Innovar en tiempos del "estallido social"
El estallido social ha sido, tal vez, para los últimos 30 años, el contexto más incierto, dinámico y complejo que nos ha ocurrido. No por el azar, sino que por un largo proceso de acumulación de dolores y del aumento de la complejidad e inervación de problemas sin resolución (al menos satisfactoria).
Muchos economistas y paladines del libre mercado plantean que el contexto es uno de los caldos de cultivo para el estancamiento y la debacle económica. Parece que la lectura básica sobre innovación y emprendimiento se les olvidó. La innovación es un fenómeno que opera en contextos de alta incertidumbre, dinamismo y complejidad, y uno de sus propósitos es ofrecer alternativas de solución diferenciales a las existentes frente a los problemas en este tipo de escenarios. El mismo Schumpeter, cuando se refería a la "destrucción creativa", estaba hablando de mercados completos que desaparecen para dar paso a los nuevos.
Lo que es cierto es que para generar un entorno propicio para innovar y emprender se requieren ciertos mínimos. Uno, y un gran pendiente, es la articulación bienintencionada y efectiva entre academia, política pública, industria y sociedad. Desafío pobremente abordado en serio a parte de pactos y alianzas que vayan más allá de declaraciones de principios y pirotecnica en los medios. El panorama incluye industrias que no se conciben como un vecino más (sino como el más importante), política pública centralizada y descontextualizada (lejana de sus usuarios), academia mirando los problemas desde una torre de marfil (carente de diálogo con su comunidad y falta de transferencia de conocimiento/tecnología) y una sociedad políticamente alienada y poco participativa (en la construcción de una sociedad para todos).
La innovación puede (y debe) aportar a solucionar el "cómo" lograr que estos mundos, que deberían estar orientados a la búsqueda conjunta del bienestar social -y ambiental-, lo hagan. Crei que la innovación social -no la versión reduccionista centrada en la producción de bienes y servicios- tiene ese potencial natural. Su filosofía de base implica el foco en las necesidades reales y en los usuarios, y un rol protagonista de los distintos actores sociales, que abraza como pilar para el alcance de sus propósitos, el trabajo colaborativo y articulado, el aprendizaje conjunto y la generación de capital social a través de la construcción de tejido social.
O sea, la innovación entiende y promueve la construcción de soluciones en un caminar conjunto entre distintos actores que evita construir soluciones a costa de lo que sea y permite crear soluciones pertinentes que a la vez construyan confianza entre seres humanos distintos por naturaleza. La gran pregunta es: ¿cuándo y por dónde empezamos?
director Innovación Espiral