Se necesitan aulas felices
Todos los profesionales que trabajan en las relaciones humanas, cuando entran en estados de alteración como el enfado o disgusto, cuentan con la posibilidad de salir del espacio físico en el que están. Si están con un cliente que les causa problemas, en una entrevista desagradable o en una reunión demasiado densa, pueden retirarse, tomar aire y luego volver. Los educadores, con decenas de niños o adolescentes en el aula, no pueden.
No tener esa posibilidad es tremendo. Más cuando aquel entorno les acompañará por nueve meses y las primeras situaciones conflictivas se presentan en la primera semana. Son tantas las variables que un educador debe manejar, que la autorregulación junto a otras herramientas para gestionar las circunstancias diarias de la mejor forma, resultan fundamentales para salir de la reactividad y dejar el piloto automático que le impide conseguir los mejores resultados educativos y así ser el mejor educador que puede ser.
mindfulness
Si se tata de los profesores, técnicas derivadas de la atención plena pueden ayudarles a sentirse más calmados, más presentes y por ende, beneficiar en el acompañamiento y comunicación con sus alumnos, cultivando así la amabilidad, la empatía y desarrollando menor reactividad en situaciones difíciles.
mindfulness
Mindfulness
Podemos trascender hacia la eliminación del bullying, del maltrato, se puede mejorar el respeto, las relaciones humanas y así construir aulas felices. No significa jolgorio, sino el mejor espacio para recibir información nueva, pues el aprendizaje solo se da cuando estamos en estado cognitivo, afectivo y psicológico óptimo. Las aulas felices son espacios donde la labor docente se fortalece, y niños y niñas pueden aprender.
Institute for Mindful Leadership NY,