A sus 13 años, graves problemas al interior de su familia provocaron que Arturo Soto tomara la drástica decisión de salir de su hogar para irse a vivir solo a una casa abandonada, ubicada en lo que define como una pequeña favela de Antofagasta, "una población donde hay muchos problemas de tráfico y drogadicción, comercio sexual, delincuencia. Lo peor que se puede ver", contó.
Decir que esto cambió su vida parece estar de más y muchos podrían pensar que de forma poco auspiciosa. Él lo pensó en algún momento. Pero las ganas de crecer y alcanzar sueños fueron mucho más fuertes que todas las adversidades que se le presentaban, transformándose en la oportunidad de encontrar su felicidad y vocación gracias a la profunda e íntima relación que formó con el mar.
Y es que uno de los primordiales motores de las vivencias transformadoras de Arturo, hoy de 36 años, ha sido el aprendizaje y posterior enseñanza del Bodyboard, lo que cristaliza con su proyecto "Budeo", con el que ha cosechado innumerables éxitos en Antofagasta, donde beneficia con clases gratuitas a cerca de 100 niños en vulnerabilidad social cada año y ha tenido impacto transversal en su ciudad. Tal es la magnitud que está trabajando con la Universidad Católica del Norte para generar un método educativo e investigación científica; con la Unión Europea en un proyecto turístico internacional; y con la Organización Mundial de Bodyboard que desde hace cinco años lleva una fecha del circuito mundial del deporte a Antofagasta, haciendo sustentable las proyecciones deportivas de los niños de su escuela.
También ha viajado al extranjero y a Chile para contar su experiencia, y esta semana estuvo en el Gran Concepción ofreciendo charlas en la Ucsc y a escolares.
SURFEAR PARA PREVENIR
"Al estar solo buscas un líder a quien seguir y en la población lo encuentras en las personas que están en la esquina; terminas siendo guiado por personas que son delincuentes. El océano me rescató de un futuro que no era bueno para mí", afirmó para comenzar a relatar su historia de superación.
Es que a pocas calles de su casa había una playa, que bautizó como "Budeo", donde aprendió a dominar las olas y también las problemáticas que lo aquejaban. "En vez de irme a la esquina, me levantaba temprano e iba a la playa. Fue como una droga positiva, sólo quería estar ahí. Me sentía feliz, a pesar de todos los problemas que tenía, en el mar se me olvidaban, las olas se los llevaban", recordó. Además de la conexión con el mar, conoció su territorio, la flora y la fauna.
Así, en plena adolescencia supo que quería vivir de lo que le hacía feliz, sin presagiar que iba a ayudar a transformar la vida de cientos de niños que viven en condiciones de vulnerabilidad social en Antofagasta con su proyecto que contempla pilares deportivos, educativos y de turismo, todos se alimentan y sustentan entre sí, pero donde la escuela de Bodyboard, para niños hasta los 14 años, es el alma. "A esa edad eligen qué tipo de ser humano van a ser, porque están menos contaminados con el sistema, son más soñadores y atacas el problema antes de que se produzca. Al niño que está en riesgo, antes que termine en la esquina puedes decirle lo lindo que es el mundo, lo bella que es la vida, cuánto pesa el dinero y para qué sirve. Y desde ahí se pueden generar cambios importantes", dijo Soto con seguridad respaldada por los resultados de su proyecto y por su propia vivencia.
DAR SENTIDO A EDUCARSE
Su motivación para seguir avanzando con "Budeo", que inició cuando tenía 14 años al enseñar a otros que llegaban a la playa y comenzó a gestarse una improvisada escuela, que partió sin recursos, la siente también una responsabilidad. "Si el océano me dio una oportunidad y mejoró mi vida, quiero compartirlo. Puedo hacer con otros niños lo mismo que el mar hizo por mí", manifestó.
Una de las formas para lograr esto es con la educación experiencial que refuerza la formal, porque le da sentido. En su opinión uno de los principales problemas es que muchas veces el sistema le dice a los niños que no son capaces y en casos de vulnerabilidad social esto provoca que no entiendan para qué van a la escuela. "Ese niño al que el profesor le dijo que no sirve para estudiar, tiene ese tiempo libre para estar en la calle y conocer a delincuentes que vean su vulnerabilidad y lo tienten con ese mundo. Tener éxito en un delito les da adrenalina y quieren seguir en eso. Los llevan a fiestas, les dan drogas, lo incitan a iniciar tempranamente una vida sexual, y a los 14 o 15 años se transforma en una opción que les gusta. Hacemos lo mismo que esos delincuentes, pero de otro modo. Tomamos a ese niño, lo llevamos a la playa, le enseño a surfear y hacemos que sienta esa misma adrenalina en el mar", contó.
FOCO EN LA FELICIDAD
Pero la enseñanza del deporte no sería tan trascendental si no se acompañara con una educación valórica. "Principalmente, enseñamos lo importante que es el conocimiento para ser feliz, cambiando el concepto que enseña el sistema que dice que debes estudiar para tener una carrera, ganar plata y ser feliz. Decimos a los niños que uno se educa para ir en busca de un conocimiento que te lleve a ser feliz haciendo lo que te gusta. Cuando un niño entiende eso se transforma en una persona creativa, porque está trabajando por sus propios sueños desde chico, y una persona creativa resuelve problemas, quien trabaja por sus sueños abre polos económicos, mejora su calidad de vida y de las personas que lo rodean", reflexionó Arturo Soto, manifestando que uno de sus anhelos, que tiene certeza es posible, es que la experiencia de "Budeo" se replique con otros deportes o disciplinas.
De ahí releva que innovar en la educación es buscar un modelo que tenga sentido para el niño, porque apunta a algo que le interesa. "Por eso en 'Budeo' le preguntamos qué es lo que le gusta, cómo se siente feliz. Cuando tenemos esa respuesta motivamos y trabajamos sobre eso. Si vas en busca del conocimiento para llegar a un lugar que te haga feliz, el dinero va a ser una consecuencia de esa proyección y ahí es diferente, porque no sólo estás ganando dinero para tu bolsillo, sino también satisfacción y alegría para tu corazón. Y eso empieza a abrir más oportunidades", finalizó.