Un centenar de niños de la Región, con edades entre los 6 y 8 años, provenientes de 4 establecimientos educacionales municipalizados, nunca se dejaron de sorprender con la obra poética de Omar Lara que, finalmente, le dio contenido al libro "Huellas".
En 80 páginas, el texto apunta a una idea central: "Los niños del Biobío pintan la poesía de Omar Lara". Es el fundamento del proyecto gestado el año pasado, cuando Sebastián Burgos, Natalia Gajardo y el propio vate comenzaron a darle forma al marco teórico de esta obra de carácter transdisciplinar, que cruza pintura y poesía. Será presentada hoy, a las 19 horas, en Artistas del Acero.
Como una segunda parte de "Manos", libro editado en 2015 bajo el mismo formato, "Huellas" tuvo los argumentos para que, efectivamente, los 15 poemas seleccionados por Lara atraparan la atención de los pequeños.
"Cuando le contamos de que se trataba nuestra visita (los niños) se sorprendían, pero luego mostraban un gran entusiasmo", apunta Burgos en referencia a la iniciativa, cuyo primer paso fue armar talleres, que se extendieron entre marzo y julio pasado.
A los niños les resultaba particular que personas adultas vinculadas a las artes quisieran trabajar con ellos. "Luego hubo mucho entusiasmo durante la participación en los talleres, en el cómo resolver pintando, la poesía que se les entregaba", explica el artista visual.
LA LIBERTAD DEL ARTE
Natalia Gajardo, a cargo de las referidas instancias, comenta que el trabajo tallerístico consideraba en la lectura de la poesía de Omar Lara (realizada por él mismo), para que luego los pequeños interpretaran los textos a través del gesto, el color y su soltura.
"Tú los guías en cómo usar el pincel que se le entregaba, cómo mezclar colores, aclarándole algún término que no entendían. El taller se iba dando de un modo libre, entretenido y dinámico, donde todos querían participar y querían pintar más y más", recuerda la artista con cuna en Hualqui.
Precisamente de su localidad participaron alumnos de la Escuela Nueva República, a las que se sumaron la Escuela Bélgica (Chiguayante), Colegio República del Perú (Hualpén) y el Colegio Gran Bretaña de Concepción.
- Todos nos integramos de forma plena, desde que llegamos a la sala de clases, con buenas expectativas y cargados de la mejor energía. Omar les compartió su poesía, mientras Sebastián hizo registro y coordinación y yo dirigía el taller. Éramos el tío Omar, tío Sebastián y tía Natalia (risas).
- (S. Burgos) Creo que fuera una gran enseñanza para todos, tanto en la actividad artística de cada uno, experiencia, aprendizaje, aportes y amistad entre nosotros.
- (SB) Hacer partícipe a los establecimientos fue una rica experiencia, tanto para el equipo como para los escolares. Fue grato poder cooperar en entregar información sobre estas artes a los niños colaboradores y darles participación en este ámbito.
(N. Gajardo) Es una forma de aportar a la comunidad en cuanto a lo cultural. Los niños, además, son además dinámicos, lúdicos y creativos, no tienen esos jueces internos que nos atacan cuando somos adultos (...) Te responden desde la inocencia y en general, no tienen trabas al decir lo que piensan, lo cual es tremendamente interesante al interpretar un trabajo poético de un adulto (desde su mundo como niños) a través de lo pictórico.
De ahí "Huellas", el título, nace del concepto del paso que tuvieron por los centros educacionales. "Al llevar nuestro proyecto se fusiona nuestro rastro y el registro pictórico que realizan los niños", comenta Burgos.