Estuvo al frente del Ministerio de Economía durante 15 meses y tuvo que enfrentar el crecimiento económico, que durante el 2018 alcanzó un 4% en el país y se crearon instancias para ayudar a acelerar las inversiones, como la oficina de gestión de proyectos sustentables (GPS). Pero también debió encarar que el Congreso aprobara la Ley de la Jibia, normativa que dejó en manos exclusivas de los pescadores artesanales la captura de esta especie, lo que ya ha generado unos 600 despidos solo en Talcahuano por el ceso de las operaciones de plantas industriales.
Es José Ramón Valente, actual presidente de la Fundación Chile, quien estuvo invitado a la celebración de los 27 años de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas (Facea) de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, a la que llegó por la gestión de la Fundación para el Progreso.
Luego de exponer ante alumnos y académicos de la casa de estudios penquista, el ejecutivo comentó a este medio que de su época como secretario de Estado se encantó con ese trabajo, pues asegura que pudo hacer un aporte relevante. "Fue interesante, pero uno puede hacerlo desde varias partes. Antes estuve en el sector privado, en la radio, educación y ahora desde la Fundación Chile", planteó.
-Como país abierto al mundo y pequeño como es Chile, siempre hay que estar preparado cuando los vientos de la economía internacional puedan ser a favor o en contra. Lo relevante es que independiente del viento que corra, uno logre acortar las brechas con los países desarrollados, con los cuales uno se quiere parecer. Chile, a pesar del mal escenario internacional, va a lograr crecer arriba del 2,5%, ojalá cerca de 3%, y eso casi duplica la tasa que tuvimos en el gobierno pasado. Pero más importante que eso, somos de los países que más están creciendo en la región y más que los desarrollados. Quisiéramos que fuera de 4%, pero estamos logrando crecer y cuando los vientos sean favorables lo haremos muchísimo más rápido.
-Se publicó un estudio interesante de Rodrigo Vergara (expresidente del Banco Central) que decía que si Chile logra crecer en forma constante al 3,3% por año durante la próxima década va a haber emulado el crecimiento de los países que teniendo el ingreso per cápita de Chile, llegaron a ser desarrollados. Ojalá crezcamos 4%, pero tenemos que tener conciencia de que con el ambiente que tenemos hoy crecer sobre 3% ya es muy buen resultado.
-Los bancos centrales del mundo han aprendido mucho respecto de sus errores del pasado y de la historia. La baja muy significativa que han hecho de las tasas de interés probablemente evitará que haya alguna recesión y soy optimista que eso va a ser así. Quizás vamos a tener un año difícil, pero no creo que hay una recesión mundial.
- Obviamente que en la medida que la inflación se mantenga controlada, el Banco Central va a seguir teniendo espacios para bajar la tasa de interés y sumarse a las reducciones que están haciendo sus pares a nivel internacional. Eso no hay que tomarlo a la ligera. Es un privilegio de la estabilidad de Chile. El hecho que seamos un país que maneja sus finanzas públicas en forma ordenada es lo que permite al emisor tener la flexibilidad para bajar la tasa en momentos en que se necesita y, por ende, dar un piso de estabilidad. Ahora, el desarrollo a largo o mediano plazo no depende del Banco Central, sino de que tengamos políticas adecuadas para sacar adelante consensos para que nuestra clase política saque las políticas públicas adecuadas para generar el entorno que necesitamos para aprovechar, cuando existan los vientos buenos, de crecer mucho.
- Ha sido muy dura la oposición, pero creo que las culpas no son solo de uno, hay que buscar acuerdos y según mi experiencia uno puede encontrar consensos. Ciertamente que con un Congreso a favor el Gobierno pudo haber hecho las cosas más fáciles. Pero al final la política es siempre compleja y soy optimista de que el Gobierno sacará adelante su agenda.
-Lo que pasa es que hay que asumir que vives en democracia y asumir los costos que implica eso. Si bien tiene enormes beneficios, entre los costos están que salgan malas legislaciones y la de la jibia es una muy mala ley. Pero el gobierno tomó la decisión de no ir al TC, porque la verdad es que si uno recurre a esa instancia cada vez que a uno no le guste una ley, y esta fue una que fue votada mayoritariamente en el Parlamento, le restamos peso a la democracia y estamos haciendo un daño muy grande a la institución del TC. Uno, a veces, tiene que aceptar que salgan malas leyes. Esta fue una mala ley, de la cual muchos parlamentarios se arrepienten y la verdad es que los costos lo están pagando los trabajadores.
-Claro que lo previmos, pero insisto, vivimos en democracia y los poderes están repartidos, está el Judicial, Legislativo y el Ejecutivo y el segundo tomó una posición intransigente respecto en sacar adelante esta ley y la logró votar con amplias mayorías. Como Ejecutivo dijimos del minuto uno que era una mala ley, hicimos todo lo posible, no se pudo frenar. Es un costo que estamos pagando producto de una mala decisión del Congreso.
-Usted que conoce el tema, ¿cre que desde la Subsecretaría de Pesca se impulsen cambios a la normativa?
-Eso le queda al nuevo ministro (Juan Andrés Fontaine) por definirlo, pero digo que nada está escrito en piedra y una mala ley se puede cambiar por otra buena a futuro y los estragos que está causando esta normativa podría llevar a que el Parlamento entre en razón y eventualmente tengamos una distinta a futuro. En el corto plazo le corresponde al secretario de Estado lo que pueda ocurrir.