Gina Intveen regresa con muestra dedicada a la mujer indígena
Gina Intveen parte con una confesión. "No soy buena para acordarme de los años", cuenta, mientras trata de acordarse cuándo montó la última exposición individual. Saca cuentas, suma, resta, pero no multiplica. No es necesario para concluir que fue el 2012, en la Galería de los Ocho.
Por lo mismo, es que la presente muestra cuenta con los argumentos pictóricos como para ponerle atención a esta artista visual formada en la UdeC, y titulada de Arte durante los primeros 90.
Con más de dos décadas de carrera, Intveen está de vuelta en la capital regional con "Mujer indígena, mujer migrante". La muestra compuesta por 26 obras de dos tamaños -12 son de 30x30 cms. y 14 de 1x1 m- está disponible actualmente en el Instituto Chileno Norteamericano (Caupolicán 315), en el marco de la celebración de los 75 años de la entidad de idiomas en nuestra ciudad.
"Muchas veces me habían pedido montar algo acá, lo que se dio ahora", señala la artista, quien hace unos cuatro años estaba en conversaciones para agendar una exposición en la céntrica sala.
Ahora con una muestra de intensa inspiración, como también proyección en cada uno de los cuadros propuestos, ya sea en óleo, acrílico o técnica mixta.
De hecho, dice, la inspiración fundante de estas obras, que trabaja desde enero pasado, viene de la conmemoración del Día de la Mujer Indígena. Desde el 5 de septiembre estos mismos cuadros estarán en Antofagasta, como parte de una muestra alusiva a la fecha que sumará otras 15 piezas de la misma naturaleza, actualmente en proceso de creación.
MESTIZAJE PRESENTE
Si tuviéramos que buscarle el común denominador a los trabajos, éste sería la forma en que Intveen plantea, observa y siente la figura femenina, en este caso, representada en el soporte indígena. "Está vulnerada, discriminada e invisibilizada en esta aldea global. Es lo mismo que nos pasa a nosotras, cuando tenemos acoso callejero, problemas en las AFP o descuentos mayores en la Isapre", apunta.
- Lo que pasa es que estamos acostumbradas y, efectivamente, somos discriminadas por el trato machista cotidiano, es un horror, pero es así.
Lo que busca, a través de obras que destacan por su trabajo onírico de las formas, como también el uso de colores tierras o pasteles, sin olvidar los rojos o naranjos (colores vivos), es representar a la indígena latinoamericana, más que la propiamente chilena.
Ello, lo entendemos, en la medida que como artista visual ha recorrido e internado en las realidades de países como Costa Rica (en la selva) en los alrededores de Guatemala o en los pueblos de República Dominicana.
- La mujer fuerte, empoderada, donde su trabajo la enaltece. Por ejemplo, el oficio textil es súper importante en el mundo latinoamericano. Actualmente, encuentras mujeres dedicadas a este oficio que se están asociando para solicitar lo del derecho de autor en relación a las imágenes y formas de sus trabajos (que no sean copiados por las grandes casas de moda).
- Con un enfoque propio, considerando el color propio latinoamericano, colores naturales, naranjo, colores tierra, intensos, de contrastes frutales. Acá están presente diferentes etnias e historias con sus atuendos.
Una característica que llama la atención es el formato, y cómo la artista optó directamente por pintar en cuadrados. "Se trata de una figura mística. Platón y Pitágoras manifiestan que el cuadrado es la figura geométrica perfecta, porque es equilibrado, contiene, te da paz", expresa, quien por primera vez se fija en el detalle de hablar de la mujer con su género.
"En esta vulnerabilidad, la mujer igualmente trabaja y es el eje del hogar, sustento emocional y muchas veces económico", acota.
- Somos mestizos. A veces nos cuenta entenderlo, especialmente, los chilenos, y deberíamos estar orgullosos de serlo. Creo que todos tenemos un indígena interior.. Acá tampoco está relatada la mujer desde un punto de vista antropológico, sino que la mujer que he visto en la calle y se mueve.