Avanza recuperación de semillas nativas del Parque Coyanmahuida
A casi cuatro meses del mega siniestro que afectó a gran parte de la zona centro-sur del país, ni las lluvias han logrado apaciguar el olor de la madera chamuscada por el fuego.
En la comuna de Florida y a 40 kilómetros de Concepción se encuentra el Parque Coyanmahuida, propiedad de Arauco. Considerado como un relicto, es decir, de bosque nativo de alto valor, Coyanmahuida posee una alta riqueza en especies nativas. Sin embargo, el 80% del recinto fue arrasado por el incendio de enero de 2017.
Actualmente el parque esta cerrado y cifra las visitas que recorrieron sus senderos en más de 10 mil escolares y estudiantes de educación superior junto a más de 5 mil turistas. Su cierre da inicio al extenso proceso de recuperación que tiene por delante.
REGENERACIÓN NATURAL
Contando con dos senderos, y una antigua mina de cuarzo que se perdió tras el terremoto, el Parque Coyanmahuida tenía habilitadas 24 hectáreas de paseo, de las cuales más de 15 se quemaron por completo. Esto es parte de una masa de bosque nativo de 80 hectáreas alojado en un predio de plantaciones de un total de 180 hectáreas.
"Toda la superficie que tiene la empresa (Arauco) esta dividida entre plantaciones y otros usos, como la conservación", cuenta Juan Anzieta, Subgerente de Asuntos Públicos de Arauco.
"Parte de la recuperación funciona por medio de la regeneración natural y la otra es entrar a plantar algunas de las especies para que el bosque recupere su cobertura. Esto puede tardar años", agrega Anzieta.
Parte del mecanismo de recuperación responde a revivir el ecosistema, el cual, según lo define Roberto Muñoz, jefe de Medio Ambiente y Comunidad de Arauco, estaba en su etapa final antes del siniestro.
"El bosque tiene una sucesión, al principio hay ciertos tipos de plantas, especies que son intolerantes a la sombra y colonizan", explica Muñoz al señalar un tronco caído en el parque.
El roble, pese a estar tumbado, creció y tiene ramas que se endurecieron en pequeños troncos, que avanzan en línea recta por sobre las copas del bosque en busca del sol.
"Luego, bajo esta cobertura empiezan a crecer especies que necesitan sombra, como el olivillo. Se puede hablar de un ecosistema completo o final cuando entre estas plantas crecen lianas", continúa Muñoz. Sin embargo, el siniestro de enero de 2017 destruyó todo tipo de plantas, las copas de los robles hoy se muestran de un seco sepia y los troncos sobrevivientes asimilan ser carbón.
Una de las labores de los guardabosques es cuidar este proceso. Dos formas de hacerlo son la contención de animales y la recolección de semillas.
ÁREA DE ALTO VALOR
Las especies habitantes en el Coyanmahuida ("montaña de robles" en mapudungun) le otorga un valor agregado en términos biológicos. Este es uno de los parámetros que, según Muñoz, dictan la importancia de un terreno.
"De las 328 mil hectáreas de bosque nativo, hay cerca de 60 mil que son áreas de alto valor de conservación. Esto puede ser por el componente biológico o una especie muy rara o endémica, por lo social o económico y por la significación cultural", detalla el Jefe de Medio Ambiente y Comunidad de Arauco.
Respecto a las zonas de alto valor, Carlos Jorquera, encargado de Altos Valores de Conservación, calcula que hay al menos 7 áreas más de alto valor fueron dañadas durante el siniestro que partió el 25 de enero de este año.
"Se estima que fueron 15 mil hectáreas de bosque nativo y de alto valor las dañadas durante los incendios", comenta Jorquera.
POST INCENDIOS
René Valdivia es el administrador del parque, se encontraba en él cuando el siniestro alcanzó el Coyanmahuida, el 26 de enero. Ha trabajado durante 30 años.
"Las llamas venían en dirección noroeste, hicimos un corta fuegos de 60 metros, pero los cambios del viento y las noches hicieron que el incendio entrará por atrás del parque, pasando a la Ruta del Itata de golpe", relata Valdivia.
Si bien no fue una situación extrema para quienes combatieron el fuego, sí lo fue para el recinto.
"Estimar el tiempo de recuperación del parque depende de la naturaleza, uno de estos arrayanes tardó 30 años en llegar a su tamaño actual. Lo que se debe asegurar es el rebrote", detalla el guardabosque y administrador.
En específico, se refiere a la parte inferior de los troncos, que se deben mantener alimentadas e hidratadas, y también las semillas, las cuales están siendo recolectadas y plantadas. Este proceso se hace en el mismo parque y en otro sectores.
"Estábamos preparados para incendios, pero no de esta categoría y con un periodo de 30-30-30 tan extenso", admite Valdivia. El llamado 30 se refiere a tres condiciones que potenciaron el incendio: 30 grados, bajo el 30% de humedad y vientos de 30 kilómetros por hora.