Cinematográfica exposición lleva a Valdivia al apocalipsis
Las fotografías de Abel Lagos dicen, hablan, comunican. También transgreden la mirada, la cuestionan y provocan.
El color, la luz, el espacio, la figura humana femenina, se tornan cuerpos "vivos". Ello, en una época donde el fotógrafo y artista valdiviano se interna en parajes distópicos (sin tiempo), allí donde lo apocalíptico (o post) emerge desde una ciudad (Valdivia), que no esconde el abandono.
Quizás lo disimule, tal como se proyectan en algunas de las 26 obras que componen "La imagen oblicua", exposición inaugurada el jueves en la sala David Stitchkin de la Galería UdeC. "Cuando uno vive y participa en una ciudad, el espacio se transforma en algo tan cotidiano, que ya no ponemos atención a los lugares que muestran signos de decadencia o problemas de administración", apunta el artista quien comenzó a interesarse en la fotografía desde los 12 años armando y desarmando la Brownie Reflex 127 de su padre, adquirida en 1943.
Con una primera formación en el área, mientras estudiaba en Concepción (se fue en 1974), su vida se traslada hacia Londres, Inglaterra, por no estar de acuerdo con el sistema imperante en Chile en los 80. En 1984 obtiene el título de fotógrafo profesional en el Politécnico Central de la capital británica.
PLANTEAR CONCEPTOS
La muestra, que estuvo anteriormente en Valdivia y Puerto Montt, entre el año pasado y éste; pone su foco en cuatro ideas: fotografía topográfica (concepto acuñado en 1975), distopía (con referencias al cine), heterotopía (Michel Foucault) y los no-lugares (Marc Augé). "Podrán encontrar fotografías que se refieren a estos cuatro conceptos, por medio de imágenes en blanco y negro con algo de color, colores desteñidos, exagerados y alterados", indica el fotógrafo, quien con ella pretende "tocar" las emociones del espectador.
Y lo logra, a través del paseo que se permite el testigo por estas pieza de 75 x 65 cms., montadas en un formato clásico. Es el recorrido por la ciudad y las ruinas urbanas encontradas en el tránsito de la realidad valdiviana.
La muestra, resultado de un proyecto Fondart Región de los Ríos, van captando la atención gracias al tratamiento de la luz, el color y lo monocromo. "Una de las particularidades de este trabajo es que está enteramente construido por mí, es decir, desde la toma fotográfica pasando por la impresión digital hasta el enmarcado. Lo he hecho de esta manera después de varios fracasos muy caros con el comercio de laboratorios profesionales, resultados que nunca me satisfacían", comenta Lagos en relación a la exposición generada en 2015.
- Cuando uno vive y participa en una ciudad este espacio pasa a ser algo tan cotidiano, que ya no ponemos atención en lugares que muestran signos de decadencia y de problemas de administración de nuestras ciudades. Ésta es un libro abierto en el cual podemos leer lo que queramos: la ciudad siempre nos está hablando. Tal vez, por pasar tanto tiempo fuera de mi ciudad (20 años vivió en Londres) no soy insensible al abandono de ésta que constantemente me golpea en los ojos.
- Valdivia tiene hechos históricos muy relevantes, como sabemos: el terremoto de 1960 que dio el golpe de gracia a la industria local manufacturera y procesadora de materias primas, astilleros, maestranzas, cervecerías (...) Después vino la fuga de capitales y el olvido para convertirse hoy en un gran negocio inmobiliario.
- El concepto de Foucault es lo opuesto a la utopía que es un lugar imaginario, mientras que la heterotopía es un lugar real . Estos son espacios paralelos que la sociedad construye para acercarse a la utopía. Allí tenemos las cárceles, para poner a los indeseables (en las noticias podemos leer que faltan cárceles) cementerios , hospitales y manicomios. El No-Lugar se refiere a los lugares de transitoriedad, que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares". Son lugares donde se transita anónimamente, no es posible establecer un diálogo: lo que vincula a dos individuos es el cruce de las miradas. Es lo que ocurre en las salas de espera, aeropuertos, en la carretera. Estos lugares nos hablan, no tanto del hombre incomunicado, sino que también del hombre solo en la sociedad postmoderna.
- Es un concepto que me llega del cine de ciencia ficción, que habla de un futuro caótico, en que todo es malo. Un mundo controlado por las máquinas, dictaduras, donde no hay ley, sino la del más fuerte. Va acompañado de imágenes apocalípticas, y de ahí obtengo una manera de ver la ruina como un fotograma de película (lo parece). Trato de acercarme a esa estética. Un mundo distópico tampoco es ficción. Las guerras del medio oriente y el reciente bombardeo a Siria son espacios que están siendo diseñados por la locura en nombre de la paz.