Pasión por sanar desde el interior de las personas une a matrimonio cubano
Con 45 años de matrimonio, la historia de Xonia López y Pedro Sastriques no sólo se basa en el amor mutuo; la pasión por la medicina y por profundizar los conocimientos para entender los factores que inciden en la salud de las personas son convicciones que los han unido fuertemente y que los llevaron a recorrer un camino de destacada trayectoria en su natal Cuba, reconocimiento que se fue extendiendo hacia otros países latinoamericanos como Chile, donde viven hace cinco años.
Todo comenzó en la universidad, donde estudiaron juntos Medicina, al egresar se casaron y luego se formaron en sus especialidades, ella Pediatría y él Medicina Interna. En La Habana trabajaron los últimos 25 años, hasta jubilarse, y fue allí donde se transformaron en protagonistas de un importante cambio: oficializar el uso de la terapia floral dentro del sistema de salud cubano y crearon el Método de Evaluación Energética Emocional Integrativa, el que integra terapia floral y otras técnicas.
ACEPTACIÓN
El logro es un fruto cuya semilla fue la experiencia personal. Pedro siempre tuvo la necesidad de alimentar la inquietud que lo llevaba a sentir que habían muchas explicaciones más bien espirituales que ayudaran a comprender las enfermedades. Xonia, no veía la verdad en algo que no fuera la medicina convencional hasta que sufrió una condición médica que no encontró diagnóstico en ésta, pero sí se resolvió con flores de Bach y homeopatía, la hizo cambiar de parecer. "Dije, aquí hay algo que funcionó en mí y lo quiero aprender", cuenta.
Así, las raíces del árbol fueron décadas de estudios en materia de Medicina Bioenergética y otros métodos complementarios, y la necesidad de mejorar la salud de los pacientes el anhelo que lo regó para crecer. "Estábamos en un país que estaba viviendo una situación económica difícil, donde era un acto de heroísmo hacer la salud pública sin recursos. Decidimos crear un sistema que fuera útil, fácil y también económico", cuenta Xonia López. "La idea era diseñar algo que careciera de efectos adversos, que las personas pudieran usarlo en combinación con cualquier tratamiento alopático y que sirviera para el plano físico como el emocional", agrega.
La aceptación de los pacientes fue mucho más poderosa que el escepticismo imperante en la comunidad médica. "Tuvimos el apoyo del director del Hospital Psiquiátrico de La Habana, quien nos pidió que mostráramos resultados, ya que no había experiencia de esto en Cuba. Fundamos una consulta muy pequeñita en 1996, empezamos a trabajar nosotros dos solos y llegamos a estar trabajando cinco médicos, y viendo a cerca de seis mil personas anuales; hacían filas desde las 5 de la madrugada para ser atendidos", comenta López.
COMPRENDER
LA PATOLOGÍA
Los primeros resultados que vieron fueron a nivel emocional, pues estaban en un recinto de atención psiquiátrica. Sin embargo, el método está diseñado para trabajar con pacientes de cualquier edad y patología, lo que podría explicar el impacto que su implementación tuvo en la población cubana. Pero, al hilar más fino, es su alcance lo que la destaca, pues apunta a un cambio de paradigma, afirma Pedro Sastriques: lo que se busca es comprender las enfermedades, considerando, en primer lugar, que no pasa nada en el plano físico que no tenga un correlato emocional. Por eso, en el diagnóstico no basta un interrogatorio y se utilizan otras técnicas para llegar a éste.
Precisa que "las emociones son la puerta de entrada a las enfermedades". Así, éstas serían producto del comportamiento humano que genera un "conflicto biológico" que se puede expresar de distintas formas. Es por lo anterior que, sostiene, "todas las enfermedades, menos las genéticas (que también podrían estar condicionadas por el factor genético de quien inició las enfermedades y que fue heredada a través de los hijos) tienen un sentido de aprendizaje y esto es fundamental en la terapia que hacemos. Saber qué necesita aprender la persona, las enfermedades no son accidentes, es algo que no está funcionando bien en la vida, y los síntomas son su expresión", manifiesta.
NO SON LOS SÍNTOMAS
Es por lo mismo que el experto define a esta terapia como una "para cambiar de actitud frente a la vida", donde el objetivo no es eliminar los síntomas, sino que saber cuál es la causa de una enfermedad determinada y, por sobre todo, entender que no se está trabajando con una patología, sino que con un enfermo, por lo que la fórmula es personalizada y cuatro pacientes asmáticos nunca serán tratados de la misma forma.
En opinión de ambos médicos es justamente el anterior aspecto el que marca una diferencia radical y también uno de los errores que se suele cometer, por ejemplo, en el uso de las terapias florales, de las que han trabajado con 26 métodos distintos, y de hecho validaron dos sistemas florales chilenos, las del Desierto de Atacama (Biolumina) y las del Cajón del Maipo (Genio Andino).
"El elaborador del primer sistema floral, doctor Edward Bach, que dedicó cinco años para hacerlo, planteó entre sus postulados que había que tratar de buscar la causa real de la enfermedad, no había que trabajar con los síntomas. Pero, ¿qué pasa? muchos terapeutas florales hacen lo mismo que criticamos de los médicos alópatas, trabajan con el síntoma: hay una depresión, entonces una esencia que quite la depresión", comenta Xonia.
Es por eso que, cree, la terapia floral se desacredita, y que se debe netamente a que está en la manos de personas inadecuadas. "Lo necesario es que quien haga la terapia floral sea una persona que realmente sepa y eso no pasa por hacer un curso de fin de semana, se requieren estudios que son más profundos", concluye.