Consumir más calorías no es la forma de aumentar la temperatura corporal
El invierno no sólo trae frío, humedad y lluvia, sino que también un común deseo de comer más y sobre todo preparaciones con más contenido calórico y no precisamente saludables, como las sopaipillas, picarones con chancaca o calzones rotos rebosantes de azúcar flor, entre otras tentaciones de la cocina criolla. Muchos de estos antojos se vinculan con la creencia de que el organismo lo necesita para combatir el frío. Pero, si bien esto tiene algo de verdad, combinarse con creencias erróneas lo vuelve un mito urbano.
Es cierto que para mantener la temperatura corporal se requiere energía (que aportan los alimentos), pero la nutricionista María Fernanda Jara, de Daily Foods, explica que "no se justifica comer más en los días fríos, ya que normalmente nos desenvolvemos en ambientes calefaccionados y nos vestimos con ropa que permite mantener el calor corporal, sin necesidad de aportar calorías extra para lograrlo".
También es verdad que comer lleva a un incremento de la temperatura del cuerpo, en un proceso que se llama termogénesis o generación de calor, pero que nada tiene que ver con la cantidad de calorías de una preparación, sino con la liberación de energía durante la digestión. Por ello, el calor se produce por la metabolización de los macronutrientes de los alimentos.
Pero, si hay una clave para combatir el frío a través de la alimentación, está en la sensación térmica que otorga el alimento y por ende a la temperatura a la que se consumen. La razón, aclara, es que tal como ocurre con los termoreceptores de la piel, que identifican la temperatura externa, hay termoreceptores que responden al estímulo del consumo de bebidas o alimentos más o menos calientes.
FIBRA Y PROTEÍNA
Considerando lo expuesto, Rebeca Carrasco, directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Santo Tomás Concepción, apunta que lo ideal es preferir alimentos que requieren un mayor consumo energético para ser procesados. "Al aumentar el metabolismo corporal para procesar los nutrientes que contienen las preparaciones culinarias mejora la sensación térmica" destaca.
Así, aconseja optar por productos con una buena cantidad de fibra y proteínas, que también contribuyen a una mayor saciedad, como verduras, leguminosas, cereales integrales, frutos secos o huevo, entre otros. Estos, además, son pilares en una alimentación saludable, con un contenido adecuado de calorías también.
ALGUNOS CONSEJOS
Desde lo anterior, Paula Fuenzalida y Victoria Halabí, nutricionistas y académicas de Nutrición y Dietética de la Universidad del Desarrollo Concepción, apuntan que al preferir preparaciones templadas a calientes, con bajo aporte calórico, se puede contribuir aumentar la temperatura corporal y evitar las enfermedades producidas por la ingesta de un mayor número de calorías, como las dislipidemias, hígado graso, insulino resistencia, diabetes, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares.
Sopas caseras, consomés, caldillos, guisos y budines de verduras o legumbres son parte de los platos que recomiendan consumir durante los días fríos, por su bajo o adecuado aporte calórico, contenido de nutrientes importantes, papel en la saciedad y generar sensación de calor.
Las infusiones de hierbas, té, mate y también el café, sin azúcar adicionada, son otras buenas opciones para combatir las bajas temperaturas.
Recalcan que lo ideal es que las preparaciones sean hechas en casa y evitar el consumo de sopas en sobre, que tienen un gran contenido de sodio y grasas. Aconsejan, además, consumir las comidas en vajilla de greda, material que mantiene de mejor forma y por mayor tiempo la temperatura.
SEROTONINA
Que el frío provoque aumento del apetito es otro hecho, pero éste no se explica con las bajas temperaturas y la necesidad de consumir energía para generar calor, sino con procesos cerebrales, lo que es importante considerar para controlar la ansiedad.
Una de las explicaciones que Fuenzalida y Halabí dan es que el cambio de estación, de verano a otoño y luego invierno, en muchos individuos afecta negativamente el estado de ánimo, lo que se vincula con la alteración en la secreción de ciertos neurotransmisores que desencadena en el aumento del deseo de comer.
María Fernanda Jara agrega que " la disminución de las horas de sol que hay durante los meses de otoño e invierno, provoca disminución en la síntesis de neurotransmisores como la serotonina, la cual tiene como una de sus funciones regular el apetito". La mayor apetencia es sobre todo hacia los carbohidratos, precisa, "ya que de esta forma incorporamos al organismo las sustancias precursoras para la síntesis de este neurotransmisor que durante el invierno se encuentra en niveles más bajos".