El hombre que se atrevió con un contrafuego en Pocollay
Pedro Ñuñez Lavín (60) vio que el fuego estaba arriba del cerro a unos 800 metros de su casa y supo exactamente qué hacer. Tomó un bidón con bencina y comenzó a hacer un cordón por todo el cerro, le prendió fuego y comenzó esperar que se extendiera a lo largo y se encontrara con las gigantes llamas que se dispersaban desde Copiulemu.
No fue fácil recorrer esos metros solo y sin apoyo. Sus vecinos no estaban de acuerdo con realizar un contra fuego y sólo decidieron mojar sus viviendas para quizás, con un poco de suerte, evitar que las llamas alcanzaran sus techos.
Pero Pedro no tenía dudas. Sabía que su plan iba a funcionar, y es que no era primera vez que lo hacía: desde los 10 años y gracias a su padre aprendió a hacer un contrafuego, técnica que reforzó en su trabajo de contratista forestal.
En eso estaba cuando de un auto descendió un fotógrafo y lo inmortalizó en una imagen que retrata el crudo escenario de los incendios forestales que afectaron al país durante enero y febrero de este año.
CIELO ROJO
"¡Nos estamos quemando vivos! ¡No tenemos agua!". Fueron los gritos de Victoria Ramírez Medina (47), esposa de Pedro, quien al ver al fotógrafo Carlos Acuña Oliva se acercó, sin pensarlo, a pedirle ayuda. Fue el momento en que al profesional le llamó la atención el hombre, que con un balde en mano y apenas una delgada mascarilla, miraba atento al fuego.
El resto de los vecinos del sector Pocollay, en el sector de Los Puentes en Concepción, sólo estaban preocupados de sus casas y sólo Pedro yacía parado frente a las llamas.
La presencia del gráfico fue casi casualidad. Estaba reporteando los incendios en la comuna de Florida, donde la preocupación estaba puesta en que el fuego iba a llegar al casco urbano de la ciudad. Al momento de regresar, se barajó la posibilidad de hacer el recorrido por la Ruta del Itata, pero prefirieron la Ruta Concepción-Cabrero.
El vehículo alcanzó justo a pasar antes que cerraran la carretera por la peligrosidad de las llamas. Eran las 16 horas del jueves 26 de enero y Carlos Acuña hizo un alto en un paso nivel para retratar el lugar. "Antes de llegar a Pollocay se estaban quemando los árboles y se podía escuchar el avance de las llamas. Era muy temprano y estaba todo oscuro, pero con ese color naranjo propio de los incendios", recuerda el gráfico de Diario El Sur.
Al llegar a Pocollay, la vista se fijó en Pedro. "Esta persona era la mejor manera de resumir todo el drama humano que se estaba viviendo producto de los incendios forestales no sólo acá, sino que en todo el país", sentencia.
ESPERANDO EL FUEGO
"Nunca hay que esperar que el fuego llegue al lado de uno, por eso se queman las casas", dice Pedro Ñuñez en el comedor de su vivienda que comparte con su familia desde hace 22 años. Sentado en ese mismo comedor, en enero pasado miraba las noticias sobre los incendios forestales en el norte del país. Organizando en su cabeza lo que iba a tener que hacer en caso de que las llamas también alcanzaran su sector.
Una hora después de que el fotógrafo pasara por el lugar, se escuchaba cómo el gran incendio se fundía con el contrafuego que él inició. "Cuando los fuegos se encuentran, explotan. ¡Suena como una bomba!", dice Victoria Ramírez.
De ahí, poco a poco comenzó a disminuir la intensidad de las llamas. Sin embargo, "las bolas de fuego" como las llaman Pedro y su esposa, saltaron por arriba de sus viviendas y cayeron por detrás del río Andalién, que también colinda con sus casas. Dos días estuvieron combatiendo las llamas en ambos frentes.
Pero como siempre supo Pedro, su vivienda se salvaría una vez más de las llamas del bosque.
RECONOCIMIENTO
Ocho meses después Carlos Acuña se reencontró con Pedro Nuñez y su esposa Victoria. La fotografía que inmortalizó el gráfico en enero pasado fue la ganadora de la categoría "Zoom Regional" del XIII Concurso de Fotografía Regional organizado por la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), destacando la labor del profesional con 18 años de experiencia.
Al llegar a su casa, a la orilla del camino y ver asomarse el rostro del fotógrafo, Victoria inmediatamente lo reconoció y le gritó "¡yo me acuerdo de usted!".