Acceder a todo lo que los hijos piden podría perjudicar su pleno desarrollo
El "Día del Niño" es uno de los más esperados por los pequeños, pues como protagonistas, tienen una jornada dedicada a ser agasajados. Es así que aprovechan de pedir algún regalo que deseen y los adultos se esfuerzan por adquirirlo y sorprender.
Y si bien siempre es grato recibir un obsequio, así como también entregarlo a sabiendas de que se está haciendo feliz a alguien, papás y mamás deben saber que no todo se trata de dar y acceder a cada petición que los hijos tengan, pues se podría estar atentando contra su adecuado desarrollo integral.
Sandra Vargas, directora de Educación Parvularia de la Universidad San Sebastián de Concepción, afirma para la crianza y formación de la personalidad, cumplir cada deseo de los niños, sobre todo en lo material, puede tener varios efectos negativos que más temprano que tarde se lamentarán, entre los que menciona "el desarrollo de personas materialistas, que validan el consumismo como medio para alcanzar la felicidad y que confunden el ser con el tener".
Por el contrario, sostiene que los padres deben tener sumamente claro, primero, que no siempre lo que un niño pide es realmente necesario para él y que no todo contribuye a su buen desarrollo.
Por ello, también plantea que es importante explicar a los niños que los regalos no siempre tienen que ser un objeto material y que existen múltiples otras formas de hacer obsequios que son más valiosas para los niños, haciendo énfasis en la relevancia de sorprender y regalonear compartiendo tiempo de calidad, disfrutando en conjunto actividades simples y que no requieren inversión de dinero, sino disposición y son mucho más significativas como experiencias, porque refuerzan los vínculos y permanecen como recuerdos inolvidables. Ver una película, dar un paseo, preparar una comida son ejemplos o jugar con los hijos son algunos ejemplos.
Según lo planteado, la educadora llama a transmitir a los hijos el anterior mensaje para que entiendan porqué no se accede a todas sus peticiones materiales, recalcando que "esta mirada de los adultos, respecto a la entrega de un regalo, contribuye a la construcción de valores, la expresión de sentimientos y las emociones positivas, fortaleciendo de esta manera un desarrollo pleno".
CON SENTIDO
Lo expuesto está lejos de significar que "nunca hay que dar regalos materiales", aspecto desde el cual Sandra Vargas destaca que lo importante es que los padres reflexionen si es algo que el niño necesita y si está de acuerdo a su edad y/o etapa de desarrollo. "Lo ideal es que tenga sentido para su formación como persona y no necesariamente sea el objeto de moda que todos los niños tienen o piden", apunta.
En este contexto, las actividades lúdicas y didácticas, el juego, y los juguetes como mediadores tienen un rol protagónico. "Los juguetes, en general, tienen gran incidencia en el desarrollo motor, afectivo y cognitivo de los niños; permiten que descubran formas, colores, texturas; y potencian la capacidad viso- espacial", asevera Claudia Gavilán, jefa de la carrera de Técnico en Educación Parvularia del IP-CFT Santo Tomás, sede Concepción.
Para profundizar, explica que jugando se fomenta la creatividad e imaginación, sobre todo si son actividades y juguetes que han inventado ellos mismos. Así, surge otra idea para dar un regalo con significado: elaborar junto a los hijos un objeto con botellas, palos o cajas.
Cuando se trata de juguetes y juegos junto a pares, afirma que "ayudan a los niños al control de las emociones y favorecen la socialización y creación de vínculos emocionales. Potencian la comunicación y expresión ya que, utilizando un juguete como mediador pueden decir lo que sienten y piensan sin temor a ser juzgados". En este contexto, no se puede dejar de mencionar que un juguete puede ser una herramienta para fortalecer valores como compartir.
SEGÚN ETAPA EVOLUTIVA
Sobre el mejor juguete, Gavilán dice que no existe uno positivo o negativo, todos son fuente de diversión, desarrollo de diversas habilidades y aprendizaje, pero cree que la diferencia está en la función que cumplen. Eso sí, afirma que "no siempre el más sofisticado es el mejor, aunque sea el más caro".
Por ello, cree que lo primordial es entregar a los niños juguetes y objetos que despierten su interés, con los que puedan utilizar la imaginación y poner a prueba su creatividad. "Por tanto, se deben evitar aquellos que lo hacen todo", releva.
El juguete también debe ser adecuado a edad o etapa evolutiva.
Así, aclara que para los menores de 1 año, lo ideal son juegos de encaje, arrastre, sonajeros o de goma. "Entre 1 y 3 años son recomendables los juguetes que estimulen todos sus sentidos a través de diferentes texturas, formas, sonidos; y que permitan descubrir el entorno y que potencien la experimentación", sostiene Gavilán.
Entre 3 y 5 años de edad dice que lo más idóneo son instrumentos musicales, muñecas, disfraces, juegos articulados o libros, pues facilitan el aprendizaje y desarrollo de aptitudes lingüísticas, musicales y manuales, y les permitan desarrollar un juego simbólico (interpretar al papá, a la mamá, a un cantante, a un médico, por ejemplo).
Por último, plantea que "a partir de los 6 años, los juguetes han de ser más complejos y aportar a reforzar los conocimientos relacionados con la lectura, la escritura y el razonamiento", requisitos que cumplen los juegos de mesa, libros, cuadernos o set de ciencias.