"Llacolén": una historia para quererla
Un montaje que supo colmar el imponente escenario de la Sala Principal del Teatro Biobío y que, además, emociona. Esto, a partir de un relato, donde las incomprensiones del amor de tornan tragedia, pero también un canto a la vida, a la esperanza e identidad.
"Llacolén", con tres funciones abiertas a la comunidad, en el marco del llamado "Mes inaugural", durante este fin de semana, mostró los argumentos suficientes para recomendarla, también quererla y disfrutarla en sus 50 minutos de duración. Por lo mismo, y tal como lo han manifestado ambas partes -los propios artistas y la corporación a cargo del espacio cultural- deben buscar nuevas fechas para reponerla.
Es necesario, también urgente, para conocer una parte de nuestra historia, la de este Biobío. "Llacolén" la construye con una propuesta entretenida, sensible y profesional en todos sus detalles, los cuales tuvieron su gran ajuste y rodaje durante este último mes.
Con dirección artística del penquista Cuti Aste, "Llacolén" es un viaje por nuestra realidad regional y nacional planteado con propiedad, manejo escénico y creativo. Dieron cuenta que en estos tiempos de cruces expresivos, de formatos y géneros, la música popular y la poesía clásica se pueden tomar de la mano. Y lo mejor, construir una historia, donde la puesta en escena (gran trabajo de Paula Barraza) complementa los espacios y latidos dramáticos. Se une teatro, danza, música, muñecos y los 14 personajes en escena, que observamos bien integrados.
Lo anterior está unido en la composición y dirección musical de Camilo Salinas, quien además supo incorporar a la trama, canciones del presente y locales como Los Tres y Los Bunkers, además de Javiera Parra. Gran banda sonora, muy bien ejecutada y cantada (Dindi Jane), de esas que dan ganas de volver a escuchar.
Un triángulo amoroso, el que se forma entre Llacolén, hija de Galvarino, Millantú (prometido de ella) y un soldado español son la base argumental de esta leyenda regional. También los de un montaje, que puede verse como un "Romeo y Julieta" en la Región.
No podemos dejar de mencionar el rol mayor que adquiere el trabajo coreográfico -diseño de Paola Aste- en el arco dramático y narrativo de la apuesta. Se complementan las visuales proyectadas y el trabajo de iluminación, que le dan ritmo a los cuadros, como también un sentido de profundidad, donde los planos en el escenario conviven con una emotiva delicadeza para disfrutar.