La conexión penquista en la Feria del Libro de Bogotá
Caminar por las calles de Bogotá en Colombia es, de alguna manera, teletransportarse a Concepción: lluvia, cerros verdes, universidades, cafés donde esconderse, potente actividad cultural y un escudo que es prácticamente el mismo.
Y en su feria internacional del libro, Filbo -la más trascendente de Latinoamérica junto a la de Guadalajara y Buenos Aires- sólo se hablaba de dos cosas: lo acertado de haberle dado el Nobel a Bob Dylan y las virtudes de la delegación chilena.
Incluso, la revista colombiana Diners tituló un reportaje como "Francia es el país invitado, pero Chile se está llevando todas las miradas", resaltando a los ilustradores Marcela "Maliki" Trujillo, Gabriel Ebensperger, Lola Larra y La Orquesta de Poetas.
Y es, justamente, esta última e inclasificable agrupación la que cerró el evento en una carpa VIP repleta en un homenaje a Violeta Parra (junto con Dylan eran los dos personajes celebrados en esta versión).
Una mezcla de disertación, rock, lírica y momentos avant-garde lograron que colombianos, que jamás habían escuchado una cueca, empezaran a hacer las palmas a pura intuición en uno de los momentos más emocionantes de la presentación. O también momentos intensos como "El ring del Angelito" mezclando post-rock e imágenes de un Chile en blanco y negro desaparecido.
De hecho, el pabellón nacional, instalado frente al de Argentina (que era un desierto), siempre estaba lleno de gente revisando las novedades de editoriales consolidadas como Hueders o Lom junto a otras emergentes como Overol y su "Obituario" del recientemente fallecido académico de la U. de Concepción Andrés Gallardo. Todo acompañado de vino, empanadas y buena conversación.
Una advertencia para los que no conocen Bogotá: acá el sol sale a las 5:30 de la mañana. Por eso a las 10 de la mañana ya hay colas que rodean el moderno recinto de Corferias (este año tuvieron un récord de medio millón de asistentes).
Allí están la decena de pabellones dedicados a cadenas de librerías como Panamericana, megaeditoriales como Penguin Random House, salones internacionales con editoriales de todo el mundo o temáticas como la edición universitaria o el cómic.
A las 18 la ciudad baja la cortina y es difícil encontrar lugares abiertos pasada las 22. Excepto cadenas de hamburguesas como Corral que tiene un local abierto las 24 horas en la Zona Rosa que junto a la G (restaurantes) y T (discotecas) son los lugares más cool y turísticos.
Seguro allá fueron los autores clase A que llegaron al feria como Vila-Matas que me reconoció que no tiene demasiada onda con Chile y que aún lo deja perplejo que en Francia entiendan su obra mientras que en España aún se complican con sus delirantes experimentos metaliterarios.
O Geoff Dyer que habló sobre jazz y el fin de los géneros, diciendo que "La la Land" apestaba. O Richard Ford que dijo que Trump era un idiota y aconsejó a los escritores jóvenes no tener hijos.
EL LEGADO DE VIOLETA
Pero nada podrá superar en mi memoria cuando intervino el penquista José Burdiles, de Zurdaka. Invitado en el grupo de homenaje a Violeta Parra tomó el micrófono, complementando la reflexión de Federico Eisner, uno de los líderes del grupo fundado en 2011 ("Más que estar reproduciendo su repertorio, los artistas chilenos ya creamos con su genética incorporada. Aunque hagamos otra música").
"Violeta está en esa forma de visualizar el folclore como algo dinámico, no estático. Soy de una ciudad de Chile que se llama Concepción. Me molestan los chicos de la banda. Dicen que soy un infiltrado de la U. de Conce, pero el paso de Violeta por esa casa de estudios fue importante", sostuvo.
El artista comentó que la casa de estudios del Biobío fue de las pocas instituciones que "la cobijó y le permitió hacer un trabajo que marcó la ciudad y que tiene el cartel de ser la ciudad rockera de Chile. Creo que eso tiene que ver con Violeta. No por ser rockera, sino musical. Su paso dejó un legado, no sólo como se movieron las aguas subterráneas de la música, sino que por gestión de ella hay instituciones: conservatorios, escuelas de danza importantes para la ciudad". "Y no olvidemos de cómo ella se conectaba con Gonzalo Rojas, que estuvieron en la misma época acá", agregó Fernando Pérez, poeta y en los teclados.
La agrupación, que completa Pablo Fante (bajo) y que tuvo entre otros invitados al poeta Carlos Cociña y la cantautora Marcela Parra (que se presentaría inmediatamente después) fue para presentar el disco "Declaración de principios" y forma parte de la "armada chilena" que recorre ferias clase A con el apoyo del Cnca, Prochile y Dirac.
Mientras afuera llovía torrencialmente, sin intimidar a los miles de visitantes, Burdiles reflexiona: "No me gusta mucho hablar ni hacer este tipo de cosas. Pero no lo pude evitar", dice riéndose. "¡Y es verdad! Hasta el escudo de Bogotá se parece al de Concepción. Me ha llamado la atención lo atenta de las personas y lo interesado que están en Chile. A uno se lo cuentan, pero es diferente vivirlo".