"Hay que preocuparse de 20 cosas antes de que los chicos aprendan. Preocuparse de si no los golpearon el día anterior, de si tomaron desayuno, de si vienen bien, si vienen mal. Después de saber eso, recién ahí se les puede entregar contenido, desarrollar sus habilidades y destrezas. Pero para los alumnos en situación de vulnerabilidad lo más importante es que primero se les pregunte cómo están".
Así afirmó Carla Sepúlveda, profesora encargada del programa de integración del Liceo Los Nogales de Angol, comuna ubicada a 40 minutos de los Los Ángeles y a 1 hora y media de Temuco.
El porcentaje de vulnerabilidad de los estudiantes es de un 92%, la mayoría proveniente de sectores rurales, como Nacimiento, Negrete y Cañete (Región del Biobío), y de Renaico (Región de la Araucanía).
"Son 126 estudiantes, cada uno tiene su historia. Hay alumnos con consumo de droga, alcoholismo, violencia. El porcentaje de analfabetismo de sus padres es altísimo, sobre un 60%. Entonces los chicos llegan y la única posibilidad que tiene de cambiar de alguna forma su vida es la educación", sostuvo la docente y psicopedagoga.
Carla, junto con el resto de la plana de profesores, se encuentra desarrollando una iniciativa que busca ayudar a los jóvenes, a través de recolección de recursos para regalarles chaquetas.
Sentido de pertenencia
"A los apoderados no les interesa que los estudiantes pasen de curso. Les interesa que el liceo les dé la comida diaria y que les dé un oficio para que cuando terminen cuarto medio salgan a trabajar", afirmó.
Dado el emplazamiento del establecimiento educacional, parte de los estudiantes son mapuches -incluso machis egresados.
Con el objetivo de poner en valor la tradición de los pueblos originarios, es que los cursos llevan nombres de árboles nativos.
La segunda finalidad de lo anterior es, según explicó la encargada del programa de integración, evitar la discriminación. "Muchos colegios separan a los alumnos en cursos de acuerdo a su rendimiento. Cuando los chicos vienen de situaciones difíciles, cuando no tienen el apoyo necesario, no se les puede hacer sentir que son diferentes, porque eso les perjudica aún más. La idea es impulsarlos, que entiendan que creemos en ellos".
Bajo esa misma mirada de integración y apoyo es que los profesores han ideado alternativas para poder entregar a los jóvenes uniformes.
Para ello es que están haciendo una rifa, cuya recaudación tiene como objetivo poder darles chaquetas a los estudiantes.
Sepúlveda explicó que "acá ellos no pagan nada, como uniforme usan el típico pantalón gris y camisa blanca que venden en todas partes, pero para arriba usan polerón o chaleco de colores. La idea es darle una chaqueta distintiva, que se sientan parte de esta comunidad. Queremos que ellos no se sientan discriminados, porque para otras familias es fácil gastar 70 mil pesos en uniformes, las familias de acá no pueden. Al final esta es una forma de darles sentido de pertenencia".
Ver más allá
La mayoría de los 22 profesores de Los Nogales son jóvenes, con ganas de ayudar y preocupados por la difícil situación de los estudiantes.
"Tratamos de generar un ambiente de familia. Poder guiar a los chicos respecto de su futuro", afirmó Sepúlveda.
El establecimiento es de tipo técnico profesional y da tres especialidades. Una de ellas Construcciones Metálicas, que les permite a los egresados comenzar un emprendimiento. "Lo positivo es que de 50 alumnos que salen de esa especialidad, 40 tienen trabajo y buen sueldo. Lo negativo es que en el rubro de la soldadura los trabajos son temporales, así que es difícil que tengan proyección", agregó.
Otra opción es continuar con la educación técnica o profesional. Para estudiar lo más cerca es Los Ángeles, después Temuco y luego Concepción.
"Lo difícil es que los papás no comprenden la importancia de seguir estudiando, dicen que no están dispuestos a pagar, que no sirve. Es complicado luchar contra eso, tratar de hacerles ver que están equivocados, que hay estudiantes con muchas capacidades, pero que hay que sacarlos adelante", manifestó.
La psicopedagoga añadió que "los que han salido adelante son lo que se convencen de que no es imposible. Lo que más nos cuesta es hacerles entender a los chicos que existen más posibilidades que sólo campo, muchos no conocen el mar, no han salido de la región. Es muy difícil para nosotros, por ejemplo, enseñarles inglés porque ellos nos dicen '¿para qué aprender inglés?, ¿de qué nos sirve?'. Les cuesta mirar más allá. Uno se encuentra con realidades muy duras, entonces el verdadero desafío de la educación es motivar aunque todo esté en contra".