Brian Deer será protagonista de "Cultura Científica 2018"
En los últimos años, con preocupación se ha visto a nivel nacional e internacional la re emergencia de patologías que estaban controladas como las paperas o el sarampión. Los expertos coinciden en que esto no se puede atribuir sólo a una causa, pero sí que mucho tienen que ver las problemáticas en el acceso a la vacunación como la medida sanitaria que permitió mantener las enfermedades a raya.
Y lo más alarmante es que mucho es consecuencia de la expansión de rumores infundados y engaños que asocian a las vacunas con efectos adversos, que han terminado por promover un movimiento antivacunas que muchos padres han optado seguir para evitar que sus hijos accedan a las inmunizaciones, poniendo en riesgo su salud y la de otros, existiendo incluso casos de muertes.
Es por ello que éste será uno de los temas centrales de la segunda Conferencia Internacional de Cultura Científica que realizará la Universidad Andrés Bello en Concepción, y que contará con la presencia de dos destacados expertos británicos. Uno es el periodista Brian Deer, conocido por haber desenmascarado lo que se conoce como el fraude científico más dañino de la historia: el engaño del médico inglés Andrew Wakefiled, que intentó vincular a la vacuna trivírica (sarampión, paperas y rubéola) con el desarrollo del autismo.
A poco de aterrizar en la capital penquista, Deer cuenta a El Sur qué lo llevó a desarrollar la investigación periodística, adelantando parte de su charla y los mensajes que buscará transmitir, como una manera de motivar a que más personas se inscriban y asistan a la actividad gratuita que tendrá lugar mañana (ver recuadro).
LA INVESTIGACIÓN
Para contextualizar, comenta que el temor sobre las vacunas comenzó por una investigación llevaba a cabo por el Hospital de Londres, publicada en la revista médica The Lancet en febrero de 1998, donde el único autor fue Wakefiled. No obstante, aún así supo encender las alarmas y provocar una crisis en salud que derivó en reticencia hacia la vacunación y consecuentes campañas en contra de éstas que partieron en Reino Unido para viajar a otros países e incluso continentes al ser recogidos como informes periodísticos, y que han sabido mantenerse hasta hoy. "Más recientemente, internet, especialmente redes sociales como Facebook, Twitter y WhatsApp, han sido el vehículo para diseminar estos temores", apunta Deer.
A finales de la década del '90, cuando se dio a conocer la información médica que hoy se conoce que es un fraude, Deer recuerda que "sospeché de eso en ese momento, pero no comencé a investigar hasta septiembre del 2003, después de una tarea rutinaria del The Sunday Times de Londres".
Fue así como llegó a entrevistar a una madre cuyo hijo autista estaba inscrito en la investigación; pero, ¿qué encontró? "La historia que me contó acerca de lo que le pasó a su hijo no coincidía con ninguno de los casos reportados en la revista Lancet. Yo me di cuenta de que lo que me estaba diciendo no era cierto o que la investigación no era verdadera. Más tarde, descubrí que ni lo que decía la madre ni la investigación eran ciertas", afirma.
BUSCAR LA VERDAD
Tras publicar ese trabajo, Deer ha pasado 15 años investigando de vez en cuando esta historia y junto con sus reportajes para The Sunday Times de Londres ha hecho una película de televisión, además de una serie de informes para el British Medical Journal.
Y es que una de las convicciones más poderosas de Brian Deer es que los periodistas tienen una responsabilidad con la verdad, de establecer hechos y no de especular o contar historias de miedo. El problema es que sabe que "el miedo vende" y por ello cree que "la idea de que las vacunas lesionan a los niños es de gran interés para algunos periodistas, porque las historias resultantes contienen miedo e interés humano, y es difícil demostrar que son falsas".
Combatir lo anterior, con ética y rigurosidad, para el periodista tiene especial relevancia, y no porque se considere un activista ni que con su investigación nunca ha buscado decir o no a los padres si deben vacunar a sus hijos, pero sí pretende generar que todas las personas sean capaces de cuestionarse e interesarse por encontrar hechos verídicos, instando a plantearse la pregunta "si Andrew Wakefield pudo hacer lo que hizo, ¿quién más está haciendo qué en hospitales y laboratorios de todo el mundo?". "El descubrimiento de un médico en Londres pudo engañar a tantas personas, en tantos países, y ha tenido un efecto poderoso en el pensamiento de muchos. Esto debería hacernos sospechar de las afirmaciones científicas y pedir la evidencia que las respalde", finaliza.