos ese soporte que, usándolo bien, nos permitirá llevar una vida que no se detenga por los embates de esta pandemia, que nos ayude a convivir bien dentro de nuestros hogares, conectándonos lo mejor posible con nuestros ecosistemas externos. Así también, puede brindarnos una gran alegría: que el paciente llamado educación chilena no termine de morir, que se recupere y nos muestre al término de esta crisis un sistema escolar paradojalmente fortalecido y más asimilado a los brazos digitales que tanto tiempo han estado atados, logrando una real educación del siglo XXI.
Ánimo. Lo podemos hacer. Lo podemos lograr.
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coordinador
Diplomado en
Gestión de
Convivencia Escolar, UST Concepción