"Blanca oscuridad" le da un perfil humano a la tragedia de Antuco
Si algo tiene el documental "Blanca oscuridad" es empatía y respeto. La cámara, que en todo momento está al servicio del relato del director Juan Elgueta (44), sabe cómo ponerse en el interior de una tragedia. Es ésta la que se cuenta, a partir de los sucedido el 18 de mayo de 2005.
Cuando han pasado casi 12 años de la muerte de 45 soldados/conscriptos por hipotermia; el hecho no vuelve desde la inmediatez de los medios, sino desde la reflexión de quien quiere contar lo que importa, eso que atañe a lo humano y no cifras.
Por lo mismo, Elgueta espera que hoy, a las 18.30 horas, se llene el Auditorio UdeC (de la facultad de Humanidades y Arte). Esto, en el marco de lo que será la primera exhibición de la pieza en nuestra ciudad, como parte del ciclo Miradoc (entradas entre $ 500 y mil pesos).
Incluso, y más allá de la propia película, lo que el realizador espera con más entusiasmo es el conversatorio programado una vez finalizado el pase de la obra de unos 73 minutos de duración.
"Ojalá que la película haga que las personas reflexionen y conversen sobre el tema. No les pido que les guste -eso pasa por la subjetividad de cada uno-, pero que piensen más socialmente la obra", señala el también guionista de su segundo título documental.
PONERSE EN EL LUGAR
Con un tiempo de producción de 5 años -básicamente por un tema de financiamiento y autogestión-, la cinta vuelve sobre la tragedia ocurrida en 2005, desde el testimonio de tres de sus protagonistas. Por un lado, están los sobrevivientes Rodrigo Morales y Pablo Urra, además del fallecido Jonathan Bustos. Es éste quien lleva el relato desde el espacio off, a través de sus recuerdos y anhelos, expresados por otra voz.
- Por eso, lo del destino tiene que ver con lo de la tragedia griega (referido en la cinta). En este caso, en relación a la carrera militar para jóvenes humildes que lo ven como un destino irrevocable, ellos ven en ésta su futuro. Eso explica, además, porque Chile está en el tercer mundo, hay un letargo de pobreza sin más posibilidades o una alternativa para superar aquello.
- Es lo que me fue pasando, desde la investigación -y realización de su primer documental "Huellas en la vida", sobre una ópera basada en la misma tragedia compuesta por su amigo Sebastián Errázuriz- y lo que podía sentir por mi propia experiencia de vida (Elgueta tuvo un complicado accidente automovilístico a los 21 años) y el stress postraumático. Eso me dio la autoridad, tranquilidad y el derecho de meterme o hablar con ellos de igual a igual. Además, cuando estábamos en todo este proceso (2010) me pregunté como habían pasado 5 años y no se había hecho nada. Eso hizo que me sumergiera más en este drama, viajar a la zona e inspirándome y contactando con ellos (protagonistas de la tragedia).
- Eso fue básicamente por financiamiento (postularon a fondos públicos sin adjudicárselos nunca). Al final, a través de Válvula Films -productora de Elgueta- pudimos reunir los recursos, por supuesto, trabajando en otras cosas (publicidad). Cada vez que juntábamos dinero íbamos a Los Ángeles, grabábamos en el volcán (Antuco), las casas de los sobrevivientes o los fallecidos. Eso, que nos tomó unos tres años, fue dando un contenido que llevó a la estructura. Hicimos el cortometraje ("Hipotermia", 2013) y luego retomamos el proyecto.
- Siento que el documental está bien logrado, y a la altura de la historia que queríamos lograr. Tomó mucho tiempo e investigación.
- Exacto. Eso nace de la relación que entablé con las personas. Parte de eso también con mi experiencia.