Durante los últimos años, tsunamis significativos han ocurrido en Indonesia en 2004, 2005, 2006 y 2010. El 28 de septiembre, un terremoto de magnitud 7.5, con epicentro en Sulawesi Central, Indonesia, generó un tsunami que azotó principalmente la bahía de Palu. Los videos circulaban en las redes sociales, mostrando un tsunami a alta velocidad con una altura de más de 6 metros, semejante a los tsunami de los años anteriores. Pero éste fue distinto. Y generó muchas inquietudes en la comunidad científica.
Cuando uno considera una fuente típica de un tsunami grande, se piensa en un terremoto con magnitud superior a 8, en una falla inversa (como la de la zona de subducción en Chile). Estos terremotos causan deformaciones verticales que levantan columnas enteras del mar. Este terremoto en Indonesia no sólo tenía una magnitud menor, sino que además el deslizamiento en la falla fue mayormente horizontal, es decir, no hubo levantamiento considerable del suelo oceánico. Si terremotos con estas características pueden provocar tsunamis grandes y destructivos, entonces debemos cambiar nuestro pensamiento.
La agencia de Indonesia responsable para la alerta de tsunami inicialmente emitió una alerta, pero pronto la bajaron basado en su análisis del terremoto en ese momento. Claramente no identificaron el peligro.
La causa de este tsunami todavía es desconocida. Pudo haber sido por deslizamientos de tierra submarinos, provocados por el terremoto, que perturbaron la columna de agua. Licuefacción o consolidación de sedimentos en la bahía también podría haber perturbado el fondo del mar de manera vertical. El movimiento horizontal en la falla podría haber movido horizontalmente el talud submarino, es decir, que el suelo haya empujado el agua hacia la bahía más afectada.
Estos efectos, solos o combinados, son aplicables a Chile, incluso a nuestra Región. Por ejemplo, deslizamientos masivos submarinos han sido documentados por estudios batimétricos cerca de la Península de Arauco y existen fallas que soportan deslizamientos horizontales cerca de la misma península. Encima de todo esto, existe el factor de amplificación de las ondas dentro de bahías cerradas. Dichato es testigo sobre las consecuencias de ello.
¿Qué hay que hacer entonces? Cuando el terremoto tiene una baja magnitud, no se puede usar éste como un indicador confiable de la generación de tsunami. Cuando el tsunami se produce cerca de la costa y se dirige hacia bahías individuales no se pueden usar los registros de boyas en alta mar. Lo que falta es observación costera en tiempo real. En Japón tienen una red cableada de sensores en el fondo del mar, pero es muy cara. Quizás una alternativa viable para Chile será el monitoreo de corrientes marinas cerca de nuestra costa a través de radares HF que miden el flujo en la superficie del mar a través del efecto Doppler, tal como lo está haciendo el Observatorio CHIOOS, de nuestra universidad. Un radar HF en la ciudad de Palu podría haber avisado con anticipación que llegaba una ola destructiva.
Mientras seguimos implementando esta tecnología, hay que recordar que tsunamis como el de Palu ocurren rara vez. Es importante saber que existen y estudiarlos, pero no hay que temerlos: yo voy a seguir disfrutando la naturaleza y las maravillas de nuestra costa y ojalá que ustedes también.
Dr. Matt Miller, sismólogo; Departamento de Geofísica U. de Concepción.